Julia abrió sus ojos más de la cuenta e hizo una mueca chistosa con sus labios. No esperaba eso. Tambaleante, caminó hacia la botella y se la dio, después se sentó en el piso y apoyó su espalda en el barril. André lentamente fue hacia ella y se sentó a su lado. No sabía exactamente qué decir, algo curioso teniendo en cuenta que nunca parecía poder callarse. Así que dijo lo primero que se le ocurrió:
—¿Día difícil? —dijo, literalmente, lo primero que se le ocurrió.
Julia, con su mirada desenfocada y consonantes arrastradas, le respondió:
—¿Y a ti qué te parece?
André rió nervioso: —Supongo que sonaba menos estúpido en mi cabeza.
—No quiero hablar sobre nada de —levantó su dedo índice en un gesto tratando de abarcar todo el espacio— todo esto, ¿entendido?
—Bien, hablemos de otra cosa —André se empinó la botella y le dio un rápido sorbo, no era fanático del alcohol después de todo —. Cuéntame de tu vida antes de esta pesadilla.
Julia suspiró, soñadora: —Estudiaba leyes, cursaba mi último año y trabajaba en una papelería.
André curvó la esquina de sus labios: —Yo era aprendiz de cocina, en una cafetería. El dueño ya estaba cada vez más anciano, así que planeaba comprarla para mediados del año próximo.
—Eso es genial, me encanta el café— rió Julia, cada vez menos alcoholizada pero más alegre.
André notó que particularmente le sentaba mucho más su sonrisa que la amenazante expresión que había usado al apuntar con su arma.
—Cuando sea legalmente el dueño podría darte café gratis.
Julia sonrió y, sin ser consciente, apoyó la cabeza en su hombro: —Eso sería fantástico —suspiró, volviendo a la realidad—. Es lindo escapar de vez en cuando, ¿no? Hacía meses no pensaba en cómo eran las cosas hace tiempo... A veces olvido que tenía una vida donde no terminaba con la de otros.
André suspiró igual que Julia: —Ya todo terminará, Teniente...—fue recién ahí donde recordó que no sabía su nombre, y lo averiguó.
—Julia, solo Julia. Gracias por haberme acompañado está noche, André. Y lamento haberte apuntado, supongo que los peores hábitos son los que más tiempo tardan en irse.
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Siete Metros y una Taza de Café.
RomanceSiete metros fue la distancia que los separaban. Una taza de café fue lo que los reencontró. Todos los derechos reservados.