Capítulo IV

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Sitios inexplorados

Kate llegó a su casa completamente cansada, probablemente por eso no se percató del hecho de que las luces de su casa estaban encendidas, había alguien adentro. Aunque no se dio cuenta que todas las luces de su casa estaban encendidas hasta que ya estaba adentro de ella, fue cuando una corriente de miedo helada le recorrió el cuerpo.

Caminó hacia adentro muy lentamente, producto del temor. Comenzó a revisar toda la casa, comenzando por la cocina, ahí no había nada. Avanzó hasta la sala de estar, ahí tampoco había nada y el silencio no ayudaba para nada, sólo para ponerla más nerviosa, y de pronto un sonido la alertó. La puerta del baño se abrió dejando ver a su madre en una toalla. Por fin respiró con tranquilidad.

Sólo eran sus padres que habían vuelto de su viaje de negocios. Su madre pegó un respingo cuando la vio, seguida de una sonrisa tierna, luego su padre bajó y se acercó a ella para abrazarla. Ella aceptó ocultando su incomodidad, el contacto físico no era lo suyo.

-Puedo notar que vinieron para quedarse un rato. -Dijo Kate viendo la gran cantidad de maletas que sus padres habían dejado en la entrada.

-Así es querida, nos quedaremos el resto de la temporada. -Respondió su madre subiendo las escaleras.

Aquello no podía clasificarse ni como buenas ni como malas noticias, solo lo eran, a pesar de traer más desventajas que ventajas, por lo cual Kate endureció un poco la mandíbula -gesto que hacía cuando algo le molestaba- y sonrió para dejar a su padre solo en la cocina y subir a su habitación.

Por lo general tenía la casa para ella sola por lo que podía estar en cualquier lugar que ella quisiera, haciendo lo que ella quisiera, pero ahora con los adultos ahí lo menos que esperaba era hacer lo que ella quisiera.

Y aquello lo confirmó la mañana siguiente cuando sus padres la levantaron a eso de las 6 para alistarla alegando que sus amigos más íntimos llegarían a casa para dar una pequeña reunión de bienvenida.

Esa fiesta no tenía nada de pequeño. Luego de ser obligada a vestirse de la manera que ella más odiaba -vestidos- tuvo que estar saludando a todos los invitados de la "pequeña" reunión (Nótese el sarcasmo), se estaba comenzando a hartar.

Hasta que recibió un mensaje de Chase, quien al parecer estaba afuera de su casa.

La única razón por la que se había quedado en la fiesta era porque no tenía nada mejor que hacer, Lori no había inventado locuras últimamente, así que no podía acompañarla a ninguna. Subió a su habitación sin que nadie lo notara y alistó algunas cosas para irse al Mundo de las cosas perfectas. Algo simple para variar.

Bajó las escaleras con cautela, pero para cuando se dio cuenta que su madre estaba al pie de estas ya era muy tarde, pues ella ya la había visto.

-Kate, ¿Qué estás haciendo? -Preguntó la mujer entre dientes, intentando no hacer un escándalo.

-Me voy. -Respondió la chica como si nada.

-Tú no irás a ningún lado. -Su padre se metió a la conversación.

-¿Por qué? -Les atacó.

-Estás en una fiesta, ¿Quieres que quedemos mal con los invitados? -Preguntó su madre sujetándola del brazo.

-A mí no me importa cómo queden con sus invitados. Ustedes no tienen control sobre mi vida y eso ya lo sabían. -Se soltó bruscamente del agarre de su madre y salió de la casa dando un portazo que alertó a más de un invitado, dejando a sus padres en una situación muy incómoda.

Hace ya un tiempo que Kate decidió que lo que hicieran sus padres no le importaría, así como lo que ella hiciera no les importaría a ellos. Un día -en el que sus padres estaban en casa- despertó y comenzó a poner límites y barreras, decidió que no le daría explicaciones a nadie. Y ellos no pudieron hacer mucho para cambiarlo porque siempre estaban de viaje.

A Través Del Portal: Los AluxesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora