Capítulo 11: Bonito cuerpo.

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Después de lo que hizo la cabra esa, tuvimos que empujar el carro hasta el hotel más cercano, nos hospedamos y pedimos una habitación que para nuestra mala suerte, mi mala suerte, era de una sola cama

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Después de lo que hizo la cabra esa, tuvimos que empujar el carro hasta el hotel más cercano, nos hospedamos y pedimos una habitación que para nuestra mala suerte, mi mala suerte, era de una sola cama.

Y sin sofá.

- Tú dormirás en el suelo con la cabra.

- ¿Y dónde quedó la caballerosidad?

- Eso no importa ahora.

- Machista.

Ruedo los ojos y entramos a la habitación, si competimos entre esta y la anterior, esta se ve mejor. Las paredes no están sucias y viejas. Una gran alfombra un poco polvorienta, la cama está arreglada y bonita y ni de hablar del balcón.

Cinco de cinco le doy.

- Se ve mejor que la anterior. - Suelta trenzas al verla.

La cabra corre directo hacia el tazón de frutas y come una manzana de este.

- Y ahí va la ensalada. - Digo al verla.

"Y yo que pensaba comérmela."

Trenzas se lanza a la cama, disfrutando de como se hunde al tener contacto con ella.

- Qué bueno que disfrutaste, ahora fuera. - La pateo haciendo que caiga al suelo.

Ella se queja y sonrío victorioso. Salgo en busca de la cena, yendo a la tienda más cercana, tomo unos jugos y un par de papas y salsas.

Una chica me atiende y al verme sonríe coqueta. - Tengo novia y no me gustan las rubias. - Suelto haciendo que ella me miren entre enojada e indignada.

Vuelvo a la habitación y me encuentro a trenzas casi desnuda enfrente de mí, ella me mira y se queda petrificada, la escaneo de arriba abajo hasta terminar en su cara.

- Bonito cuerpo.

- ¡Pervertido! - Lanza algo que termina en mi cara y termino en el suelo. - ¡Imbécil! ¡Descarado! ¡Cuero! ¡Puto! - Grita lanzando varias cosas hacia mí.

Las esquivo todas y llego hasta ella, la tomo de los hombros haciendo que me mire y se detiene, sus ojos marrones me miran entre asustada y sorprendida, sé que no debí decir eso, pero nunca pensé que terminaría así.

- Lo siento.

Ella se tranquiliza y su toalla empieza a deslizarse hasta caer en el suelo, ambos nos miramos a tal semejante sorpresa.

- ¿Por qué tus tetas son tan pequeñas?

Y así fue como terminé con mi vida, me suelta una bofetada tan fuerte, creo que hasta peor que las de mi mamá, toma la toalla y se encierra en el baño.

Me sobo la mejilla y miro a la cabra quién mira la escena curioso.

- Chismoso.

Él se voltea y suelta un pedo haciendo que me tape la nariz, animal repugnante, ya lo tenías preparado.

Concordamos dormir en la misma cama, sólo que cada uno en su lado, la cabra se acurruca junto con trenzas y duermen tranquilamente.

Tomo un mechón de su cabello y veo que está sedoso, y yo que pensaba que sería grasoso o enredado, nunca la he visto con el pelo suelto.

Mis ojos pesan y se cierran lentamente, busco algo con lo que abrazar y al tomarlo lo acerco hacia mí oliendo su aroma, es un hábito que tengo desde niño.

Pero nunca pensé en lo que pasaría después.

El verano de ValeriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora