Capítulo 4

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Capítulo 4

Somos dos


El laberinto se había convertido en lo que prometió ser, uno sangriento. En los ocho pasadizos diseñados cada grupo había encontrado su destino.

Mientras Alexandra se ocultaba con diversión a la espera del tercer grupo, la llamada Valentia se encontraba asechando a la solitaria Vicky, que se había perdido.

Lo persigue en una de sus formas animal, porque no se puede ser una especie de otra dimensión si no tiene habilidades sobre humanas.

En la cabeza de Vicky no se procesa que aún que está siendo perseguida por un lobo, y no de esos bonitos que se ven en más películas, es de uno gigante aterrador.

Con mala suerte y astucia por parte de valentia, Vicky llega al último sitio dónde la mujer se estuvo divirtiendo y empieza a desesperarse por el panorama.

—Genesis, fue el inicio de todo —habla la mujer volviendo a su forma semejante a humana.

Vicky no ve salida y no se jacta del chiste.

—Ella, se puso a decir que estaba en un mal sueño, empezó a cantar y a llamar a un Jesús ahí y me desespero. Así que la queme.  —le cuenta desatando de nuevo las lágrimas de Vicky.

—Luego resulta que Iliana es una médica y dado que esos rangos son para salvar vidas, la obligue a hacerles diferentes operaciones a las demás. Termino apuñalándose con su propio bisturí. ¡Fue épico! —termina de contar entre risa.

Vicky solo tiembla al saber que ella será la próxima, grita por piedad, cae al suelo echándose atrás mientras ve como la mujer se agacha estando cada segundo más cerca.

—Amo el miedo que hay en tus ojos —profesa acercando la mirada al punto que sus narices rozan.

En un acto de valentía Vicky mueve su cabeza para golpearla logrando que Valentia ría a carcajadas.

—Y agresiva, ¡Que delicia! —exclama extasiada.

La toma de los pies jalando todo su cuerpo para que quede bajo ella, mientras Vicky tiene que ver cómo se transforma en aquel lobo.

El hocico del animal la prevé de lo que va pasar y su último grito es ahogado en baba.

*********

En el lugar de esperar Alexandra ya esta preparada para extasiarse con el grupo tres.

Las miró mientras se acercan, les sonríe y les habla antes de que ellas lo hagan.

—Antes de que pregunten lo mismo que sus estúpidas amigas, no, no soy Marianyely. Soy Alexandra —dice—. Sin rodeos, tienen cinco segundos para que se separen y corran por distintas direcciones.

Todas fruncen el ceño.

—¿Pero por qué? —preguntan dos al unísono.

—Por esto —tira su hacha hacia donde estaba Ale, cortando su pie.

Sueltan un grito de terror y Dani se acerca hacia su amiga para ayudarla a correr, cosa que Alexandra no permite.

—No sé si serás estúpida o qué verga pero, dije que se iban a ir corriendo separadas —remarca la última palabra—. No quieres morir en un tanque de ácido, ¿verdad? —la chica niega—. Entonces déjala.

Con todo el dolor de su alma, Dani se separa de su amiga y empieza a correr hacia otra dirección ella sola. Sus lágrimas caen como cascadas por sus mejillas y se repite una y mil veces en su mente que algún día se vengaría de esa estúpida.

Laberinto sangrientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora