I: Ansias.

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Levi Ackerman no era del tipo sociable, era introvertido, él mismo lo asumía, sin embargo, el ser introvertido no le significaba someterse ante otros. Él tenía carácter, y uno implacable.

No estaba en sus planes transferirse de universidad, mucho menos mudarse de ciudad, pero la situación en su hogar, que se conformaba por él y su tío, estaba en decadencia. No le importaba qué tendría que hacer con tal de alejarse para siempre de aquel ciclo de desprecio.

Él era totalmente independiente, siempre lo fue.

El trabajo de medio tiempo que encontró en la nueva ciudad, que era demasiado grande y atareada comparada a la suya, le proporcionaba un sueldo lo bastante decente como para alquilar un pequeño departamento cerca de la universidad y su trabajo al mismo tiempo. Configuró su horario de la universidad para la jornada de la mañana, para así descansar y estudiar durante la tarde, trabajar en la noche, y dormir lo suficiente para tener energía durante el día. No le gustaba sentirse tan atareado, pero asumió que se acostumbraría, de todas formas, no tenía otra opción.

Levi estudiaba derecho, siempre fue terrible en las matemáticas, y tenía la actitud para ser un buen abogado. Y bueno, también era muy perfeccionista y metódico, una característica importante para sobrevivir en la carrera.

Al volver de vacaciones, las cuales aprovechó al máximo para trabajar a tiempo completo, empezaría su segundo año. El primer año no se le hizo demasiado complicado, con excepción de sus compañeros arrogantes y los profesores y exigentes, la carrera le gustaba bastante. Al menos lo suficiente como para decidir quedarse, además, sabía que podía llegar a ganar bastante dinero si se esforzaba.

Una vez con el departamento brillante de limpio, se dispuso a desempacar, estaba cayendo la noche y debía marcharse a trabajar, y ya llevaba varios días sin rellenar los muebles viejos y vacíos con sus pertenencias. Había estado demasiado cansado como para hacerlo.

Eligió su ropa y guardó, perfectamente doblado, su uniforme de trabajo, que, básicamente, era un uniforme de garzón.

El clima no era el mejor, y su nariz se congeló apenas salió del edificio.

No quería pensar en el primer día de clases, no sabía qué tan adelantados o atrasados iban respecto a la materia, no sabía cómo eran los profesores, los compañeros, nada.

Por lo que pudo apreciar en la página web, mientras terminaba de inscribirse, tendría aproximadamente 100 compañeros junto a él. Por un lado, le alivió saber que podría mantenerse al margen, que podía ser un fantasma sin que nadie le reprochara nada. Pero al mismo tiempo, le ponía los pelos de punta estar con tanta gente.

Entre su serenidad y perfecto desempeño en el trabajo, en donde sus colegas y clientes ya lo adoraban solo por ser él, no podía dejar de pensar en la universidad. Se sentía mucho más ansioso que cuando apenas entró a la carrera, hace un año. De alguna forma, sentía que algo iba a pasar.

Algo presentía.

Pero decidió, mientras tomaba la pequeña libreta de notas, que no valía la pena pensar en el futuro.

- Buenas noches, ¿qué puedo servirles?

- ¡Levi, mi niño! Por favor tráenos un té de manzanilla, y unos rollos de canela.

- Enseguida.

[...]

No soportaba el tono de su alarma.

Alcanzó su celular de la mesita de noche con molestia, apagando el horripilante sonido. Lo dejó en su lugar y frotó su rostro con cansancio.

- Hoy es el día, Levi.

Universidad. [erwin x levi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora