Guardé silencio mientras los tres caminábamos detrás del director. Ella caminaba en medio de ambos, pero se encontraba más cerca de mí, como sabiendo que estaba protegida. Levanté mi mano y toqué mi labio, había un pequeño corte justo en la comisura derecha. Pero él no estaba para nada limpio. Su nariz sangraba, y cuando mañana despierte tendrá un buen moratón en el ojo. Mal nacido, se merece mucho más que eso.
Llegamos a la oficina, nos hizo sentarnos y se sentó frente a nosotros.
—¿Y bien? ¿Quién va comenzar? —habló el director.
Payne estaba por hablar.
—Yo —dijo ______. Solo me limité a mirarla de costado.
—La escucho.
—Resulta que el señor Payne se puso un poco violento. Y Harry solo… quiso defenderme.
—¿Violento? —preguntó el director.
—¡No seas cínica! —la atacó Payne.
—¡Cállate IDIOTA ! —le advertí.
—!STYLES, chicos ¡Tranquilos! —dijo elevando un poco su grave voz —A pesar de como hayan sido las cosas, saben bien que no hay que utilizar la violencia.
—Eso dígaselo a él —le dije.
—No voy a expulsarlos, no creo que esto sea tan… necesario. Pero otro problema Styles, y será el último que acepte de su parte.
—Pierda el cuidado —dije despreocupado.
Se puso de pie y nos despachó de la oficina. Miré con furia a Payne, y este también lo hizo.
—_______, necesito que hablemos —le dijo él.
Ella rió sarcásticamente.
—Vete a la mierda —le dijo y comenzó a caminar.
Sonreí y le hice un gesto con los hombros al estúpido y fui tras ella. La alcancé y se giró a verme.
—Vamos a la enfermería —sentenció.
—No, ¿para que? No hace falta, esto se cura solo.
—No seas terco y vamos.
Revoleé los ojos e hice lo que ella quería. Cuando llegamos al lugar, se sentó enfrente de mí, y cogió el botiquín que se encontraba a un lado. Sacó un poco de algodón y lo mojó con alcohol. Con cuidado se acercó más a mí y apoyó el mismo cerca de la comisura derecha de mi labio. Busqué su mirada con los ojos, pero ella estaba demasiado concentrada en la pequeña herida. Tomé su mentón e hice que me mirara.
—No tenías que hacer eso —me habló apenas coloqué mi mirada sobre la suya.
—No tolero a los idiotas que utilizan su fuerza sobre las mujeres —le contesté.
—Igual, no debiste. ¿Qué pasaba si te expulsaban?
—No te preocupes, cariño —dije y sonreí —Se que quieres verme todos los días, pero…¡Auch!
Apoyó con un poco más de fuerza el algodón en mi herida.
—Mejor cierra la boca —afirmó y siguió curándome.
Dirigí mi mirada a uno de sus brazos, y la marca del agarre de esa bestia estaba sobre su sensible piel.
—¡Es un animal! —rugí y tomé su brazo con cuidado.
—Auch, auch, oye duele —susurró.
—¡Voy a matarlo! —dije apretando los dientes, mientras el deseo de furia me invadía.
