1. EL COMIENZO DEL FIN

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Cuando Billy había llegado ese día a la casa de Stu luciendo un poco extraño, aún más extraño de lo que era, claro. Le había dicho que se sentía un poco triste y Stu rápidamente se precipito a querer abrazarlo y consolarlo casi desesperado.
 
Billy sonrió y lo apartó delicadamente poniéndole una mano en la mejilla con una sonrisa melancólica y triste mirando el piso de madera de Stu. Le llenó de falsa esperanza y palabras convincentes . —Sabes Stu que eres mí mejor amigo y debo contarte todo lo que me pasa y creo que debo contarte esto, espero que no te asustes o en el peor de los casos me dejes de querer—
 
Dicho esto alzó la vista hacia él mirándolo directamente a los ojos y ladeando un poco su cabeza, sabiendo de antemano que Stu aceptaría todo lo que él le diera o dijera sin rechistar alguna vez. Sabía que Stu estaba enamorado de él , y lo usaría para su conveniencia porque el ojiverde era demasiado manipulable y creía que lo podía moldear hasta tener a su perfecto compañero en el crimen, usaría a Stu a su voluntad cuánto quisiera.
 
¿Pero a veces las personas se equivocan... O no?
 
El corazón de Stu salto violentamente en su pecho, mientras miraba a Billy y trataba de mantener sus manos quietas en su regazo, demasiado ansioso. Le hizo una señal con la cabeza a Billy de que continuará hablando, pero Billy detestaba cuando Stu hacia eso. Entonces le recrimino, un poco más enfadado de lo que debía.
—Vamos Stu, necesito que me digas que si, pero con tus palabras háblame, ¿si? — Dijo bajando su voz y mirándolo con fingida tristeza .
 
Stu asintió frenéticamente con la cabeza y Billy ya frustrado lo miro de nuevo con un gesto obvio de que comenzará a hablar. Stu no quería hacerlo enojar, entonces su boca hablo más rápido que su cerebro y con más emoción de la que quería mostrar le soltó las palabras. —Si Loomis dime lo que sea, sabes que no te voy a juzgar y siempre seré tu amigo, ¿si? Dime que pasa cariño
 
Lo último lo dijo sin pensar y  cuando comprendió el peso de sus palabras,  mira aterrorizado la reacción de Billy, pero para su gran sorpresa este solo le dio una pequeña sonrisa, bueno fue más bien una pequeña mueca , pero basto para convencer el tonto corazón de Stu.
 
Billy arqueo una ceja  y sacudió su cabeza. Analizo el apodo tan irritante y lo ignoro asqueado.
—Esto sonara raro pero...— Soltó un largo suspiro jugando con sus manos nerviosamente mientras Stu se perdía en los movimientos . Mierda si que era bueno fingiendo, se felicito el mismo. Y entonces por fin alzó la vista de sus manos.  —¿Recuerdas las películas de terror que tanto te gustan ? .Digo las películas que miramos juntos, ¿y con las que a veces finges dormír para abrazarme?—.Stu quedó helado por un momento, el descubrimiento le cayó como balde de agua fría.Solo pudo reír sin mucha gracia. Soltó una risa amarga y seca con la que busco aliviar la tensión y vergüenza que sentía.
 
Este le replico algo enfadado , construyendo sus defensas —¿Estas bien Loomis? , ¿Crees que quiero que me abraces o consueles en las noches? ¿ Que necesito qué estés conmigo para dormir, o  insinúas algo más?— Apretó los dientes como si eso fuera a cambiar algo, como si su rabia mal teatrada pudiera cubrir la vergüenza de ser descubierto.
 
Billy lo observa en silencio y saca un as bajo la manga, sabe que las palabras de Stu ocultan tanto. No le preocupa en absoluto el hecho de que nunca escucho tan tajante y frío a Stu. Su voz sonaba dolida  y al parecer se sintió expuesto por tal repentino ataque que le hizo. Pero sabe bien que no perdería a Stu ahora. Lo necesitaba para su plan.
 
Y lo pondría en marcha
 
Así que se levantó de la cama y camino hacia la puerta con la cabeza gacha intentado parecer triste, se esforzó lo más que pudo para fingir que estaba llorando o almenos que perezca que tenía sentimientos y fueron heridos, intenta llorar pero no puede. No hay algo que realmente lo pusiera vulnerable, así que antes de tomar el pestillo de la puerta y girarlo finge que su mano tiembla en el aire y que su cuerpo se sacude debido al llanto, suelta un jadeo lastimero cómo si de verdad estuviera llorando.Mierda tenía ganas de reír por lo patético de la situación.  Se quedó solo un momento en esa posición apretando  los ojos con fuerza, cuando de repente sintio como las lágrimas comenzaron a descender en sus mejillas y agradeció a satán por eso.
 

EL PLAN (IM)PERFECTO DE BILLY LOOMISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora