II División

501 49 6
                                    

Muchas personas dirían que sus casas son el lugar más seguro donde pueden estar, lejos de muchos peligros del exterior, pero ¿qué haces cuando ese peligro eres tú mismo?
Cuando tu propia mente te engaña para arrastrarte al abismo en una asfixiante desesperación.

Justo así se sentía USNA, agobiado por las múltiples voces en su cabeza que no dejaban de gritarse entre ellas, peleando por tener la razón.
Incluso podía sentir que su propio cuerpo se rompía a pedazos y no era para menos, pues la sociedad no se adaptaba al cambio.

Todo su pueblo se negaba a dejar atrás su antigua nacionalidad, llegando al extremo de rechazar a cualquiera que no sea de su mismo origen en una clara muestra de racismo.

Ansiedad. Pánico. Miedo.
Eso fue lo único que sintió antes de desmayarse por el shock que le producía su situación, vagando en un oscuro limbo sin principio ni fin.

Horas más tarde, se despertó cansado con enormes ojeras surcando por debajo de sus ojos como muestra de que no era capaz de dormir bien. Sin embargo, aún cuando su cuerpo estaba cubierto de llagas, ni se inmutó.

Al contrario, saber que podría desaparecer en cualquier momento lo llenaba de paz, no volvería a sufrir la crueldad de la vida otra vez. Pero el tiempo pasaba y nada ocurría, de cierto modo sabía que le era imposible morir, pero se negaba a creerlo, se negaba a aceptar lo que la vida le ofrecía.

Miró el reloj escuchando a detalle el movimiento constante de las manecillas haciendo "tic tac", deseó que el tiempo se detuviera solo para él, solo por un momento. Pero no lo hizo.

Gritó con todas sus fuerzas hasta casi romper su garganta, esa frustración se convirtió en una rabieta furiosa golpeando las paredes con sus puños hasta hacerlos sangrar; y entonces volvió a llorar, sintiéndose incapaz de aceptar lo que era.

Sabía que estaba actuando como un bipolar, a ratos es agresivo y en otros estaba decaído, aquello le hacía dudar incluso de su verdadera personalidad.

Seguiría perdido en sus pensamientos de no ser por el sonido del timbre en la puerta principal. Eso lo asustó, pues su apariencia desaliñada y esas feas ojeras revelan que no la ha pasado bien.

En consecuencia le lloverían preguntas que no sería capaz de aclarar, pues no era una opción dar respuestas para nada creíbles como lo es tener múltiples personalidades que te atormentan.

Otro timbre insistente hizo eco en su mente obligándolo a responder. Arreglando como pudo su ropa se acercó lentamente a la puerta para abrirla solo unos escasos centímetros, asomándose tímidamente sobre la brecha.

¿Quién es?

你好 –Le saludó una voz conocida–. Lamento venir sin avisar.

N-No te preocupes China –Tartamudeó abriendo la puerta por completo. Agradecía que no fuera su familia–. No es algo que nos moleste.

¿Nos?

En ese momento USNA sintió que se le caía el mundo como un balde de agua fría, deseaba volverse invisible para ocultar su vergüenza, sin embargo, una suave risa le paralizó, no esperaba ver una reacción como esa.

Tranquilo, con lo que escuché antes y ahora creo que empiezo a comprenderte.

Iba a responder devuelta de no ser por un terrible dolor de cabeza, alguien dentro de su mente le ordenaba que se alejara de él, que fuera cortante y le cerrara la puerta en la cara, pero por increíble que parezca no se dejó controlar, al contrario, dejó pasar al asiático sin hacer ningún escándalo.

Mientras preparaba unas bebidas para ofrecer en lo que el chino se acomodaba en la sala, se puso a pensar en lo que estaba pasando y es que siempre creyó que no podría relacionarse bien con otros países.

Supuso que iba a ser el rarito introvertido de la clase, pero ahí estaba frente a su mayor competidor económico, aunque no lo sentía como un rival.

Entonces, ¿cuál es el motivo de tu visita China? –Preguntó curioso dándole una taza de té verde.

Solo quiero conocerte mejor –Explicó agradeciendo la bebida–. Sé que nuestro gobiernos están compitiendo por el dominio económico, pero a mí me gustaría que fuera más una rivalidad amistosa.

Ya veo... Me disculpo por haber sido grosero la primera vez.

Está bien, sé que no fuiste tú.

USNA volvió a quedarse con las palabras en la boca, sin saber que responder observó al asiático disfrutar de la bebida caliente. No obstante, evitó su mirada en cuanto sus ojos se toparon, no quería que fuese un momento incómodo.

Supongo que deseas preguntar cómo lo sé.

El norteamericano asintió con la cabeza, devolviendo la mirada a China quien parecía leer su mente.

Cuando me hablaste la primera vez noté en tus ojos la bandera de USA, también la de Canadá y México minutos después.

Escuchar eso le puso nervioso, no solo porque no esperaba que esos detalles resaltaran mucho cuando cambiaba de personalidad, sino porque esos nombres eran un gran peso emocional.

Es interesante.

Una vez más se quedaron en silencio mirándose a los ojos, China parecía tener el porte de un felino acechando a su presa, casi como si lo estuviera cazando dentro de su alma. Aquella idea solo le hizo estremecer cada parte de su cuerpo.

Supongo que has acertado –Respondió por fin–. Verás, yo solo soy la fusión de esos 3 países.

No, eres más que solo eso. Siento que tú eres alguien único.

Esas palabras le hicieron sonrojar por la sorpresa, nunca espero que alguien como China le dijera tal cosa. Esta vez fue su turno de sonreír, quizás no eran para tanto esas palabras, pero por primera vez alguien le hizo sentir especial.

Gracias, supongo –Le agradeció tímido, jugueteando con sus dedos–. Entonces, ¿te parece si hablamos de esos tratados comerciales que me querías proponer?

Claro.

Por unos segundos notó un cambio en la mirada del asiático, una expresión fugaz de sorpresa y preocupación por el estado de sus manos, sin embargo, agradeció el hecho de que no le preguntara al respecto, no era algo de lo que quisiera hablar.

Así pues pasaron un par de horas discutiendo una variedad acuerdos que podrían proponer a sus respectivos funcionarios.
Para muchos puede que esa conversación diplomática haya sido aburrida, pero USNA apreció cada momento.

Había hecho a su primer amigo.

Identidades (Cancelada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora