QUINTA ENTRADA

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Ya habían pasado casi dos días en la nueva "mansión de su papá "donde sinceramente no se sentía nada cómodo, resaltaba en la familia como un dedo hinchado, se sentía muy incomodo, era una mierda, esperaba decir que las cosas eran mejores, que no se sentía tan solo como en la casa de su mamá pero no era verdad, ahora era peor, tenía una madrastra, un hermanastro y el era el que no servía, seguía solo en su habitación a oscuras como antes,  sintiendo que sobraba en esa familia perfecta que ahora tenía su papá, que el no debía estar ahi, era como si ocupará el lugar de alguien más, quizás ocupaba el lugar de ese kirishima que murió en el piso de su casa o del kirishima que murió por tomar tantas pastillas, pero de algo estaba seguro, nadie lo quería a el, nadie deseaba al kirishima sobreviviente y depresivo, lo veía en la cara de su papá, en la cara de su madrastra cada que tenían que interactuar con el, la hora de la cena se había vuelto su peor calvario, era estar en esa mesa donde todos hablaban de su vida, todos siendo tan estúpidamente felices que le hacían sentir culpa, culpa por el tampoco poder ser feliz, sabía que tenía un techo, comida rica, alguien que se preocupaba por eso, eso le generaba más y más culpa, culpa por no sentir nada más que no sea estar triste, se sentía poco bienvenido arruinando con su fealdad la bella casa que su papá tenía, veía con un poco de recelo a su madrastra, sin ojeras, sin cara de cansada por trabajar tantas horas seguidas, sin el cabello grasoso por no tener tiempo de bañarse, sentada junto a ella estaba el hijo deseado, de cabello dorado como el sol, sonrisa divina y después... después estaba el, feo, con su cabello negro horrible, cara de estupido, enclenque, todo idiota, el verlos le hacía mal, por lo que pasaba la mayoría del tiempo en la habitación de huéspedes que jamás decoro ignorando a la familia de la casita de la pradera que eran los habitantes de la casa de su papá, tampoco guardo todas sus cosas, aún quedaban pertenencias en sus maletas de todas formas solo estaría ahí por las vacaciones, en la habitación de huéspedes no sentia que sobraba tanto... Bueno si, pero al menos no veía sus estúpidas caras, realmente no hacía mucho ahí, veía algunas cosas en internet en su celular, se acostaba a dormir o solo miraba el techo disociando, inventando una vida que jamás tendría, suspiro pesado, debía hacer las cosas bien si quería volver con su madre, ella le preocupaba, quien cocinaría, quien la acompañaría en sus días malos, ella trabajaba mucho, no tenía mucho tiempo para cocinar o comer, tenía miedo que su salud se deteriorara al no estar con ella, se levantó de la cama, tomo una de sus maletas, la abrio, colocó un poco de su ropa en el clóset, su ropa interior en los cajones y algún que otro cuaderno en la repisa, a su madre por alguna razón le pareció buena idea enviar su cuaderno de dibujo junto a uno que otro material, lápices, goma, colores, esas cosas para dibujar, tal vez lo vio como buena ideas en su especie de retiro espiritual, supone el, una vez termino volvió a su cama, mañana seguiría con las cosas que faltaron guardar... (Tal vez), ya se había aburrido de limpiar, se tiró a la cama con brazos y piernas extendida mirando a su alrededor algo que lo ayude a distraerse, estuvo unos minutos en silencio, volteo a la derecha donde estaban los cuadernos y lápices, su atención se quedó allí por unos minutos varias veces tuvo intenciones de tomar el cuaderno y dibujar algunas cosas, lo que sea, aunque sea un pene, pero dos cosas lo detenían, la primera era el hecho de que tendria que levantarse de su cama buscar las cosas, acomodarlas sobre la mesa prender la luz sobre la mesa para tener mejor visión, cosa que no fue una opción, le causaba mucha pereza, segundo era que, no era lo suficientemente bueno, antes le gustaba dibujar, copiar cualquier imagen que veía, buscando su propio estilo. Una vez viendo un tiktok se topo con el vídeo de un profesor de dibujo, el profesor decía que los artistas tendían a desarrollar su propio estilo de dibujo, cada artista tenía su propio estilo dándole identidad, su madre al ver su entusiasmo lo anoto en clases de dibujo, ella solo quería que su hijo haga más amigos, no solo eso,  era bueno para estar fuera de casa un par de horas, ese dia kirishima fue en bus entusiasmado por su primera clase, le temblaban las piernas al entrar en la escuela de arte, pero todo ese entusiasmo cambio cuando noto a los demás chicos, más objetivamente a los dibujos colgados en paredes, cuadros que parecían más una fotografía que algo que alguien dibujaria un día lunes porque simplemente tenía ganas, con estilos únicos e inigualables, ese Día Kirishima se dio cuenta que existían millones de personas en el mundo, millones en el mundo mejores que el, mientras el, solo tenía ese cuaderno con dibujos deformes, manos no simétricas y sin estilo, eso le recordó como solo era un inútil bueno para nada, jamás sería bueno en nada, era solo un pobre inútil que creyó que podía ser bueno en algo, siempre existirían personas millones de veces más talentosas que el, el seguir allí sería gastar dinero que no les llovía del cielo, sería un gasto innecesario. ese día regreso a su casa dejando todo de lado, con bastante tacto le dijo a su madre que no regresaría a esas clases, que por favor pidiera un reembolso, desde allí jamás volvió a tocar un cuaderno, una hoja o algo que tenga que ver con dibujar, no desperdiciaria esos cuadernos caros en sus dibujos amorfos, sería deshonrar la muerte de los pobres árboles que dieron su vida para que en el plasmara monstruosidades en sus tristes cadaveres.


A 220 (Kiribaku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora