Capítulo 1

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Alejandro

Estábamos subiendo por el ascensor, cuando decidí mirarme al espejo por primera vez en el día. ¡No podía presentarme tan mal ante el Gran Consejo! Mi pelo negro como la noche estaba completamente despeinado. Parecía un protagonista típico de anime. Tenía ojeras un poco marcadas y mis ojos marrones habían perdido ese brillo que solían tener. Aunque ese brillo desapareció hace mucho tiempo. Bueno, no tanto realmente. Tenía el moflete derecho manchado de algo negro. Tendría que ir directo al baño después de salir del ascensor para quitármelo, y así de paso me peino un poco. Quizás necesite ya un corte de pelo, puesto que el flequillo me está empezando a tapar los ojos. Por suerte, no tenía ningún grano a la vista. Pero había algo que me faltaba.

¡MIS GAFAS! Me las he dejado en la casa de Jero. Pues empezamos bien.

Nada más salir del ascensor, les dije que se adelantarán, porque necesitaba entrar un segundito al baño. Ellos no pusieron ninguna queja, simplemente asintieron y entraron en la sala donde presidía el Gran Consejo. Nada más meterme en los baños, me dirigí al lavabo a lavarme la cara. Y cuando vi que ya me había desaparecido la mancha del moflete, comencé a peinarme un poco llevando mi flequillo hacia la derecha e intentando bajar el resto, pero no hubo manera. De forma que parecía que me había crecido un cuerno de pelo de no más de 3 centímetros por la parte de arriba a la derecha.

- Pues tendrá que valer así - dije ya cansado mientras me miraba en el espejo.

Empecé a dirigirme a la puerta del baño, cuando me entraron unas ganas irresistibles de mear, de manera que tarde un pelín más de lo esperado. Cuando salí del baño, habían pasado ya como cinco minutos.
Comencé a moverme por aquel grisáceo pasillo hacia la gran puerta doble de madera con palabras escritas en distintos idiomas en oro. Literalmente estaba escrito en 32 idiomas distintos las palabras Gran Consejo. Y como siempre, me puse nervioso nada más estar delante de aquellas imponentes puertas de roble oscuro. Intente relajarme pero como siempre, no funcionó. Así que decidí entrar, y por culpa de los nervios le di con la puerta al asqueroso elfo que me había traído aquí. Pude escuchar como algunos de los asistentes soltaban algunas carcajadas al ver lo ocurrido.

- ¡Perdón! - dije mientras juntaba las dos palmas de mis manos en forma de disculpa y me inclinaba un poco.

- Ni te molestes, ya me iba - dijo de forma borde mientras cerraba desde fuera la sala.

Nada más salir, la sala se quedó en completo silencio. Fue entonces cuando por fin me puse de manera que pudiese ver a las personas del consejo. En total, eran doce, más la silla que siempre estaba vacía. Detrás de cada asiento, en la pared, había un cuadro que representaba al miembro más importante que hubiese ocupado aquel asiento.

- Pues ya podemos empezar - dijo una solemne Hera a la derecha de la silla que se situaba justo en el centro de aquella formación de semicírculo.

Ella iba con un vestido completamente blanco que hacía que su pelo dorado pareciera que relucía. Creo que estaba algo más bronceada que la última vez que la vi. En el cuadro que tenia detrás estaba ella sosteniendo el rayo maestro, una de las armas más poderosas del universo, mientras el viento hacia ondear el traje blanco que parecía estar hecho de vendas blancas. A la izquierda del eterno asiento vacío, se encontraba una persona que no debía estar ahí. Ella era Freyja, la diosa del amor y la fertilidad nórdica. Y como no, llevaba puesto un vestido negro, algo ceñido a su piel, con plumas de cuervo por la parte de los hombros. Detrás, un cuadro de Thor con sus típicas vestimentas de dios nórdico, elevando con la mano derecha el Mjolnir haciendo que hubiera rayos a su alrededor, reflejándose así su enorme poderío.

- No me malinterpretes pero, ¿no debería ser Thor el que estuviera sentado donde Freyja? - pregunté genuinamente.

- Esa es una de las razones por las que estáis aquí - dijo con simpleza el representante de los elfos, sentado dos puestos a la derecha de Hera.

- Oh no - susurré previendo lo que estaban a punto de revelar.

- Será mejor que os sentís, esto puede ser algo largo - sugirió el representante de los enanos, el cual se sentaba a la derecha de Freyja.

Dicho eso, tanto Artemisa como yo nos sentamos en las dos sillas que estaban justo enfrente de nosotros. Desde nuestros asientos, podíamos ver a los doce integrantes de la mesa semicircular.

- Thor a muerto - soltó de golpe Freyja nada más sentarnos.

Esa noticia nos sentó a los dos como un balde de agua frío.

- ¿Cómo que ha muerto? - pregunto Artemisa exigiendo así los detalles de su muerte.

- Fue asesinado por alguien - dijo con simpleza el único elfo de la sala.

- Espera, me estás diciendo que lograron asesinar al Dios más poderoso, ¿y no sabéis quién ha sido? - pregunté sin pensar.

- Por desgracia, Thor estaba solo en una misión rutinaria cuando algo lo atacó y lo mató. Enviamos a Ares a ver porque no llegaba y él mismo nos confirmo su muerte. En el lugar, había marcas de que se había producido una batalla, pero la única sangre que había por el suelo era la de Thor. Y no era una cantidad pequeña, de manera que determinamos que según la cantidad de sangre esparcida por el suelo, Thor debía estar muerto. Pero lo más preocupante de todo esto, es que el Mjolnir no se encontraba allí.

- Pero eso no debería ser posible, ¿no? - pregunto Artemisa un tanto preocupada.

- Solo aquel que sea digno de gobernar Asgard será digno de portar el martillo de Thor, lo que significa que o el que lo mató es digno de hacerlo, o que realmente él no está muerto - pensé en voz alta.

- Eso fue lo que pensamos, pero al ver las cámaras de seguridad más cercanas al lugar, pudimos ver a alguien que no era Thor, pero que se le parecía bastante, portando el martillo y metiéndose en una camioneta negra junto con el cadáver de Thor.

- Mierda - dije sin pensar, a lo que Artemisa me dio un coscorrón -. ¡Hey!

- Nada de groserías aquí - dijo muy seria.

La mirada que le di fue suficiente para que entendiera que si volvía ha hacer eso, le arrancaría el brazo. Le dio un escalofrío y volvió a mirar al frente. Luego, yo hice lo mismo.

- La razón por la que estáis aquí los dos, es muy simple. Vuestras misiones anteriores están relacionadas con esto - dijo de manera enigmática un hombre que estaba sentado al lado del enano.

- Resulta que las organizaciones criminales que habías estado frustrando los planes, son en realidad una sola - aclaró la humana que estaba más cercana a mí.

- Gracias a una espía, tenemos la sospecha de que el martillo se encuentra en un crucero en California - dijo Freyja.

- Vuestra misión será pasar desapercibidos en el crucero, encontrar el Mjolnir y regresar con él aquí. Aparte, sospechamos que el líder de esa organización criminal viaja en ese crucero. También tenéis la misión de desbaratar dicha organización criminal. Para ello, podéis utilizar cualquier método - sentenció Hera.

- ¡Perfecto! - dije casi gritando, a lo que Artemisa me volvió a dar - Tus golpes son tan flojos que ni los siento.

- ¿Y cuando tenemos que subir al crucero? - pregunto Artemisa haciendo como si lo de darme puñetazos en el hombro fuera algo completamente normal.

- Más tarde, les daremos todos los detalles de la misión. Por el momento, sois libres de pasear por Nuevo Olimpo - dijo alegremente la representante de las hadas, la cual estaba sentada muy cerca de Artemisa.

- Pues en ese caso, yo me voy a dar una vuelta por ahí. ¡Hasta luego! - dije mientras me levantaba y me dirigía a la gran puerta de la sala.

- Nos vemos - se despidió Hera.

Black Night: El inicio de la pesadillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora