Kim Dokja se la pasó todo el fin de semana preguntándose si esa tarde Yoo Jonghyuk había visto su nota, y también se la pasó preguntándose si este le respondería.
Era domingo por la tarde, un sol cálido iluminaba el día sin nubes, Kim Dokja nuevamente estaba solo.
Sus tíos le habían encargado cuidar la casa mientras ellos y sus primos salían a una cena familiar a uno de esos lujosos restaurantes.
Recargado contra la mesa del comedor, sus ojos tenían pequeñas ojeras grisáceas, sus brazos delgados cubrían el área alrededor de su rostro, que por cierto, tenía ciertas vendas en las mejillas nuevamente.
El suéter tejido de manga corta que llevaba era de un color marrón claro que no cubría las mangas largas de la camisa blanca y los pantalones cortos eran estilo militar, del mismo color, realmente anchos, cargados con muchos bolsillos y cierres de metal que dejaban a la vista sus delgadas piernas, producto de la mala alimentación que solía llevar.
Lo único que lo acompañaba era aquel libro del viernes pasado, realmente no tenía ganas de hacer nada, pero el hambre en su estómago le hizo moverse, tomo las llaves y salió del lugar.
Sus cabellos despeinados revoloteaban un poco sobre su frente gracias al viento, entró a un pequeño minisúper haciendo sonar la pequeña campana colgada arriba de la puerta.
Caminaba vacilando por los pasillos cortos del lugar, el sonido taconeado y pesado de sus zapatos escolares resonaba por el lugar sin darse cuenta de que sus pies se movían un poco al ritmo de la música del fondo del minisúper.
Miraba entre dos sopas instantáneas buscando elegir cuál comprar. Inconscientemente apretujaba su mejilla esponjosita de niño. Al final, decidió comprar las dos, entonces fue a pagar lo que había tomado.
Llegó al cajero y dejó las cosas que había decidido comprar para luego esperar a que le atendieran, su mirada no demostraba nada, de vez en cuando tocaba las vendas en su rostro mientras revisaba a cada rato que no se le hubiese olvidado la cartera, sería una gran vergüenza si fuese así, ya le había pasado una vez.
Entonces tocó su turno, pagó por sus cosas sin decir mucho y salió apresurado del lugar con sus compras envueltas en sus brazos.
No quería llegar y encontrarse con que sus tíos ya hubieran regresado porque tampoco quería escuchar regaños sin sentido.
Fue disminuyendo poco a poco el paso mientras miraba fijamente el suelo para no caerse.
Levantaba los pies evitando pisar las líneas mientras daba pequeños saltos tratando de mantener el equilibrio hasta llegar a casa.
...
Hirvió un poco de agua para preparar la sopa mientras leía una novela web en su viejo móvil, viejo por qué sus encargados seguían diciendo que servía todavía, si claro, mientras que a sus hijos les regalaban un teléfono inteligente cada año.
Sirvió la sopa y sopló levemente para que enfriara un poco.
La tarde empezaba a perder su color dando la bienvenida a los tonos oscuros azulados de la noche.
Esa noche no durmió realmente bien, por un lado, los recuerdos no le dejaban descansar y por el otro, seguía ansioso por saber del día siguiente.
...
El viento de la ventana ondeaba sus delgados cabellos, sus dedos pálidos mantenían la nota escrita con una bella caligrafía.
Parecía que el chico de la tarde, como le había apodado, le había contestado, una pequeña risita salió de sus labios, entonces pensó que quizás no todo era malo en su vida, un pequeño rastro de luz entraba por la ventana.
Sentía las miradas penetrantes de los demás en su dirección, pero en ese momento nada le importó.
"Si, soy Yoo Jonghyuk y supongo que es lo único que puedes hacer después de estropear mi bolígrafo."
Eran las únicas y cortantes palabras que estaban escritas en la nota, pero Kim Dokja no se sintió vacío.
Se sintió aún mejor cuando Yoo Jonghyuk firmo con un "alguien del turno de la tarde" como si le hubiese seguido el juego.
Apretó la nota entre sus manos manteniendo la vista en el escritorio con una pequeña sonrisa que no quiso ocultar.
"Al menos yo no olvidé mi lapicero..."
Escribió en una hoja adhesiva de color para pegarla con cautela en el escritorio, por primera vez, la salida normal de un día de escuela no le pareció tan vacía. Pegó su cabeza contra la pared cuadrada y cristalina.
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El chico de la tarde ha olvidado su bolígrafo.
Teen FictionKim Dokja era un chico de preparatoria muy curioso. Así que cuando encontró un bolígrafo que no era suyo en la silla en la que siempre se sentaba, obviamente no lo pasó por alto. Pero lo extraño eran en realidad la etiqueta pegada en el bolígrafo co...