Breves historias con el rey de los sueños.
#1. En MORFEO
"Esto no está bien, soy el Rey de los Sueños, y tú perteneces al mundo despierto"
Los que venís de los relatos con Loki ya sabéis qué esperar, a los demás sólo decir que bienvenidos al reino...
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En cuanto llegué a mi habitación dejé todos los libros sobre el escritorio y fui a mi baño privado para poder prepararme un baño y relajarme. Me resultó curioso como el agua empezó a salir a una temperatura perfecta para mí y me metí directamente mientras el nivel del agua subía hasta cubrir mi cuerpo por completo.
Después repasé todos los acontecimientos del día, los habitantes con los que me había topado eran todos amables conmigo, sobretodo Lucien, la cual me contó lo básico acerca del reino en el que ahora habitaba. Él único que parecía no sentir simpatía por mí era Morfeo, aunque en parte podía entenderlo, al fin y al cabo, había pasado 10 años encerrado en una esfera de cristal sin contacto con nadie.
Después del baño, mientras secaba mi cuerpo, observé en el espejo mis formas de mujer y busqué en el armario algo que pudiera favorecerme más que las ropa que usaba allá en la Tierra.
No tardé en encontrarlo, allí no sólo tenía vestidos, también varios pantalones y camisas, jamás había usado pantalones por lo que decidí probarme esta prenda y me sorprendí por lo cómodos que eran y lo bien que me quedaban. Ahora podría moverme con más libertad y subir los peldaños sin tener que subirme los bajos de mis vestidos.
No sentía hambre ni sueño, así que me senté en una enorme butaca y me puse a leer durante toda la noche. Comencé ambas sagas y me sorprendió como estas, aunque ambas eran literatura fantástica, eran diferentes entre sí pero a la vez hermosas.
Cuando casi llegó la hora de volver a la biblioteca volví al baño para acicalarme un poco, decidí dejar mi cabello suelto y también usar algo que mi padre me tenía completamente prohibido, el maquillaje. Pero aunque este me lo tenía prohibido no quería decir que no lo hubiera usado ya en la Tierra a escondidas.
—Buenos días Lucien —le dije al entrar a la biblioteca.
—Buenos días ________ —me dijo ella—. Te ves muy diferente hoy.
—Porque por fin puedo ser yo misma aquí, o al meno así lo siento, a pesar de ser una prisionera...
—No eres ninguna prisionera.
—Bueno... a pesar de que, supuestamente, esto sea un castigo, jamás me había sentido tan libre.
—Porque quizás las intenciones de Morfeo no sea castigarte.
—¿Qué?¿Y por por qué...?
—A veces ni yo misma entiendo las decisiones de mi rey. En fin, hay muchos libros que organizar.
Mientras organizaba los libros no pude evitar fijarme en las extrañas criaturas que por allí pasaban, parecían salidas de los libros que estaba leyendo, aunque en el fondo sabía que más bien era al contrario. Quizás los autores, en sus sueños, vieron a estas criaturas y se inspiraron en ellas para crear sus magníficas obras.
Aquel día no me encontré con Morfeo, y al siguiente tampoco, lo cual me hizo sentir extraña, como si le añorase.
Cuando volví a verle no fue en el salón del trono, ni en los pasillos, sino en los jardines. Yo estaba colocando libros en la biblioteca y le vi desde la ventana, muy concentrado en algo por lo que dejé lo que estaba haciendo para poder observar mejor.
