Era un alivio llegar y poder estirar por fin las piernas. Hermione había tenido un largo viaje en tren. A pesar de que su padre le había comprado un boleto de ida en un expreso, el viaje le había parecido un fastidio interminable.
Después de recoger su maleta de la zona de descarga, sacó del bolsillo de su blusa la fotografía que la había acompañado durante las últimas semanas, y a la que había estudiado con minuciosidad para poder reconocer a su tío. Miró y buscó por entre la gente su rostro, pero con unos años más encima. Aunque, ella no podía evitar desear encontrarse con aquel jovencito de rostro distraído y mirada tierna. Ese jovencito de la fotografía que sonreía picaronamente junto a sus tres amigos del colegio.
Hermione tampoco estaba preparada para encontrarse con lo que vio: parado junto a otras personas que esperaban a sus respectivos parientes, estaba él. Esperándola...
¡Sí, era él! No podía estar más segura de ello.
Pero como era de esperarse, ya no era un adolescente. Era un hombre. Joven, pero todo un hombre...
Algo en el interior de Hermione se agitó. Sabía que era su tío y aún así no podía evitar encontrarlo atractivo. Era alto, castaño como ella, pero su cabello era lacio y de un tono bastante claro. Él no tenía la cabellera rizada e indomable que ella, su padre y su hermana Lavender sí...
Las miradas de ambos se encontraron, y allí Hermione descubrió que la fotografía no le hacía justicia a sus ojos. Eran muy azules, profundos y cálidos. Hasta se sentía arder por la manera en la que él la miraba...
Con su caminar felino y elegante, Hermione fue acercándose. Su cuerpo inconscientemente buscaba seducirlo. Y con cada paso que daba, pudo apreciar mejor aquel rostro que se mostraba más que amable con ella... Al estar tan cerca de su tío, notó algo que a lo lejos no era perceptible y que cuando él era un adolescente no tenía: el rostro de Remus estaba surcado por algunas cicatrices. Pero Hermione pensó que lejos de restarle atractivo, eso lo hacía más interesante y de pronto se vio embargada por el deseo de acariciar y besar esas cicatrices.
Hubieron unos escasos segundos de silencio cuando ambos estuvieron frente a frente. Un silencio tenso que presagiaba futuras tormentas de delirio...
Cualquier tercero que mirase la escena entre esos dos, hubiera sospechado que era el reencuentro entre dos amantes que no se veían hacía una eternidad; y no dos parientes... La atracción física entre ambos era palpable, y más sofocante que esa tarde de verano.
Ninguno de los dos lo sabía aún, pero cada quien había encontrado a "la horma de su zapato", "su talle perfecto". El ideal que todo mundo busca, y que pocos tienen la fortuna de encontrar... El único detalle que los perturbaría era su consanguinidad...
—¿Usted es Remus Lupin? —preguntó, aunque sabía la respuesta.
—Soy yo... —respondió él.
Su voz grave y áspera fue para ella como una suave y larga caricia que la recorrió por completo.
—Soy Hermione, tu sobrina. —dijo con una sonrisa gentil.
No sabía si era su imaginación o qué, pero le pareció ver el desplome de aquel hombre. De pronto esos ojos cálidos se volvieron fríos y su rostro se endureció. Era como estar de repente con una persona diametralmente opuesta.
Al ver que él no reaccionaba y solo la miraba de manera distante, como si ella fuera una completa desconocida o una persona peligrosa, Hermione se le acercó, invadiéndole el espacio personal. Él abrió sus ojos con asombro y retrocedió un paso, pero ella no le dio cuartel y se acercó más. Sus zapatos de tacón le ayudaron bastante para lograr su cometido: lo besó en la mejilla. Justo en dónde una de las cicatrices le partía el pómulo.
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El Pueblo de San Andrés
RomanceRemus Lupin es un hombre solitario que vive en un apacible pueblo escocés, El Pueblo de San Andrés. Un día recibe una llamada telefónica de su hermano Romulus Lupin, quién le pide un enorme favor. Remus acepta, ignorando que conocerá a su ideal de m...