Me miraste con el humo
a nuestro alrededor
saliendo de mi cigarrillo mental
al que era imposible apagar
a pesar del cansancio.
Tu mano estaba sobre mi espalda
y me dijiste que conque te dejara
conocerme más era suficiente,
llevé mis labios a tus hombros
con suavidad y en el agujero
de la noche me llevé las manos
a la frente.
Tu rostro era como una hoja
en A4 de papel sepia
y la canción que sonaba en mi cabeza
aparecía en forma de playlist que estaba
en aleatorio desde tu frente a tus pestañas.
De tu nariz a tus labios
la canción de Slowdive,
Allison.
Cualquier canción de Interpol
y de los Guns and Roses,
tus labios que minutos antes
me hacían cosquillas miraban
el techo sin capote.
A veces quiero preguntarte
que es lo que ves a través
de mis ojos
cuando truenan como la lluvia.
Porqué estás enamorada
del único fotograma en color
de toda la producción de mi poesía
en blanco y negro,
como el vestido rojo
de lo que el viento se llevó
o la lista de Schindler.
Porqué encuentras calor
en mis abrazos
cuando caminas por el puente
de hielo de mi piel.
Porqué hay círculos de color rosa
y morado entre mi barbilla,
mis labios y el campanario de mi cuello
cuando tus dedos sujetan mi mentón.
Es como si le devolvieras la piel a los huesos
y color cuando se funden.
Mi cuerpo es una metamorfosis
quizá soy fría como el invierno,
quizá a veces nos ausentemos
demasiado y alejemos la primavera,
quizá el otoño acontece demasiado rápido,
pero todo mi cuerpo florece
como si no fuera nunca enero.
Haces que me encajen coronas
de princesa en la cabeza
aunque nunca he merecido esa tiara.
Haces que me queme el primer pensamiento
de sol en plena madrugada
porque así me veo en tu mente.
Contigo soy café caliente y me olvido
del té marchito y frío.
Porqué acepté ese taxi pasada la resaca emocional
de la madrugada,
estaba perdida en mi propia tristeza
en mi ciudad de desahucio y te necesitaba.
Quería que tuviéramos una conversación
me dejaste pasar
y acabamos abrazándonos
y sacando mantas para apaciguar el frío.
Nos sentamos en unos bancos
Levantaste mi barbilla
y preguntaste porqué temblaba
y es que en efecto estaba abrazada
a mi jersey como un gatito hecho ovillo
o bolita de lana,
como Cortázar hablando de Buenos Aires
echando el humo a grandes bocanadas
salvando a los primeros rascacielos
del entumecimiento.
Tu mirada me atrapó y tus besos fueron como
una bolsa de agua caliente en ese frío día
de noviembre.
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Coldwave
PoesíaTe imaginaste que tu vacío era un vaso de cristal que podías tirar al suelo, pero Nellie, no eras como cualquiera que deja sus trozos sueltos esperando a desviar el camino para que nadie vea tus cicatrices. Tú eres la que me dejas dormida en los la...