~ Cuando los cuentos se funden con la realidad ~
En todos los cuentos que me han relatado des de que tengo razón, aparecían dragones, brujas, genios, hadas, gnomos, princesas y príncipes...
Solían empezar con un ''erase una vez, en un reino muy lejano...''
Aun que, mi historia, empieza un poco diferente...
En ese entonces, mas que una princesa, era como alicia en el país de las maravillas. Vivía con mis abuelos en la casa de campo, donde pasaba mis días buscando aventuras mágicas en el gran jardín de mi abuela, donde personajes fantásticos me acompañaban en la búsqueda de tesoros escondidos.
El mismo día que cumplí siete años, mis padres decidieron llevarme con ellos a la ciudad. Después de celebrar mi cumpleaños, mientras me despedía de mis abuelos, me dieron una caja y una llave. Durante todo el trayecto en coche, la imagen de mis abuelos permaneció en mi mente junto con el eco de sus palabras...'' guarda esto como un gran secreto, sobretodo no lo abras hasta que estés sola en tu habitación...''. Y así lo hice.
Entre la mudanza, las visitas de cortesía y mis nuevas clases particulares de modales, música y danza (tal como marcaban los cánones de la época), sin contar mi nuevo colegio de señoritas, tuvieron que pasar una semana y tres días hasta que pude estar tranquilamente sola en mi nueva habitación. Sentada a los pies de mi cama, mis manos bailaban encima del secreto que me habían dado mis abuelos el día de mi cumpleaños.
Me quite la llave que siempre pendía de mi cuello desde entonces, y con expectación la introduje dentro la cerradura para luego girarla. Un pequeño chasquido me indico que se había abierto. Retiré la llave, y lentamente empece a levantar la tapa.
En su interior, un muñeco de porcelana descansaba. Era la cosa mas bella que mis ojos habían visto con mi corta edad. Tenia más o menos el tamaño de un violín. Me fije en cada detalle, su pelo, tan rubio que parecía blanco, sus ojos cerrados con unas delicadas pestañas, sus rosadas mejillas, su nariz fina y suave, sus finos labios, su traje con bordados y fina tela... Era el mejor de los mejores regalos, tesoros o secretos que nunca había recibido!!! ...
Continué observando maravillada el contenido de la caja.
Fue entonces cuando me percate de que en la tapa, había un pequeño bolsillo interior disimulado con el terciopelo azul del forro de la caja.
Al introducir la mano, mis dedos se encontraron con un pequeño libro. Cuando lo saqué, lentamente una ilustración de plata comenzó a dibujarse en su portada.
La magia de los cuentos de mis abuelos me había seguido para contarme una nueva historia.
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