Ese día sin dudas estuvo lleno de sorpresas, decir que el Dr. Hedo era afortunado sería quedarse corto. No es común que al salir de la cárcel y a solo unos cuantos pasos de la entrada ya te ofrezcan un trato millonario. Obviamente, aún si eso no hubiera sucedido se las habría arreglado perfectamente, no por nada era un genio, pero no podía negar que se sentía excelente no tener que depender más del poco sueldo de cajero de tienda que le proporcionaban sus antiguas creaciones.
Ahora no solo tendría más dinero del que pudiese necesitar, también recursos y materia prima que ni en sueños hubiera podido obtener con su antigua «fuente de ingresos». El joven quedó asombrado al entrar a su nueva habitación, no había tenido una tan espaciosa ni siquiera en la época en que sus padres vivían.
Pero aún no era el momento para relajarse, nunca estaba de más tomar precauciones. Hedo conocía muy bien las ventajas de anticiparse a las acciones de la gente alrededor, él mismo ya espiaba a esa organización mucho antes de que se cruzaran miradas ¿Qué les impedía a ellos hacer lo mismo ahora que lo tenían bajo su techo?
Que ni se les ocurra pensar que lo permitiría, antes de siquiera desempacar se dispuso a revisar cada centímetro de esa habitación en busca de cámaras, micrófonos o cualquier otro dispositivo de vigilancia, irónicamente con la ayuda del dispositivo de vigilancia que Hedo había usado con ellos, un pequeño robot con apariencia de abeja que había construido dentro de la cárcel llamado Hachimaru.
El pequeño insecto mecánico no solo era lo más avanzado en el campo del espionaje, también era letal como arma, el veneno en la punta de su aguijón era capaz de matar en pocos segundos a casi cualquier ser orgánico, poderosos androides de base humana perecerían al ser inyectados con la misma facilidad que una persona sin modificaciones. Fue muy útil para dejarles bien en claro a esos dos hombres su lugar, él no era un peón al que pudieran utilizar a su antojo, si le llegaban a faltar el respeto lo lamentarían, tal como todos esos presidiarios que amanecieron muertos en circunstancias 'misteriosas'.
Después de terminar una evaluación exhaustiva y comprobar que no había peligro al menos por ahora, el joven científico finalmente se permitió bajar la guardia. Ahora podría hacer lo que tanto había deseado desde que puso un pie dentro de ese cuarto...
—¡Tendrás tu merecido villano, no puedes evitar el triunfo de la justicia! —declaró el «héroe» vestido de azul mientras se elevaba por los aires... por unos segundos gracias al impulso de la cama.
—¡Pow, pow! ¿Viste eso Hachi? ¡Le dí! Vamos, choca esos cinco —Le dio un ligero toque con su dedo a la hiperactiva abeja que no había parado de dar vueltas a su alrededor desde que comenzó a saltar.
A pesar de su mente brillante y de lo moralmente cuestionable de algunas de sus acciones, Hedo se aferraba a la fantasía de los Super Héroes, a una vida de aventuras derrotando al mal. Coincidentemente su estatura y apariencia en general reflejaban perfectamente su edad mental, camuflando muy bien que ya era un adulto de 24 años.
El científico dejó su aventura imaginaria para más tarde, ahora debía poner todo su enfoque en el verdadero trabajo.
—No puedo creer que después de tanta palabrería sobre cambio la única razón por la que me quisieran fuera repetir un modelo fallido —Se quejaba mientras con fastidio pasaba entre sus manos los papeles con la información sorprendentemente completa que la Patrulla Roja pudo proporcionarle —Increíble que tengan datos tan precisos cuando según ellos no estuvieron directamente involucrados. Mejor así, es mucho más fácil que tener que replicarlo solo a base de fotos y videos, no quiero dedicar tanto de mi tiempo a un diseño que nunca me inspiró.
...Le daremos a esos ancianos lo que tanto quieren.
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Rojo y Azul
FanfictionDos Androides son construidos con la misión de ser los Super Héroes perfectos, pero la vida no siempre sigue nuestros planes.