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N.O.
—John, bésame. Bésame, por favor, John— Lo agarró de su chaqueta, acercándolo a su propio rostro—. Hazlo, ayúdame a olvidar mis preocupaciones, bésame y bésame y te dejaré en paz, toca mis labios con los tuyos, prueba mi boca y te prometo que no te diré esto nunca más— Sus palabras brotaban y mientras sucedía, él se desplomaba, lloraba y se resbalaba al suelo, para finalmente tocar la alfombra helada del piso y verlo desde allí abajo, tan miserable como él mismo se vió todo este tiempo—. Bésame ahora y haré lo que tú quieras hasta mi último aliento.
—Sherlock...
—No, no preguntes, no. Sólamente quiero que lo hagas, lo necesito, lo necesito más que el oxígeno que me mantiene vivo, te necesito más que a la vida que tengo, te necesito aunque sólo sea por los próximos cinco minutos, por favor, te suplico, John Watson— Agarró sus pantalones y gimió cuando apoyó su frente en las rodillas de su amigo—. Por favor.— Pidió, otra vez.
—No puedo hacerlo.
—¡John, no me importa, no me importa lo que creas o no hacer! No lo pienses más— Se puso de pie con dificultad y lo miró ahora desde arriba, pero aún así, en la nueva posición, John no dejó de verlo como el miserable hombre que ruega de rodillas por un beso suyo—. Te amo, te amo con todo mi corazón, alma, espíritu, mente y cuerpo. No sé, no sé qué estoy diciendo, pero te quiero y no te quiero para el momento. Te quiero para siempre, pero sé que tú no piensas igual, y por eso necesito que me beses, que me beses como si se tratara de una mujer. Aclara la duda, prueba si lo que digo es verdad y bésame, pero bésame y haz que sea eterno.
El contrario estaba helado, juró que su corazón dejó de latir. Su mirada hizo al rizado hablar de nuevo.
—No puedo explicarlo, sólo hazlo, por favor, te lo ruego. Nunca te he rogado algo más en mi vida, esto va en serio. Te amo y siempre lo he sabido y siempre lo he confirmado cada vez que hablo contigo. Me encantas, eres el causante de mi serotonina, estoy loco por ti y ahora necesito que hagas lo que te he estado pidiendo desde que llegué hoy a nuestro piso.
—No puedo hacerlo.— Admitió.
Sherlock lloró aún más, con las mejillas rojas y húmedas, temblando de miedo, se dió una vuelta completa, indeciso, ansioso— Imagínate, John; cierra tus ojos, abre tu mente, modifica mi voz y mi aroma. Olvida quién soy y convierteme en alguien que sí ames, convierteme en una mujer que te resulte atractiva, convierteme en alguien que te parezca caliente y bésame sin verme.
—No puedo hacerlo— Insistió—. No puedo imaginarte diferente, no puedo besarte porque sí.
—¿Me besarías, acaso, si es que te digo una razón válida para que lo hagas?
—No, no lo sé.
—Alguien vendrá mañana por la mañana— Comenzó, mirándolo directamente a los ojos, haciendo una búsqueda furtiva de lo que sentía John en ese momento, aparte de confusión—. Estos últimos meses me he encargado de retrasarlo, pero no puedo hacerlo más y temo que no estaré aquí la mañana siguiente. Me dijo que me mataría. Mi último deseo es que me beses, porque has sido el único amor verdadero que he sentido desde que nací. Mi corazón explota con tu presencia, y crea una bomba atómica con tu tacto casi nulo hacia a mí a causa de los sentimientos unilaterales. Te prometo, te juro, John, que si me das un beso, tan sólo un beso de menos de un segundo, pensaré que es un sueño y no una realidad, y probablemente me alejaré para despertar y no herirme con lo que quisiera que fuera verdad, entonces, si ahora me despierto, te prometo que haré todo lo posible para besarte allá arriba como lo estoy haciendo aquí y ahora.
