Kim Dokja era un chico de preparatoria muy curioso, aunque normalmente al verlo la gente pensaba que era un niño de once años pero en realidad tenía dieciséis, siempre se sentaba en el mismo pupitre de la esquina y no se levantaba hasta que fuese descanso o tocaban el timbre de salida lo cual le hacía doler mucho el trasero, pero de todas las cosas que le podían pasar era la que menos le importaba.
El día de ayer, fue un viernes lluvioso, y a diferencia de todos los días, su silla no estaba del todo vacía, había un bolígrafo de tinta negra con una etiqueta escrita a computadora pegada a lo largo de la pluma, leyó el nombre del dueño "Yoo Jonghyuk" de la etiqueta, y por más que pensó, no pudo reconocerlo como alguno de sus compañeros de salón.
Entonces finalmente llegó a una conclusión, este bolígrafo pertenecía a alguien del segundo turno, y que, específicamente, se sentaba en el mismo lugar que él.
'Que extraño...' pensó mientras observaba minuciosamente la pluma de tinta negra en manos.
'Parece muy bien cuidada...' recargaba en su mano, su esponjosa mejilla que parecía haber estado herida ya que traía una pequeña venda cubriéndola.
Golpeteaba la paleta de la silla con el bolígrafo que no le pertenecía.
'Un chico de la tarde, parece que ha sido muy descuidado al olvidar su pluma...' afuera, las nubes se tornaban oscuras y parecían estar tan llenas al punto de parecer verlas explotar.
Seguía golpeteando la mesa con el bolígrafo ajeno que al final terminó chorreándose sobre su camisa del uniforme, soltó un quejido de sorpresa al soltar el lapicero. — ¡oh demonios! — dijo con un leve rubor de vergüenza en su mejillas dándose cuenta de las miradas extrañadas de los demás, levantando las manos.
Rápidamente sacó un poco de papel para limpiar sus manos manchadas y un intento de limpiar su uniforme también — oh demonios oh demonios...— seguía pronunciando, cree que tal vez debería pagar el lapicero que había arruinado también.
Cuando el docente entro al aula dando por iniciada la sesión simplemente acomodó sus prendas nerviosamente antes de agachar la mirada, esa profesora en verdad que le ponía los nervios a flor de piel, no por que fuera mala con el, si no por lo estricta que era, gracias al cielo que no le había tocado uno de aquellos regaños, pero cada día vivía con el miedo de que finalmente le llegara su fin.
Pasaron las horas, y sus libretas de apuntes apenas si habían sido abiertas un poco, en cambio, un pequeño libro de pasta dura si que la pasó abierto la mayor parte del día.
El era un chico lector al que en verdad le encantaba leer, era una de las pocas cosas que le hacían olvidar todo lo que sucedía, cuando era rechazado por la mayoría de sus compañeros del salón, cuando no se sentía bienvenido incluso en su propia casa, bueno, la de sus tíos.
Los únicos amigos que tenía ahora estaban muy lejos de el, Yoo Sangah se había mudado a una ciudad vecina de Seúl, y Han Sooyoung había sido expulsada de la preparatoria por un "pequeño pero muy pequeño pleito" y entonces sus padres habían buscado una nueva escuela.
Naturalmente solía hacer videollamadas e intercambiar mensajes con ellas, pero por los estudios, todo esto se había reducido a tal grado, de que solo hablaban tres o cuatro veces al mes.
Las clases terminaron y solo faltaban unos cuantos minutos para dar el toque, un aire denso y pesado orbitaba a su alrededor al tan solo pensar en volver a casa pero rápidamente se esfumó al recordar el pequeño suceso de la mañana 'cierto' pensó 'aun tengo que reponer la pluma que eché a perder...'
Así que saco de su estuche un lapicero nuevo que había comprado la noche anterior, firmo una pequeña hoja de papel y la dejó junto a la pluma chorreada y a la pluma nueva.
"Yoo Jonghyuk- ssi, creo que ese es tu nombre, chorreé tu pluma por descuido, espero y no te enojes, aún así, te dejo una como repuesto, no es la tuya pero espero que igual te sirva, por cierto, ¿no eres muy descuidado con tus cosas?"
Firmó con un "alguien del turno de la mañana" antes de tomar su portafolio y salir corriendo detrás de los demás del aula.
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El chico de la tarde ha olvidado su bolígrafo.
Teen FictionKim Dokja era un chico de preparatoria muy curioso. Así que cuando encontró un bolígrafo que no era suyo en la silla en la que siempre se sentaba, obviamente no lo pasó por alto. Pero lo extraño eran en realidad la etiqueta pegada en el bolígrafo co...