II: Roces.

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El semestre ya estaba cerca de terminar, habían pasado considerablemente varios meses, y Erwin llevaba varias cosas descubiertas de Levi, como el hecho de que le encantaba el té, pero bebía demasiado café cuando se estresaba, que ocurría muy seguido, especialmente antes de algún examen. Era trabajador, muy ordenado, y se frustraba cuando se encontraba demasiado ajetreado como para mantener el orden que a él le gustaba. El rubio creyó por un momento que tenía algún trastorno obsesivo compulsivo o algo así, sin embargo, parecía no salirse de control. Levi siempre lograba encontrar una solución rápida a sus problemas, eso lo hacía alguien muy práctico, por lo demás. Cuidaba su piel, y varias veces lo encontró esparciendo bloqueador por sus brazos y rostro cuando iban al baño. Era increíblemente más pequeño que él, y mucho más delgado también. Era delicado, su cabello era suave, y para ese punto, ya había sido acariciado y revuelto miles de veces por su compañero.

Para Erwin, Levi era simplemente hermoso, y quería atesorarlo. Quería conocer más de él, pero no quería preguntar, quería esperar al momento en el que él se sintiera lo suficientemente en confianza como para hablar de sí mismo. No quería presionarlo. 

Se habían vuelto un dúo característico, y sus demás compañeros ya habían asumido que se habían vuelto amigos, o cercanos, sobre todo por la hospitalidad y simpatía que eran parte elemental del presidente de la clase. Los amigos de Erwin se habían acercado varias veces a ellos, quienes incluyeron al grupo a Levi de inmediato, casi como si no fuese alguien nuevo realmente, sin embargo, gracias a la diferencia de horarios, solo compartían algunas horas por semana. El rubio notó enseguida que, a pesar de que sus amigos hacían las conversaciones muy fluidas, y resaltaba la confianza, Levi no actuaba de igual manera con ellos como con él. Se sintió emocionado de saber que el contrario era mucho más relajado a su lado.

Quería ver más.

- ¿Hoy trabajas?, aún estoy esperando que me des la dirección del café, para poder visitarte por las tardes.

Susurró, mientras jugaba con su lápiz. El profesor iba tarde, así que toda la clase estaba conversando y acomodándose en sus asientos. Cada día que pasaba, los dos chicos acercaban más sus asientos el uno al otro, al principio el pelinegro dedicaba especial atención al espacio, apartándose lo necesario, sin embargo, ya no le importaba la cercanía corporal entre ambos, es más, deseaba inconscientemente que sus cuerpos rozaran. Aunque claro, no pensaba admitirlo, ni siquiera con él mismo.

No podían explicarlo, pero cada que se sentaban a esperar al profesor, y especialmente cuando se quedaban allí solos porque Erwin debía ordenar documentos en su portátil para enviarlos a los demás, se sentía una tensión inigualable, y ambos sabían que el contrario podía sentirla, pero simplemente mordían sus lenguas y desviaban la mirada, mientras conversaban de temas cotidianos, nerviosos.

Era innegable, ambos sentían ese hormigueo constante en sus estómagos, ansiosos, esperando siempre que ocurriera algo más, pero, obviamente, ninguno se atrevía a dar el primer paso. El rubio no tenía problemas con hacerlo, pero estaba completamente seguro de que a Levi no le gustaría, después de todo no son más que compañeros de clase, de lugar, aunque al rubio le gustaba pensar que ya eran amigos, después de todo, era un tema que no se había tocado, no sabía si Levi pensaba en él como un amigo.  Erwin reía irónicamente cuando se encontraba en su casa, simplemente estudiando, y pensaba en ello; cómo iba a estar seguro de que a Levi le gustaría ser tocado y besado, si ni siquiera estaba seguro si eran amigos.

El pequeño no salía de su cabeza ni un solo segundo, anhelaba con tocarlo más, ya no se conformaba con un abrazo descuidado, repentino y breve que el pelinegro dejaba darle, no se conformaba con acariciarle el rostro cuando se encontraba desprevenido, con meter sus dedos entre su suave cabello, quería más, mucho más.

Universidad. [erwin x levi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora