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˚₊· ͟͟͞͞➳❥ Esta historia no incluirá modismos argentinos.

˚₊· ͟͟͞͞➳❥ Todos lo créditos a la Autora de esta obra Nyridian.

˚₊· ͟͟͞͞➳❥ Se aclara que esta adaptación está con el fin de entretener, si no te gusta, puedes retirarte, evitemos los comentarios fuera de contexto, gracias.

— Tus dedos están fríos

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— Tus dedos están fríos... ¿Qué estás haciendo? — se quejó en voz baja, pues no quería ser desagradecido, pero tampoco podía no decir nada.

— Me he golpeado y torcido muchas cosas muchas veces, sé que hacer —respondió con simpleza, concentrado en lo que hacía.

Iván respiró profundo mientras observaba a Rodrigo; su ceño levemente fruncido y su mirada mientras se concentraba le hacían ver muy guapo... O acentuar que ya lo era.

¡Auxilio! ¡Me estoy sintiendo un 1% gay! ¡Doctor llega pronto!

— A-Ah... —dijo en reconocimiento — J-Juegas futbol americano, ¿no?

Rodrigo asintió.

El silencio se extendió, durante este tiempo Rodrigo buscó una compresa fría y luego ayudó a elevar la parte baja de la camilla para mantener la pierna de Iván en alto mientras se quedaba a su lado.

— Uhm... Puedes regresar, seguro puedes usar en otras cosas el tiempo libre que te gané — consideró el azabache rompiendo el silencio, aburriéndose sin su celular — De nada por eso, por cierto — bromeó un poco.

Tras decir esas palabras, Rodrigo se levantó.

— No te muevas — dijo y con eso se fue...

¡Realmente se fue! ¡Ah! Iván solo estaba hablando casualmente y el lobo solitario emo no aguantó dos pedidas para irse.

— Idiota — suspiró recostándose en la camilla.

En definitiva ese tipo no podía ser su alma gemela. Si todas esas chicas que están enamoradas de él lo supieran... No, mejor que no lo sepan, así alguna realmente puede robarle el hilo rojo de Rodrigo, ¡no le molestaría en absoluto!

Al poco tiempo el doctor regresó y mientras Iván explicaba lo sucedido y era revisado, Rodrigo había regresado con dos mochilas al hombro.

— ¿Se encuentra bien?

El doctor asintió.

— Está bien, solo necesita descanso y seguir aplicando esto — dijo moviendo la pomada — Puedes irte a casa, trata de no afincar mucho si te duele.

El azabache asintió y se bajó con cuidado de la cama, siendo atajado inmediatamente por Rodrigo.

Una vez que ambos salieron de la habitación, Iván suspiró.

— Gracias por buscar mi mochila... —murmuró no queriendo decir que había pensado que se había ido — Puedo regresar solo.

El castaño continuó sin mirarle.

𝗦𝗢𝗟𝗢 𝗔𝗠𝗜𝗚𝗢𝗦; rodrivanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora