4to cap= Una hermosa declaración.

402 28 6
                                    



Era una tarde cualquiera de un frío otoño, en una plaza singular desolada por las calles bañadas por el tenue anaranjado del atardecer, en la que dos jóvenes hombres enamorados caminaban y conversaban sobre sus días e intereses.

El alto castaño Osamu era quien principalmente hablaba, relatando apasionadamente su día a su Rubio novio, que escuchaba atentamente cada cosa que decía, observandolo con ojos llenos de amor y ternura, sin olvidar regalarle una gran sonrisa.

Hoy fui a una tienda, una señora me pregunto si era el hombre que se había intentado suicidar hacia días, ¡Estaba profundamente ofendido! ¿Puedes creer como dijo eso? Ese tipo no se parecía en nada a mi, yo soy mil veces más atractivo que ese infeliz.—Contaba Osamu, con tono dramático y ofendido por la comparación, a pasos más adelante de Kunikida.

Este mismo solo solto una carcajada por las palabras del chico castaño, su actuación dramática le hacia mucha gracia. Notaba que Dazai se adelantaba de más a sus pasos, aceleró un poco más y se posicionó a su lado, aclarando la garganta antes de contestarle.

Supongo que es lo bastante malo, tampoco armes tanto drama y si eres más guapo que él, y que cualquiera. —Mencionó al Castaño, con tono ciertamente encantador, manteniendo su postura templada y risueña.

Sí, sí, lo que digas, Kuni. Dime, ve directo al punto, ¿por qué querías que nos viéramos en la plaza? Esta haciendo mucho frío, puedo morir ahora mismo de hipotermia si me descuidas, ¿sabes?—Bromeo el suicida, quien luego de parar de hablar se detuvo justo frente a la hermosa vista de la playa y el atardecer.

Kunikida, quien seguia observandolo con tal ternura, tomó su tiempo para contestarle ya que, la imagen tan perfecta de su Dazai admirando el mar era algo que prefería atesorar en su corazón y mente para siempre.

Luego, el rubio aclararia la garganta y contestaria:

En realidad si te descuido cualquier momento puedes morir, ¿por qué crees que siempre te tengo el ojo encima?—Bufo, sacudiendo su cabeza, yendo justo a colocarse a su lado para admirar lo que él.

Me siento muy ofendido, ¡Y ese no era el punto! Responde porque me trajiste aquí. La cita romántica de hoy se suponía en un lindo café, luego tú y yo en la cama, y una tarde de besos.—Dazai no perdería el tiempo en quejarse de lo que hacía su novio, era su actividad favorita, no podía desperdiciar cada oportunidad.

Está bien, ¿me crees si te digo que solo quería verte admirar el cielo y hablar de tus cosas?—

—No, mientes fatal, escupe la verdad.—

Él más alto de ambos se veía en la exigida obligación de decir la verdad apesar de aterrarle, ¿qué carajos haría si no salía como quería? No quería pensar de más, debía hacerlo, ¡era ahora o nunca!

Suspiro, hondo y en busca de calma, tratando de mantener sus ojos fijos en los del castaño ahora que tenía la presión sobre la espalda, y hablar.

Bien... Te traje aquí porque quería darte algo y también quería decirte unas cosas, pensé que sería un lugar tranquilo y conveniente.—Hablaba con obvia intranquilidad en su voz, un rubor pronto se crearía en su rostro, ocultar las cosas no era lo suyo en lo más mínimo.

—Kunikida, ¿que hiciste?—

—¡Yo no he echo nada! Calla y escucha, hombre.—La presión que le daba solo lograba alterarlo en creces, pronto lo que era un rubor se transformó en un sonrojo intenso que lo cubría hasta las orejas.

 [𝙾𝚗𝚎-𝚜𝚑𝚘𝚝𝚜] ✩𝘒𝘶𝘯𝘪𝘻𝘢𝘪✩Donde viven las historias. Descúbrelo ahora