Capítulo 4

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 A las cinco de la mañana el despertador con campanillas comenzó a sonar... Molesto y soltando alguna que otra grosería, Remus golpeó con su puño cerrado al detestable aparatejo para que se callara (detestaba el ruido).

Todavía adormilado, se sentó en el sofá donde había pasado la noche y se masajeó la nuca, se había levantado un poco contracturado. Se fue hasta su habitación, donde ahora dormía Hermione. Arrastrando los pies ingresó allí, y la primera imagen que lo recibió fue la castaña durmiendo destapada, hecha un ovillito y con sus cabellos revoltosos esparcidos por toda la almohada.

Remus negó con la cabeza: nunca antes había visto una imagen tan graciosa y tierna a la vez...

—Está muerta de frío... —dijo, mientras se acercaba a ella con una sonrisa burlona.

Él tomó la frazada que había quedado revuelta en una esquina de la cama y la abrigó... Se quedó mirándola unos segundos: Realmente la veía preciosa...

Uno de los mechones rebeldes de Hermione le cubría parcialmente el rostro. De manera inconsciente, Remus alzó su mano para retirar ese mechón, pero al darse cuenta de lo que estaba apunto de hacer, bajó su mano de inmediato y no lo hizo...

Evitando hacer ruido para no despertarla, se metió al baño sin puerta y se dio una tibia ducha. Debía alistarse temprano, porque en un par de horas tendría que ir al trabajo, y por nada del mundo quería quedar atascado en un embotellamiento o llegar tarde. Después de ducharse, se colocó un toallón alrededor de su estrecha cadera y salió del baño para buscar lo que vestiría.

Abrió el placar y de allí sacó una corbata, el saco y el pantalón azul que conformaban su uniforme de trabajo, y una camisa blanca. Al estar concentrado en ello, no notó que unos ojitos chocolate le miraban la espalda...

Cuando Remus volteó, se encontró con la intensa mirada felina de Hermione...

—Buen día... —dijo él con suavidad —¿Te desperté?

—Mmm... Sí —respondió ella

—Lo siento, no quería molestarte...

Hermione negó con la cabeza, restándole importancia.

—No te preocupes, no es nada...

Ambos se quedaron en silencio, mirándose mutuamente...

Hermione trataba de no dirigir su mirada hacia abajo... y Remus rogaba que ella no hubiera visto las horribles cicatrices que tenía en la espalda...

—Iré a la sala a vestirme —dijo él, pero antes de irse le preguntó —¿Te gustaría desayunar conmigo?

Ella le dedicó una sonrisa muy linda y aceptó. Con solo eso, logró que el corazón de Remus diera un violento vuelco... Él iba a marcharse de la habitación, como alma que lleva el diablo, pero la voz de ella lo detuvo:

—Remus...

Él volteó a mirarla.

—Quédate. Yo saldré de la habitación para que puedas vestirte —dijo Hermione, mientras se quitaba la frazada de encima. Luego se sentó en la cama para calzarse las pantuflas y se levantó.

Cuando ella pasó a su lado al salir de la habitación, no pudo evitar lanzarle una mirada a una de las feas cicatrices que él tenía en el pecho...

Al quedarse solo, Remus soltó un suspiro que sin darse cuenta había estado conteniendo, y comenzó a vestirse...

— o —

Hermione puso el agua a hervir, y luego comenzó a preparar unas tostadas, mientras lo esperaba. A los pocos minutos él ingresó en la cocina, renegando porque no lograba ponerse la corbata prolijamente...

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⏰ Última actualización: Oct 30, 2022 ⏰

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