SEGUNDA ENTRADA

49 11 2
                                    

Sus cosas ya estaban todas dentro de una maleta o casi todo, solo separó lo más esencial según el con ayuda de su madre, quería hacerlo el solo pero sus muñecas aún dolían si intentaba moverlas mucho, sintiendo un poco incómodo cuando la piel se estiraba, miro a un lado, su mamá lloraba dentro de la habitación de kirishima, guardando cosas en sus maletas en silencio, intentaba ocultar sus lágrimas ni bien salían de sus ojos con una servilleta, pero ahí estaban, lo peor de todo esto era que aún así, aún viendo las consecuencias de sus actos frente a el, al ver cómo sufría su madre, el dolor que reflejaba, el seguía sin sentir nada, Kirishima se puso a su lado palmeando su hombro, así vio una vez que la gente calmaba a los demás, la mujer lo miro a los ojos dejando salir un Lo siento mucho, pero que era lo que su mamá sentia,  era culpa? Por qué?, solo era una mamá haciendo lo que podía para sacar a su unico hijo adelante, ella no era culpable de que el fuera así, que la vida lo arrastrara a ese punto extremos donde termino tomando decisiones estúpidas que dejaron dos cicatrices que picaban más que la mierda y un lavado de estómago que de solo recordar se le cerraba la garganta, quería decirle que no tenía por que disculparse pero no encontraba las palabras, dejo de hacerlo al salir del hospital, no emitía palabra por más necesario que fuera, no tenía las energías para hablar, así que simplemente dejo de hacerlo, no hablo, solo se quedó allí en silencio. Incluso dentro del auto regresando a su pequeño departamento, llegando su madre le informo lo que pasaría, le dijo como pasaría un tiempo en la casa de su padre, no le dijo el por que, eso ya era más que obvio, solo tuvo que conectar las conversaciones que escucho en los pasillos del hospital, su padre vivía en otro lado de Japón, en una zona más recidencial, ganaba bastante bien por lo que no tenía tantos problemas económicos como su madre, también por lo que sabía, estaba casado con otra mujer, ella podría echarle un vistazo de vez en cuando hasta encontrar una solución a la depresión de Kirishima, así que al llegar entraron al desordenado cuarto del adolescentes buscando que llevar. Su madre ahí noto cosas que no había visto antes, ropa, libros, restos de comida desperdigando por todos lados, todo era un desastre, las cortinas estaban cerradas dejando todo en penumbras, su madre camino hasta la ventana abriéndola dejando entrar un poco la brisa casi inexistente iluminando la habitación, quería decirle algo a su hijo al respecto pero no sabía como sin volverlo incómodo, por su parte Kirishima no sabía que hacer, si, su habitación estaba sucia, el que esté desordenada lo ponía bastante triste pero tampoco tenía la energía para acomodar sus cosas, por lo que ver su habitación lo ponía triste, pero no tenía la energía para acomodarla y volvía a ponerlo triste convirtiéndolo todo en un ciclo sin fin, no tenía ya ganas de limpiar su habitación, tampoco bañarse o comer, su cabello era un asco, estaba desalineado, grasoso, tal vez hasta olía mal, pero como había mencionado no tenía energías para bañarse, el estar sucio lo ponía triste, pero no tenía energías para bañarse, pero al verse sucio se ponía triste y todo comenzaba desde el principio, un círculo vicioso.

Su madre tomo las pocas ropas limpias, lavo algunas otras colocándolas en una maleta sin perder de vista las expresión de su hijo, por primera vez creyó que el regresar a su departamento no fue buena idea, pero no sabía que hacer o como actuar, como lograr despegar a su hijo de esa cama
~Podrias ayudarme o limpiar un poco este desastre~ la pobre mujer no sabía cómo ayudar a su hijo, solo creyó que le faltaba mano dura como menciono una de sus amigas al saber la razón de porque su hijo estaba en el hospital, no quería que se lleven a su pequeño por quién sabe cuento tiempo, quería que las cosas cambien para que su padre no se lo llevará, ~Eijiro realmente no entiendo cómo puedes tener la habitación así, no vas a la escuela, no haces otra cosa que dormir y estar todo el día con ese maldito celular que quién sabe con que mierda te llena la cabeza, no te exijo nada, pero no eres siquiera capas de levantar una camiseta del suelo, dios hijo, por qué no puedes hacer las cosas bien, jamás te exijo nada, solo que hagas una simple cosa~ su madre se quejaba mientras guardaba las cosas en las maletas que estaban sobre la punta de la cama y a la vez acomodaba un poco la habitación, el solo la veía sentado desde el cabezal, si, lo había intentado, pero existían días donde no podia siquiera levantarse de la cama, por lo que agachó la cabeza soltando un pequeño Lo siento mamá, sin levantar la mirada sintiéndose una mierda.



La mañana siguiente llego, no había podido dormir nada dándole vueltas a lo que su mamá decía, había intentado un número incontable de veces hacer las cosas bien, llevar una vida normal, pero su cabeza le jugaba en contra siempre plagada de mensajes poco alentadores, esas ideas golpeando su mente minuto a minuto recordándole como jamás sería bueno en nada, solo era una carga para su mamá, ese día con dificultad se levantó temprano, con mucho pesar tomo un baño, desayuno, fue obligado a peinarse y ponerse ropa más presentable que ese suéter grande lleno de agujeros, un mensaje llego al celular de su mamá, el suyo fue confiscado luego de su regreso del hospital, fue una sugerencia de sus amigas, quizás sin internet que le llene tanto la cabeza deje de tener ideas raras. Le daba igual, no había nada que le interesará en su celular, dejo de recibir mensajes de sus amigos hace mucho, su madre le hizo señas que tomara las maletas y bajaran, lo primero que lo sorprendió al abrir la puerta fue la luz, hace mucho no sentía la luz de esa hora de la mañana, sumado que dos días habían pasado que regreso del hospital en los cuales tampoco se molestó en hacer fotosíntesis, el sol le daba en la cara cegandole, tenía una maleta en cada mano, por lo que le costaba tapar sus ojos volviéndolo todo incómodo, lo segundo era el calor espantoso, no le molestaba el calor, solo que en el departamento, donde todo permanecía cerrado el frío era predominante, eso hacia que su principal vestuario fueran suéters grandes y un poco rotos, lo tercero fue el auto rojo de su papá en la acera, el hombre estaba allí con anteojos de sol, una camisa blanca de mangas cortas adornada por una corbata negra, parecía un soquete idiota pensó para si mismo, no encontraba parecido con el, pero sabía por vagos recuerdos que era su padre. Camino detrás de su madre hasta el auto, el hombre bajo saludándolos a ambos colocando las maletas en el porta equipaje, luego abrió la puerta para que el niño suba en el asiento a su lado, pero el decidió ir atrás ignorando todo, no entendía bien que era todo lo que venía ahora, solo sabía que tendría que convivir con quien lo había abandonado por años, pero tampoco era que esperara mucho de todo esto, su vida tampoco era mejor si se quedaba, solo se iba a vivir a la casa de un hombre que no conocía de nada quien sabe si le pasaba la pensión alimentaria, algo de todos los días si fuera una princesa de Disney o quizás esa de esos fanfic dónde debía irse de su casa o Harry Styles se convertía en su niñero.

La pareja de adultos se quedó fuera del auto discutiendo algunas cosas entre ellos ~Por favor cuida de el si, toma~ dijo su mamá colocándole un objeto en las manos del hombre, era el celular de Eijiro ~nos vemos cuando termine el verano hijo~ su mamá se acercó a la ventanilla del auto rojo, lloro ya sin ocultar sus lágrimas, le tiró un beso a través del vidrio y se alejo fue lo último que dijo entre lágrimas su madre, si, se había equivocado y mucho pero ahora tenía que afrontar lo que se venía, el auto se encendió poniéndose en marcha, segundos después solo veía como su mamá se alejaba lentamente de su vida

A 220 (Kiribaku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora