Recuerdos. 3/3

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-Solo falta una, Giyuu-Acercaría la gran cuchara a su boca, pero el pequeño todavía estaría masticando un poco de la anterior cucharada-Has comido todo, eso me pone feliz. No sabía que te gustaría tanto-Entonces lo vería comer feliz la última cucharada, sacándole así una pequeña risa-Bien, ya has terminado. ¿Te gustaría algo más?-

-No, muchas gracias-Se acercaría a abrazarlo, siendo correspondido de inmediato-Oyakata-Sama, gracias-

-¿Gracias? ¿Por qué?-Pasaría sus manos por los largos cabellos contrarios.

-Por cuidar de mí. Usted no ha sido más que amable conmigo. Me ha estado cuidando todo este tiempo, pese a que se supone que debía de ser yo quien lo hiciera. Muchas gracias-Sería entonces que Giyuu le mostraría una sonrisa que nunca antes había visto.

-¡!-Sintió como sus mejillas se calentaban otra vez, y casi de inmediato sus manos fueron hasta las sonrojadas mejillas del menor-¡Giyuu!-

-¿Sí?-Miraba confundido, preguntándose qué es lo que había alterado tanto a su patrón.

-¿Puedo besarte?-Preguntaba desesperado por una pronta respuesta-¿Me dejarías hacerlo?-

-¿Eh?-

-¿Puedo?-

Los grandes ojos del menor pasarían a abrirse de la sorpresa. Sintió calentar su cuerpo, al igual que sus mejillas. Su celo no había terminado todavía, y este mismo parecía hablar por él. No supo en qué momento los labios de ambos se habían unido nuevamente, pero parecía que había sido por él.

Sentía la cabeza darle vueltas, y podía jurar escuchar la voz de su omega interno decirle que ya no podían aguantar más. Aquel era el tercer celo que le ocurría en su vida, y era también la primera vez en que alguien estuviese dispuesto a cuidarle. Ni su propio maestro se había acercado tratando de alimentarlo en sus tenues momentos de calma. Sabía perfectamente que sus feromonas eras realmente asquerosas, y agradecía de que nada como un celo repentino le haya ocurrido en plena misión, o en un lugar donde fácilmente podrían aprovecharse de él.

Yo: Lo sé, pero con la inocencia de un niño no se puede hacer nada. Además, en un mundo como este, los alfas y omegas descubren sus castas entre los doce o trece años, por lo que Giyuu ya lleva un año de saber que es un omega.

Nota: Los periodos de celo en este universo, y el de mi otra historia, ocurren en lapso de cada seis meses, por lo que suceden dos veces al año. Y como bien dijo Giyuu, este ya es el tercer celo que tiene, por lo que en el año le faltaría otro más, para que luego los siguientes dos sean el siguiente año. Puede sonar un poco complicado, pero espero que se haya entendido bien.

-¡Mmh!-Apretó con fuerza los labios, evitando creer que en aquel estado las zonas erógenas de su cuerpo se volvieran más sensibles. Sentir sobre su oreja la cálida respiración de su patrón lo ponía peor.

Enterró sobre sus hombros sus dedos en busca de soportar la rara sensación que comenzaba a sentir. No sabía que eran las sensaciones de su cuerpo, y su ignorancia no hacía más que comerle la cabeza. Pequeños temblores volvieron sus piernas un par de fideos, y de no ser porque se encontraba siendo abrazado por el mayor, seguramente se hubiese ido directamente al suelo.

-¿Cómo te sientes, Giyuu?-Acariciaba su rostro con cariño, plantando también besos sobre su sudorosa frente-¿Esto te molesta?-Lo sentaría sobre sus piernas, acariciando en el momento estas.

-Me siento raro...-Evitaria verle a los ojos por la vergüenza que sentía-...Siento mi cuerpo quemarse por dentro. No me gusta esto-Pequeñas gotas saladas de lágrimas asomarían por sus ojos, siendo estas limpiadas inmediatamente por el pulgar contrario-...Mi estómago duele. Siento dolorosas punzadas, y no me gusta-Pequeños sollozos escaparían de sus labios. Su cuerpo fue abrazado con cariño por el beta.

La reina de los demonios (Muzan x Giyuu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora