Capitulo 2: 'Enemigos en todas las naciones'

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Kaeya no estaba nervioso.

No estaba nervioso cuando trató de forzar su zapato izquierdo en su pie derecho. No estaba nervioso cuando se abotonó la camisa dos espacios, no estaba nervioso cuando casi se cae de cara mientras bajaba las escaleras (una vez más, porque el ascensor de su edificio era más como una reliquia de museo que como un ascensor en funcionamiento). Sin embargo, estuvo nervioso durante el viaje en autobús y casi entró en pánico cuando llegó a la clínica. Se le estaba formando un nudo en la garganta, las palmas de las manos sudorosas, pero eso también podría deberse a la ola de calor impío que todavía cubría Mondstadt.

Tal vez moriría de un golpe de calor antes de entrar allí. Eso era algo que esperar. Solo podía esperar.

Alguien chocó contra él y lo empujó hacia adelante.

"Mis disculpas", dijo el hombre, asintiendo con la cabeza una vez antes de entrar a la clínica y mantener la puerta abierta para Kaeya. "¿Vas a entrar también?"

Kaeya dudó, mirando al hombre como si fuera un extraterrestre. Con lo guapo que era, bien podría haber sido uno. Se veía tan sereno y correcto, tan elegante y confiado, tan pulido con su cabello largo pulcramente recogido en una coleta baja y su traje marrón y dorado. Por las estrellas, ¿existía gente así?

Kaeya se dio cuenta de que había estado mirando cuando el otro hombre le sonrió lentamente, como si supiera. Por supuesto que lo sabía. Parecía que sabía todo sobre todo, pasado, presente y futuro. Que ridículo.

"Sí, lo siento", dijo Kaeya, agradeciéndole mientras entraba a la clínica y se dirigía directamente a la recepción. Tal vez fue de mala educación, pero algo en la mirada del hombre hizo que Kaeya se sintiera desnudo. Y no de una manera completamente incómoda. Era raro, no le gustaba, pero tampoco lo odiaba del todo.

"¿Hola, como puedo ayudarte?" La chica de la recepción le sonrió ampliamente, y Kaeya casi creyó que estaba realmente feliz de verlo. La pequeña placa en el bolsillo de su pecho decía Ellin.

"Hola. Se supone que tengo una reunión con uh... Doctor Gun... Uh..."

"Ah, doctora Gunnhildr", Ellin dirigió su atención a la pantalla de la computadora y tocó el teclado. "¿Podría decirme su nombre y rango?"

"Kaeya Alberich", dijo, sus manos moviéndose nerviosamente antes de meterlas en los bolsillos de sus jeans "Omega".

Ellin hizo una pausa, miró de la pantalla a él y sus ojos parecieron brillar. Era como si ella supiera un secreto en el que él no estaba, pero aún así esperaba que él lo reconociera. Fue extraño y, francamente, Kaeya no estaba seguro de cómo reaccionar, así que solo le ofreció su mejor sonrisa y esperó que no hiciera preguntas.

"Puedes sentarte en la sala de espera, la doctora Gunnhildr te llamará pronto", dijo Ellin, luciendo quizás demasiado feliz para su gusto.

Las sillas de la sala de espera eran extraordinariamente cómodas. Tal vez porque esta era una clínica privada y, por lo tanto, más generosa con la forma en que trataban a sus clientes, pero, sinceramente, Kaeya apenas había dormido en toda la noche y las sillas casi lo invitaban a hundirse y tomar una buena siesta. Si tan solo no fuera un manojo de nervios.

La mesa de vidrio que estaba junto a su silla lucía una gran cantidad de revistas de chismes que tenían casi tres meses y folletos prenatales que no estaba seguro de querer leer. Los viejos chismes no eran su copa de licor, así que tomó un folleto en su lugar. Las ilustraciones distraían lo suficiente como para que el texto no requiriera mucha atención, por lo que Kaeya se entretuvo durante un par de minutos antes de sacar su teléfono y enviarle un mensaje a Mona.

𝑬𝒍 𝒑𝒆𝒔𝒐 𝒔𝒐𝒍𝒆𝒎𝒏𝒆 𝒅𝒆 𝒍𝒂𝒔 𝒑𝒍𝒖𝒎𝒂𝒔 [𝘛𝘳𝘢𝘥𝘶𝘤𝘤𝘪𝘰́𝘯]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora