La Ensoñación

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Habían pasado ya unos días desde que lord Morfeo dejó el reyno. Lucienne se encontraba a cargo del reyno con la esperanza y certeza de que dentro de poco su amo volvería.

Los días pasaron y el no volvía, pronto los días se volvieron semanas, las semanas meses y los meses años. Los habitantes de la Ensoñación pronto empezaron a irse de ahí, el reyno se derrumbaba y no había señal de su soberano.

- Lucienne?-. Pregunto la calabaza.

-Si? -. Respondió la mencionada.

- El no volverá, cierto? -. Cuestionó a la bibliotecaria.

- El lo hará-. Dijo ella con seguridad.- Dale tiempo-. Dijo la morena.

- Con todo respeto ya le dimos años Lucienne - Mencionó-  Bastantes años.

Lo pensó un poco y luego se giro a observar a su alrededor.

- Señorita Lucienne, han pasado 88 años desde que el amo Morfeo se fue. - la miro esperando una respuesta.

- El va a regresar,o alguna vez les ha fallado? -. Cuestionó con serenidad.

- Pues creo que esta sera la primera y la última-. Dijo la calabaza.

A pesar de que cuestionaba seguido si el regresaría o no, nunca se marchó. Siempre estuvo ahí.

Por otro lado Lucienne cuidaba del reyno y lo poco que quedaba de el, pues sabía con certeza que el volvería algún día.

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En el mundo de la vigilia. Caminando por las calles se encontraba Luna, pensando nuevamente en ese momento ocurrido hace unos años.

La escena de aquel hombre de presencia imponente, y que nunca pudo saber cual era su nombre, pues aunque el le dijo que se volverían a ver. No fue así, nunca lo volvió a ver y eso en parte la hacía sentir mal.

-Supongo que el destino así lo quizo -. Dijo para sí misma.

Iba distraída en sus pensamientos hasta que vio algo a lo lejos, una gabardina negra y un pelo alborotado.
En ese instante, sólo por ese instante, una pequeña esperanza creció dentro de ella.
La esperanza de volver a ver a aquel hombre de hace 88 años.

No lo pensó dos veces y corrió para alcanzarlo, al llegar tocó el hombro de aquel hombre. Se llevó una gran desepcion al ver que no era el.

- Disculpe, nos conocemos? -. Pregunto el hombre.

- Eh? -. Estába confusa, decepcionada, y sobre todo, le dolía que no fuera el.- No, lo siento, creí que era alguien mas-.

Hizo una reverencia y se marchó.

Después de tantos años aún no comprendía ese sentimiento, ese deseo inmenso de verlo una vez más, aunque sea para sólo saber su nombre.

Siguió su camino con una tristeza que dejaba un hueco en el pecho de la chica. Camino y nuevamente se perdió entre la multitud.


𝓔𝓵 𝓬𝓸𝓬𝓸   Donde viven las historias. Descúbrelo ahora