Te quiero a morir

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Cuando se paró frente a él Kanae apretó con su mano derecha la jardinera de su uniforme, arrugándola de tanta fuerza que ejercía.

Sus manos sudaban y sentía ganas de mirar hacia otro lado cuando las citatrices tan atroces de ese maleante le dieron la cara.

—Kochou.

Ella solo asintió con la cabeza, evitando tanto como fuese posible su mirada.

—Te quiero.

Un frío horrible descendió por su columna vertebral hasta llegar a sus pies.

¿Oyó mal?

Su mirada se dirigió hacia los ojos del albino, intentando descifrar el motivo tras sus palabras; queriendo que fuesen mentira. Pero no lo eran para nada.

—Te quiero.

Un "ah" intenta escapar de su boca, pero le es imposible, solo deja su boca entreabierta, sin saber qué decir.

—Yo... —habló tan dudosa como fuese posible—. ¿Gracias...?

Una mirada complicada se formuló en sus ojos, una mueca extrañada en su boca y el silencio incómodo que había cuando llegó, fue cambiado por un silencio mucho más incómodo.

—Era eso.

Sanemi se dio la vuelta y se alejó sin volver a ver hacia ella. Solo huyó.

Las palabras fueron privadas de los labios rosados de la fémina durante casi una hora, sin lograr comprender por qué el tan odiado delincuente Shinazugawa había dicho tal cosa.

[ • • • ]

Cuando Sanemi reunió todo el valor posible que su corazón pudo, se acercó a aquella persona que tantas noches ocupó sus pensamientos.

—Kochou.

Pudo verla sorprenderse, dando un saltito en su puesto y volteando de inmediato.

Una tonta acción que no pasó desapercibida por él, pero que le generó gran ternura en su interior.

Ella es muy linda.

Tomó aire y suspiro, intentando parecer serio para no sonreír como idiota. O tal vez para no salir corriendo del tan tenaz miedo que sentía.

—Ven conmigo.

Los nervios que ocupaban su mente no le dejaron esperar respuesta y simplemente le dio la espalda, caminando hacia el aula que seguramente estaría vacía, ya que todos los estudiantes estaban en sus clubes a esas horas.

Caminó un momento antes de voltear a ver sobre su hombro, cerciorándose de que iba detrás suyo.

Suspiró al saber que sí lo hacía.

La historia de su romance era muy corta, había caído en cuenta de que le gustaba la joven de pelo oscuro tan solo el día anterior. Pero no podía quedarse callado más tiempo.

El motivo de su amor por ella era una acumulación de acciones de la chica, que poco a poco fueron doblegando el corazón del matón albino.

Desde saludarle cuando llegaba al salón, como hacerse con él en los trabajos en equipo en los que podían elegir compañeros. Ella parecía no tenerle miedo. Le gusta eso.

Si bien golpeaba gente, agredía sin piedad y solo podía estudiar gracias a varias intercesiones de su madre ante el director, él hacía todo porque lo provocaban, no era una mala persona realmente.

Golpear un estudiante que agrede a otro en secreto, golpear un profesor que chantajeaba a una estudiante, golpear a un maleante que no paraba de incomodar a sus compañeras de curso... la lista era extensa, pero todo tenía justificación.

Pero aún así era el "peor estudiante" del instituto. Y saber que alguien no le tenía miedo era sin duda una alegría interior que calmaba sus pensamientos todas las noches.

Y ahora quería declararle, a esa persona que no había dejado de pensar todas las noches durante tres meses, todo lo que sentía por ella.

—Kochou.

No se aguantó más y se dio la vuelta.

Sus nervios se dispararon y casi se muerde la lengua, pero se tragó el dolor y continúo lo más corto posible para no quedar mal frente a ella.

—Te quiero.

La adrenalina que liberaron tales palabras lo hicieron sentir muy excitado, tanto que quería tirarse por la ventana.

¿Era adrenalina, no?

Pudo ver como ella fijó sus ojos en él, haciendole morder su lengua sin contensión.

Y volvió a soltarlo, como si sus ojos exigieran una repetición de esas palabras.

—Te quiero.

Sentía tantas ganas de gritar e irse corriendo, que le fue casi imposible no contenerse y apretó sus pies al suelo tanto como pudo.

—Ah... ¿gracias?

Esas palabras fueron un alivio tremendo, haciendo que casi suelte un suspiro... hasta que identificó su expresión.

Era la de una víctima. Una totalmente incómoda.

Fue como un golpe, o más bien como una puñalada en su corazón.

Las ganas de huir lo dominaron, le asaltaron ganas de llorar y solo pudo morder muy fuerte.

La había cagado ¿verdad? Otra vez su estupidez fue superior al dejarse llevar por el tan reciente sentimiento.

Vete a la mierda. —Era lo que sentía le decía la Kochou con su expresión—. Era eso.

Solo pudo dejar esas palabras atrás antes de empezar a correr.

Las lagrimas que derramó mientras se lavaba la cara solo fueron ilusiones de una mente perturbada por el odio que le dirigían «Sin razón».

Es mejor conocer una persona, que dejarse llevar por lo el "qué dirán".

[ F I N ]

Te quiero a morir - SaneKanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora