Especial I +16

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• ⟨‹ Bajo el muérdago ›⟩ •

El frío húmedo del exterior contrastaba con la calidez de su taza caliente llena de leche con chocolate. Aún cuando había sido invitado a la fiesta, no se sentía del todo cómodo.

Puede que ahí esté su familia latina y europea, pero su corazón se sentía mejor en el exterior, donde el bello paisaje nevado le maravillaba con cada pequeño copo de nieve que caía con delicadeza junto al resto.

Incluso inhalar el aire frío que le calaba todo el camino hasta sus pulmones era relajante. Probablemente ese lado invernal salió de aquel a quien el mundo llamaba "Canadá".

Tomando otro sorbo de su bebida, cerró los ojos un momento hasta que una mano suave se posó sobre su hombro. Sobresaltado por la sensación miró al responsable relajándose al saber que solo era su socio comercial.

- N-Ni hao -Se esforzó en saludar en chino, avergonzándose por lo mal que le salió el acento.

- 你好 (Nĭ hăo) -Le sonrió China amablemente.

Apenado por ese "hola", bajó la mirada directo a su chocolate como si fuese la cosa más interesante del mundo, sentía que si se perdía un segundo más en los ojos místicos del asiático volvería a actuar extraño.

- ¿No tienes frío?

- No, el clima es agradable.

China soltó una pequeña risa al escucharlo, cualquiera diría que USNA estaba loco por decir que el clima era estupendo con esos -15°C.

- ¿Tampoco te agrada la fiesta?

- No, los latinos hacen demasiado ruido.

- Supongo que está en su sangre ser desmadrosos.

- ¿Cómo tú?

- ¡Oye, a veces puedo ser el hombre más serio del mundo si me lo propongo!

- ¿Alguna vez te lo haz propuesto?

USNA respondería devuelta de no ser porque la risa le había ganado, adoraba las respuestas ingeniosas del asiático cada vez que intercambiaban palabras, sin embargo, se detuvo al darse cuenta de que China le estaba mirando.

Sin poder evitarlo, se quedó hipnotizado por esos ojos dorados tan brillantes como el oro, pero que a su vez no le decían nada más allá de ese mirar solemne, como si esas ventanas al alma estuvieran cerradas por unas cortinas con el propósito de no hacerle saber lo que deseaba.

Con la cara ardiendo, se levantó de golpe dándole la mano antes de que cualquier pensamiento sucio le invadiera.

- D-Debes tener frío, ¿no? -Tartamudeó-. Casi olvido que tienes un clima más cálido.

Lleno de nerviosismo le tomó de la mano para guiarlo dentro maldiciéndose por haber actuado de esa forma, «tan estúpido» se decía.
Sin embargo, apenas entraron la fiesta se quedó en silencio como si fuese un funeral en vez de una celebración.

- ¡Están bajo un muérdago!

Esas 4 palabras le estremecieron de pies a cabeza, no hubo ni tiempo de escapar antes de que todos les gritaran suplicantes por el tan famoso beso que se daba cuando una pareja yacía bajo el muérdago.

Temeroso por la reacción de China, volteó a verlo solo para que este le regresara una mirada cómplice. Por instinto observó los labios del asiático, dándose cuenta de que estaban fruncidos en una pequeña sonrisa casi imperceptible.

A cámara lenta pudo ver a su acompañante acercarse a él como si le fuera a besar, juraba incluso que se había puesto de puntitas. Entonces para sorpresa de todos, un pequeño beso fue depositado sobre su fría mejilla.

Más pronto que tarde se alzaron las quejas, ¿qué clase de beso era ese? Algunos solo se resignaron sabiendo que ni China ni USNA eran capaces de ir más lejos, pero estaban en un error.

USNA sintió como el deseo latente en su pecho se acumulaba quemando todo a su paso, pues ese beso no había sido suficiente, para nada. Solo provocó la pequeña llama que encendería sus más profundos instintos por reclamar a ese "socio".

Una vez más el silencio se hizo presente por la sorpresa, ya que el norteamericano agarró al chino contra el marco de la puerta.
Sin importar nada más que ellos dos se acercó a reclamar esos labios, probando su sabor dulce y esponjosa suavidad.

Como un cachorro desesperado por comer, lo sujetó de la cintura tanteando ese terreno delgado y frágil frotando sus cuerpos. Se atrevió incluso a lamer y mordisquear los labios de China deseoso por sentir su calor más de cerca.

Empezaba a preguntarse si su expresión seguiría siendo tan serena y tranquila si lo tuviera debajo suyo, si esa voz suave y gentil le suplicaría por más, si su interior también sería caliente y húmedo.

Justo iban sus manos a deleitarse con esa piel de seda cuando un fuerte grito le asustó. Aún cuando había reaccionado no fue suficiente para esquivar el fuerte golpe que recibiría de Rusia, quien empezaba a reclamarle sus acciones maldiciendo en ruso cada dos o tres palabras.

Pero aún en medio de esa pelea pudo distinguir un destello de lujuria y deseo en los ojos dorados de China antes de que el resto de asiáticos se lo llevaran lejos como si fuese un animal salvaje y rabioso.

- Lo siento USNA, pero no podré ayudarte con tu problema -Fue lo único que alcanzó a decir el gigante asiático antes de ser arrastrado a una zona segura.

Por otro lado, el americano no entendió a qué se refería hasta que sus hermanos le señalaron no muy discretamente su "tienda de acampar". La vergüenza tiñó de rojo su cara antes de salir corriendo directo a la seguridad de los -15°C del exterior, quizás la frialdad del clima le ayude con ese pequeño problema.

Ahora que estaba más tranquilo, se dió cuenta de que en ningún momento tuvo el asco de USA, ni la pena de Canadá o siquiera una pizca de incomodidad de México, todo había sido producto de su propia hambre por esos labios dulces, supuso que al lado de China podía ser él mismo.

Feliz navidad Isalaneko

Identidades (Cancelada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora