2. Nueve niveles (Parte 1)

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3 cielos, y dependiendo lo importante que soy, era el lugar donde debía de estar.

Chichihuacuauhco, el cielo reservado para los niños no nacidos.

Tlalocan, muerte que se relaciona con el agua.

Tonatiuh Ilhuícatl, el más importante de todos. Regido por el Dios del sol, el último descanso de los guerreros, de los sacrificios en tributos, y mujeres que fallecieron en el parto.

Si no entras en ninguno de esos cielos, espera tu penitencia, y la llegada de Mictlancihuatl y Mictlantecuhtli, ellos esperen que estés ahí. En el lugar de todos los mortales

Di un respiro tan rápido, y entre de una vez al juego

Itzcuintlan, El lugar donde habita el perro. Situado en un río de aguas caudalosas.

Él "Chiconahuapan" río que solo puedes atravesar con ayuda de un perro.

Él te ayudaría atravesar si habías sido bueno con los animales. Así que la muerte del caballo que rodeaba mi alma, había sido perdonada.

El perro me guio hacia un atajo, no era el mejor camino, pero si el más seguro.

Un río tan alocado, lleno de piedras gigantes, el agua era tan cristalina que en el fondo veías los cuerpos que no pudieron pasar, cadáveres y huesos estaba cubierto el suelo.

El perro ladraba y ladraba para que lo siguiera, un puente tan delgado de piedras planas, y diferentes tamaños era el atajo.

Camine por él, mis piernas temblaban y los tobillos se balanceaban hacia los lados, mis manos empezaban a sudar, el olor azufre, muerto, estaba presente, la brisa del agua salpicaba mi cara, despeinándome poco. En ocasiones las gotas llegaban a mi boca, el sabor era distinto, tan ácido y dulce.

El perro llegó al otro lado tan rápido, que las olas pararon por un momento, camine lo más rápido que pude, hasta llegar a las últimas piedras, en donde caí de rodillas, abriendo me una herida. Tenía una cortada tan grande, que las gotas de sangre manchaban el agua lentamente, poco a poco caían las gotas, deslizándome de mis piernas, el pantalón estaba tan manchado que parecía que me había ganado del baño

Estando en el suelo me di cuenta de que sería más fácil si me arrastraba, mis rodillas aún temblaban, y cada vez que avanzaba sangraba más, me ardía demasiado el cuerpo, solo pensaba en como había arruinado la vida, cerré los ojos, aguantado el dolor para avanzar más rápido.

Y cuando abrí los ojos ya estaba del otro lado, el perro no estaba más, pero estaba en un nuevo escenario, como si fuera una obra de teatro y todo la escenografía la habían cambiado tan rápidamente y silenciosamente, el horroroso ruido de las olas golpeando las rocas había desaparecido. Ahora solo oía el ruido del bosque.

"Tepeme Nomamictlán" Segundo nivel.

Todo tipo de montañas es lo que veía, grandes, pequeñas, medianas, con distintas formas y colores. Parecía una caricatura cada vez que una de ellas se movía.

Los cerros estaban vivos, y debía de pasarlas sin ser aplastada.

Mi lógica fue regresar, y esperar lo mejor en mí, pero cuando voltee estaba una pared, tan grande que no había manera de regresar.

La forma más sencilla de pasar, seria morir y llegar directo al paraíso, pero no podía rendirme ahora, aún no iniciaba y estaba saliendo del juego.

Cada 82 segundos las montañas se movían, y siempre hacían la misma rutina, 2 veces se movían a la izquierda, para después retroceder y girar a la derecha, para regresar enfrente y terminar la misma posición hace 82 segundos

Mictlán - The BoysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora