Mictlán - The Boys

Mictlán

La radio transmitía las noticias, la cadena universal reproducía el mismo mensaje una y otra vez.

"Los siete, los superhéroes de América" la transmisión no dejaba de sonar, cada 10 minutos se oían los mensajes. Querían agregar a los supers al ejército.

"América ha sido elegido por Dios, es el único con súpers" una y otra vez hablaban sobre ellos.

Mi superior George se enojó, se puso de pie y apagó la radio mientras repetía. "Los siete" en forma de burla.

-Estoy cansado. -Dijo George mientras bajaba una botella de agua- Diana, ¿Qué estás haciendo? -Me pregunto con su acento de árabe tan marcado.

-Los reportes -Conteste mientras volteaba la mirada y las hojas hacia él

Él sonrió y se retiró, dejándome a lado de la Gran Pirámide de Guiza.

Alado de la Maravilla del mundo antiguo, me hacía pensar. ¿Dios ha elegido a América?

Había estado en excavaciones, y lugares más brillantes que Estados Unidos, con gente que veía la realidad, más haya de la televisión y la radio. Pero, ¿Por qué Dios elegiría el país de mierda? Ese país que solo ve para ellos.

La vida me hacía creer que para ser alguien debíamos de ser elegidos.

Habían pasado horas, y al fin había terminado, la línea temporal de la vida. Había terminado de reconstruir un aspecto de vida de los grupos humanos a partir de las manifestaciones materiales que nos han dejado. El trabajo de mi vida, estaba siendo marcado.

Había soñado con un puesto superior, me había preparado toda la vida, y al fin tenía productos de el.

En el pequeño departamento que tenía en Egipto ya me encontraba

Baba Ganoush era lo que estaba en la mesa, una rica crema de berenjena con limón era mi cena, se seguía reproduciendo la radio, y en ella se oía a Madonna con algunos mensajes políticos.

Mi compañero de cuarto había llegado, Louis dejo sus cosas y me saludo.

-¿Qué tal tu día? -Pregunto mientras probaba mi Baba Ganoush

-Bien -Dije mientras llegaba una llamada en mi celular.

El número venía desde México, era el teléfono de mi hermana. Contesté inmediatamente para recibir la noticia del día.

-Tienes que regresar -Gritaba por teléfono entre llantos y preocupación

-¿Qué ocurre? -Dije de una forma tan alarmante, mientras Louis preguntaba si todo se encontraba bien.

-A papá le ha caído un caballo en su cuerpo, lo ha deshecho por completo. Debes de venir, no saben cuánto tiempo le quede -Lloraba Cecilia a través del teléfono -

-Me quedé en silencio por un minuto, no podía imaginar la magnitud del golpe. -Estaré ahí. -Dije mientras terminaba la llamada.

Louis se acercó a mí, dándome un abrazo mientras lloraba en su hombro.

La alarma sonó, eran las 4 de la mañana, y 3 de la tarde en México.

Tenía que abordar mi vuelo mientras llamaba para ausentarme en el trabajo.

Las llantas de mi maleta giraban al ritmo de mi caminata, mientras sonaba la espera. George no contestaba.

Pasaron las 4 llamadas, y contesto con un tono golpeado.