Capítulo 1

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Salgo del departamento a altas horas de la noche sin importarme lo riesgoso que pueda ser, total peores cosas he vivido, la fría y obscura noche es lo único que puede sanar esta fuerte ansiedad que tengo.

La terrible e incómoda situación con Ainhoa y su estúpido enamoramiento que tiene por Joseph, (ese hombre que llego robándose el corazón de todas las mujeres del edificio, especialmente el de dos grandes amigas que juraron no separarse nunca), es algo que deja completamente por el suelo mi estado de ánimo llevándome al borde de la depresión y el abismo.

Piso fuertemente el acelerador del coche y avanzo rápidamente por las solitarias calles de mi ciudad natal y sin darme cuenta estoy cruzando la avenida que me lleva al único lugar donde fui feliz durante 15 años, “La Mansión Montserrat” porque eso siempre será para mí, mi hogar, aunque desgraciadamente desde hace 9 años no vea ni pise sus hermosos jardines; Lentamente estaciono frente a ella y desde el interior del coche empiezo a admirar sus hermosos ventanales color negro, las puertas corredizas que conectan la cocina con el jardín, (esas puertas por donde inicio mi desgracia) automáticamente miro hacia un lado buscando el árbol donde yacía la casita de madera que construyo papa para mí, pero mi corazón empieza a quebrarse al no verla en el lugar, (la habían derrumbado), mi vista empezó a nublarse al recodar la alegría con la que fue construida y las tardes de pícnic en la casita del árbol con papa y mama quien alegremente preparaba sándwich de queso y limonada.

como si mi cuerpo tomara vida propia, mis ojos se inundan de lágrimas, mi cabeza se mueve automáticamente hacia arriba visualizando la figura de mis padres en el balcón de la habitación principal, y sin poder detenerlo mis piernas también cobran vida, obligándome a bajar del auto y caminar hacia las inmensas rejas que me impiden completamente la visualización, haciéndome reaccionar al estar a punto de tocar el timbre dándome cuenta de que había alucinado y que por mucho que me costase tenía que aceptar que mis padres habían muerto y que de esta hermosa misión no me quedan más que hermosos recuerdos que me acompañaran todo el tiempo, lágrimas continúan saliendo sin parar de mis ojos, pero me obligo a ser fuerte y las seco mientras camino nuevamente al auto reconstruyendo mi corazón con los pedacitos que la muerte de mis padres me dejo.

Ingreso nuevamente al auto y empiezo a conducir devuelta a mi solitario departamento aferrándome a la idea que desde hace muchos años me he estado aferrando mañana es otro día y seguramente será mejor, continuo conduciendo y a medida que avanzo intento aceptar la realidad que aun mi corazón no desea asimilar, (mi vida fue condenada a la soledad esa tarde de abril cuando me salve del trágico accidente que me quito a los seres que más amo en la vida) observando el hermoso paisaje de la ciudad hasta llegar a la privacidad de mi departamento.

10 años antes

—¿Hija ya tienes todo listo? —Preguntó papa ingresando a la habitación.

—Si papi ya todo está listo, gracias por complacerme —respondí enrollando mis piernas a sus caderas y mis brazos en su cuello, desde pequeña mi papá ha sido mi cómplice y mi confidente— este viaje es lo que siempre he soñado y ansiosa cuento las horas para que se haga realidad —explique y mi papá me regalo de vuelta una enorme sonrisa mientras me bajaba de su cuerpo

—Iré por tu mami y nos vamos, puedes ir bajando al coche —comentó e inmediatamente tomé mis maletas y mi cámara fotográfica y las subí al auto lo más rápido que pude para correr a tomarme un vaso de la mejor limonada que he tomado. “La que prepara mi mamá”

—Estoy lista, papi —grite desde la planta de abajo— ¡Italia nos espera! —exclame con emoción.

¡El mejor regalo de Cumpleaños!

Mi DilemaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora