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—¡Santo! ¿Qué pasa, sexy?

Hoseok agachó la cabeza para que Eunbi no viera lo avergonzado que estaba.

—Si claro.

—¡Estoy hablando en serio! Mírate en el espejo. —Eunbi lo agarró del brazo y lo arrastró frente a un espejo de cuerpo entero—. ¡Mira!

Hoseok miró. Eunbi le había convencido para que fuera de compras con ella durante su día libre en Los Ángeles, y comprar con una de las mayores estrellas de cine del mundo no significaba, como Hoseok había esperado, ir a un centro comercial. Significaba sesiones de compras privadas en pequeñas boutiques de diseñadores. También se había dado cuenta rápidamente de que Eunbi ni siquiera buscaba ropa para sí misma, y que lo que más le interesaba era vestir a Hoseok como una muñeca.

Así que ahora llevaba una camiseta de seda de color marfil que era básicamente transparente y que costaba más de lo que la mayoría de la gente gana en un mes. Se parecía más a algo que llevaría Yoongi.

—Tu cuerpo es ridículo —dijo Eunbi—. ¡Mira ese culo!

Los pantalones de color marrón oscuro eran algo elásticos y se ajustaban a sus muslos y a su trasero de una forma que, Hoseok podía admitir, resultaba bastante agradable. —Los pantalones son buenos —admitió.

—Todo está bueno. Confía en mí. Y toma. Pruébate esto. —Le tendió una cazadora de cuero marrón rojizo—. Es corta para que no escondas ese jugoso trasero.

—Basta —dijo Hoseok mientras se ponía la chaqueta. Nunca le habían gustado las chaquetas de cuero, pero tal vez...

—Me encanta este look con tu pelo más largo —dijo Eunbi—. Te ves como un problema.

Hoseok se giró de lado a lado frente al espejo, examinándose. Se veía diferente, pero seguía siendo él mismo. Sólo que... más fresco.

—Me gusta —admitió—. ¿Estos pantalones vienen en otros colores?

Una hora después, él y Eunbi salieron de la boutique con varias bolsas, todas ellas con ropa para Hoseok. Eunbi había insistido en pagar todo, lo cual era completamente innecesario, pero Hoseok lo permitió porque parecía hacerla muy feliz.

Hoseok era vagamente consciente de que había gente -parazzi, probablemente- tomándoles fotos mientras recorrían la corta distancia que separaba la tienda del coche con chófer de Eunbi, pero ésta no los mencionó, así que él tampoco lo hizo. Hoseok no sabía cómo soportaba ella ese nivel de escrutinio público. Hacía que su propia vida como jugador de hockey superestrella pareciera francamente privada.

—Me muero de hambre —anunció Eunbi cuando subieron al coche—. ¿Quieres comer tacos?

Hoseok quería comer tacos, pero... —Estoy en una dieta bastante estricta — dijo—. Para, como, el rendimiento.

Eunbi se rió. —Oh, cielos. Pensé que por fin tenía una cita para comer con la que podía comer de verdad. Bien, ¿qué puedes comer, entonces?

Después de que Hoseok recitara una lista vergonzosamente larga de alimentos prohibidos, Eunbi pidió a su chófer -con el que parecía tener una relación muy amistosa- que los llevara a un lugar que tenía, según ella, el mejor poke de la ciudad.

—¿Cómo van las cosas? —preguntó Eunbi una vez que estuvieron en una mesa del patio con sus tazones—. Con... ya sabes...

—Genial —dijo Hoseok rápidamente—. Realmente genial.

—¿Si? ¿No hay planes de hacerlo público?

—En realidad, no.

—¿Te parece bien?

LONG GAME [YOONSEOK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora