Capítulo II

137 14 11
                                    

Tweek esperaba que todo fuera una mal pesadilla que tenía luego de una noche alocada en Jarmsterdam junto a una terrible resaca. Lamentablemente no era así.

Su cabeza dolía, fue una de las principales razones por las que él despertó. Cuando trato de reincorporarse las cadenas contrajeron su cuerpo, tenía una mordaza que le impedía articular cualquier tipo de palabra o exclamación a quienes lo encadenaron.

Estaba en el suelo, encadenado de pies a cabeza, una sombrilla era lo único que lo tapaba del sol. Le habían robado todas sus pertenencias. Veía a todos lados con el objetivo de reubicarse en la zona que se encontraba, lo único que veía eran caravanas alrededor y unos cuantos edificios sorprendentemente estáticos, a pocos metros pudo ver un avión estrellado en la parte sur donde se encontraba.

Tweek hizo un segundo intento por zafarse de las cadenas, fue inútil, lo único que se le ocurrió fue empezar a soltar gritos ahogados.

.-Vaya, despertó demasiado rápido.-

Sus ojos fueron al sentido donde escucho la voz. El castaño se levantó de su silla donde se jugaba Poker, de un lunch sacó una jeringa con un extraño líquido transparente dentro, se acerco a Tweek, quien empezaba a desesperarse cada vez más, comenzó a tirar de las cadenas que lo aprisionaban.

Sintió la mano del castaño sujetándolo de la muñeca para evitar cualquier movimiento brusco. Vio como la puntiaguda aguja de la jeringa desaparecía dentro de su piel hasta llegar a la vía intravenosa para inyectar aquel liquido

Poco a poco ya no pudo mover su brazo izquierdo, ya no sentía ni la punta de sus dedos. El castaño al ver las reacciones de la anestesia comenzar a aparecer, soltó la muñeca de Tweek para dirigirse al otro extremo de la sombrilla.

Lágrimas empezaron a aparecer en el alrededor de sus globos oculares, el castaño sacó de una caja de metal una segueta. Empezó a mover la cabeza de un lado a otro en señal de negación, pero al contrario no le importó.

El rostro de Tweek estaba rojo a causa de su incontrolable llanto, trataba de mover su brazo adormilado, pero no había caso. Al castaño le causo cierta gracia ver en tal estado de pánico al rubio, era un maldito sadista; Era música para sus oídos oír a todas las personas suplicar o implorar misericordia, verlos lloras o aclamar era una obra de arte que solo él podía causar en ellos.

Clyde puso la segueta en el brazo de Tweek. La sangre empezaba a brotar cuanto más presionaba la segueta contra la extremidad, lo hacía por pura diversión. Empezó a mover en sic sac la sierra, cada vez iba más profundo la herramienta en el interior del brazo, desgarrando lo en el transcurso.

A pesar de la anestesia, sentía el dolor al ver la sierra cortar su brazo, la sonrisa tétrica de Clyde lo empeoraba todo. El tiempo se le fue cuando vio como la segueta atravesó por completo su brazo, sin darse cuenta ya empezaba a oscurecer.

La escena parecía una película de terror, literal. Su entorno estaba cubierto de sangre al igual que sus prendas y las manos del castaño.

Todo empezó a verse borroso cuando vio como Clyde ponía su brazo en el asador, la respiración se le empezaba a hacer un suplicio hacer esa tan irregular acción.

Se estaba desangrando en ese mismo lugar, pero al castaño le importaba menos. Podía ver en sus ojos el desespero por comerse la extremidad que se cocinaba en la parrilla.

Quería morirse en esos momentos, no podría soportar que le hicieran lo mismo después de un tiempo.

Creyó que por fin acabaría el inicio de su infierno cuando todo se volvió negro.

*********************************************************

Las únicas personas en esa caravana eran un azabache y una pequeña niña de pelo anaranjado. El único sonido del sitió era el pincel siendo manipulado por el azabache cepillando el lienzo con el objetivo de hacer líneas finas para dar un toque más realista a la pintura.

.-Quédate quieta.-Regaño el azabache al ver como su hermana se removia un poco del lugar del sofá.

La pequeña hizo caso a las indicaciones de su hermano, mantuvo el agarre firme en su cobaya. Estaba muy ansiosa por ver cómo quedaba una de las tantas pinturas que su hermanos hacía inspirándose en ella, en su entorno o en las grandes ciudades y tecnologías que había antes que ella llegara al mundo.

Le encantaba oir a su hermano relatar historias o definir el antiguo mundo moderno antes de los desastres naturales o sequías, le hubiera gustado verlo por sus propios medios que imaginarlo al cerrar sus ojos.

Cuando dejo de oír el peculiar sonido del pincel moviéndose supo que la pintura estaba acabada.

.-Ya puedes moverte.-Hablo con su peculiar voz grave el azabache.

La pequeña se fue en dirección a su hermano para ver el resultado. Tal y como lo esperaba, la pintura había quedado reluciente y espléndida como las demás.

Era ella sosteniendo a su pequeña mascota que respondía al nombre de Stripe con el fondo de una lluvia de estrellas. Su hermano era un prodigio cuando se trataba de arte, tenía una gran destreza para representar cada idea cuando se lo proponía.

.-Quedo hermoso, Craig.-La pequeña alago el talento de su hermano, recibiendo a cambio del mismo mimos en la cabeza.

Luego del tierno momento entre los dos hermanos la pequeña empezó a sentir el sonido de sus tripas y baja energía.

.-Tengo hambre.-

.-Pero si acabas de comer hace unos momentos.-Dijo algo extrañado el azabache.

.-Tengo hambre.-Reprocho la pequeña niña mientras hacía un puchero.

.-Vale, ya te traigo algo.-Suspiro con algo de cansancio.

Se levantó del la banquilla, le dio algunas acaricias más a la niña antes de tomar el hacha de la mesa. Le daba flojera tener que preparar la comida en medio de la noche con el viento soplando en su rostro.

Al salir de la caravana sacó de su bolsillo unos auriculares conectados a su móvil, puso al máximo volumen la melodía. Empezó a caminar en dirección al establo, lo único que estaba iluminado era la entrada con una lámpara algo desgastada.

Cuando abrió una de las puertas del establo se encontró como siempre a varias personas con el cuerpo mutilado, a la mayoría le faltaba un brazo y una pierna, de algunos tenia amputadas ambos brazos o piernas. Noto como cada que se acercaba los otros empezaban a retroceder o comenzar suplicar que los liberara o que no les hicieran nada.

Esa era la única razón por la que llevaba audífonos; no quería escuchar el sufrimiento de las personas privadas de libertad del lugar, le generaba un sentimiento de culpabilidad al hacer ese acto tan atroz y desalmado. Él no tenía la culpa que los otros los hayan capturado, él sólo hacía lo que fuera necesario para sobrevivir junto a su hermana.

Prefería hacer la visita gorda de lo que pasaba a su alrededor. Se dirigió a alguna de las personas encadenadas del lugar, era una mujer castaña de alrededor de unos 35 años. Cuando está noto como se acercaba empezó a retorcerse del lugar en donde estaba, era un intento inútil de escapar, según él.

.-Por favor no...ya no...-La mujer rompió en llanto. Hasta donde las cadenas se lo permitieron logró acercarse lo suficiente para arrodillarse y agarrarse de sus prendas.-No puedo soportarlo más...por favor déjame ir, ya no aguanto.

Se sintió algo incómodo por la situación y como todos estaban expectantes y temerosos, despavoridos cualquier sustantivo que definiera su estado actualmente. Ninguno estaba lamentando el fin de la próxima presa, sólo cabía en su cabeza el terrible pensamiento que cambiará de víctima y fuera por alguno de ellos.

Solo agarró más fuerte la hacha para que en el siguiente minuto sus prendas estuvieran manchadas de sangre por la mujer ya pereciendo en el suelo.

Era mejor acabar de una vez la miserable existencia de los que ya eran inservibles por la falta insuficiente de extremidades.

Corto el último brazo que le quedaba al cadáver yaciendo en el suelo. Se fue del lugar después de lograr cumplir su cometido.

Le pediría a Nichle el favor que ella cocinará la extremidad para su hermana. No era tan buen cocinero como lo era la afroamericana

Amor Caníbal [ Creek ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora