┊ⅩⅣ┊𝐂𝐞𝐫𝐨 𝐞𝐦𝐩𝐚𝐭𝐢́𝐚

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Aquí vamos de nuevo

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Aquí vamos de nuevo.

A través del cristal su cabellera rojiza brillo más que el sol, entré a la librería y el tintineo de la campana anunció mi llegada. Ese puto tintineo me cagaba, me sentia irritado desde que Hange hizo rechinar su tacon en el mármol.

Algo quiere esa mujer, pero no se qué. Estoy seguro de que no habla de Zeke, de hecho, nadie sabe que ese tipo había pasado a mejor vida desde anoche, si alguien supiera que estaba muerto las noticias lo habrían anunciado. Algo como eso jamás se puede ocultar. Suspiré por encima de la bufanda, el frío se colaba por mis huesos y sentía que en cualquier puto momento sufriría de hipotermia o neumonia.

Antes de dar un solo paso encontré a la mujer de cuerpo infernal frente a una morena. Si no mal recuerdo, era la misma tipa que encontré aquí el primer día.

Chaqueta de cuero, pantalones ajustados del mismo color con cadenas y botas negras trenzadas. Ruda. Cabello corto y llena de perforaciones en su oreja.

—Te dijo que no, deja de estar de arrastrada.

Lia colgó y miró la pantalla de su celular con los labios fruncidos, su ceño estaba ligeramente fruncido y sus dedos repiqueteaban la parte trasera de su celular un tanto nerviosa.

—El bar Molly's North estará abierto esta noche— continuó la morena dándome la espalda— mi oferta sigue en pie.

—¿Y si le paso algo?— murmuró la pelirroja preocupada.

Cuidado bonita, a veces el lobo se disfraza de oveja.

—¡Por favor!— exclamó la castaña entre carcajadas ruidosas— ¡¿Enserió crees que a alguien como él puede pasarle algo?!

Sus ojos. Eran profundos como el océano, más claros que el agua y más finos que el diamante. Brillaban tanto como el sol e incluso más que eso, era como una lluvia de estrellas en la noche. Sus labios carnosos estaban pintados de un fino labial color durazno y su cabello rojo perfectamente trenzado caía con sutileza sobre su hombro.

Me miro.

Su mirada se poso en mi.

Y sentí que todo mi jodido mundo dio una vuelta de 360°.

Contuve el aliento por algunos segundos que se me hicieron eternos. Podia mirarlos por toda la eternidad y jamás me cansaría de eso, eran únicos, como la miel, como el oro... joder era una majestuosidad. Le ponía un puto pedestal si ella me lo pedía, la miraba con deseo, con anhelo y como algo inalcanzable.

𝐀𝐍𝐈𝐌𝐀𝐋𝐒━━━ 𝐋𝐄𝐕𝐈 𝐀𝐂𝐊𝐄𝐑𝐌𝐀𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora