Me despiertan los rayos del sol pegando en mi cara.
- Buenos días mi niña - me saluda la causante de mis molestias.
- Buenos días nana.
Me levanto y quedo sentada en el borde por un momento para acabar de despertarme.
- Te traje el desayuno porque sé que sino lo hago no comes. - pone la bandeja a mi lado.
- Estoy muy ocupada nana, no me da tiempo.
- Tienes que comer o te vas a enfermar.
- Esta bien.
Mi vista va a la bandeja que tiene fruta cortada, tocino y huevos fritos además de un batido de fresa, justo lo que me gusta. Empiezo a comer tranquilamente y cuando termino me levanto directo al baño para acearme y luego elijo que ponerme. Me decido por unos jeans y una blusa de tirantes beige que deja al descubierto mi abdomen y unos converse.
Salgo cuando termino de arreglarme y voy al primer piso buscando a nana en la cocina donde siempre se encuentra escondida.
- Nana ¿dónde está Andy?
- Ahora está comiendo en el jardín.
- Gracias - le doy un beso en el cachete y voy al jardín.
Se encuentra en la mesa moviendo sus piesesitos feliz mientras su madre le da la comida.
- ¿No crees que ya estás un poco grande para que te den la comida?
El niño me mira con una sonrisa para luego levantarse y correr a rodear mis pies con con sus brazos.
- Termina de comer para ir de compras.
- Esta bien.
Regresa a su sitio e intenta comer lo más rápido que puede.
- Más despacio, el súper no va a desaparecer. - me río y luego me siento junto a él a esperar.
Su madre me observaba de reojo con cierto recelo pero sin dejar de alimentar al niño. Al terminar una de mis criadas recogió los platos sucios y me levanté para llevarlo conmigo.
Su madre nos siguió de cerca presa del pánico después de ver lo cruel que puedo ser.
Nos montamos en coche, un descapotable negro último modelo. La madre con el niño se sentaron atrás mientras yo manejaba.
Salí de los terrenos de mi casa y me dirigí a la mejor tienda de ropa. Un poco cara pero de la mejor calidad a la que llegamos en quince minutos por lo rápido que iba.
Cuando aparqué el auto y bajé vi la cara de susto que tenía Ágata mientras que Andy era feliz.
- Vamos - lo agarré de la mano y él con la otra sostuvo la de su madre y avanzamos hasta estar dentro del enorme local con diversas tiendas.
Entramos a una de ropa para niños y fuimos a la parte masculina. Unos minutos después apareció una dependienta con una amplia sonrisa.
- Buenos días señoras, ¿en qué puedo ayudarles?
- Busco ropa para el niño, toda la que el quiera.
- Muy bien.
Pasamos un buen rato en el que la dependienta sacaba conjuntos de ropa y Andy decidía si le gustaba o no. Los tres estábamos sentados en un sofá mientras veíamos a la chica de un lado a otro buscando todo lo que él niño exigía.
Cuando estuvo conforme con todo, terminé mi té y me levanté para ir al mostrador y pagar.
- Son quince mil rublos - metió todo en bolsas siendo en total unas diez y pasó la tarjeta que le di.
ESTÁS LEYENDO
El Ángel del infierno +21
ActionSolo era una niña a ojos del mundo, pero era más que eso, no era la niña de papi era el mismísimo infierno en persona. En este cuento no esperen encontrar a la típica princesa que espera a su príncipe azul y su vida es toda color de rosa. Esta hist...