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-Mina-

La presión de mis pantalones aumentaba con cada segundo que pasaba, el aroma de Nayeon era embriagante.

No podía aprovecharme de esta situación, Nayeon ni siquiera sabía de mis sentimientos hacia ella, apenas había logrado ser su amiga, no quería hacer algo que arruine nuestra relación.

—N-Nay... ¿Dónde están tus supresores? —pregunte con la voz entre cortada, estaba perdiendo el control de sí misma.

—N-no Mimi, y-yo no quiero supresores, Nay Nay quiere tu polla... Mhm. —dijo Nayeon viéndome con los ojos más llorosos.

Era más que obvio que el celo ya se había apoderado de él, Nayeon nunca sería capaz de decirme esas cosas en su estado normal. Ni siquiera se animaba a decirme Mimi por vergüenza.

No, definidamente tenía que buscar sus supresores.

—Escucha Nay, no sabes las enormes ganas que tengo de tomarte y marcarte como mía, me muero por hacerlo, pero no ahora... no hasta que lo haga de la manera correcta. De seguro no te acordarás de esto mañana, pero en serio me gustas mucho Nayeon, voy a hacer de todo para conquistarte y convertirte en mi omega de la manera correcta. —dije acercándome a ella y acariciar su mejilla.

Los ojos de Nayeon se iluminaron un poco y una pequeña sonrisa se alojó en su rostro.

—L-los supresores... están en el baño, es una c-caja azul... ahh — se notó que Nayeon hacía un esfuerzo por controlarse y no lanzarse sobre mí. Yo estaba igual que ella.

Me metí rápido al baño en busca de la caja, podía sentir como mi erección comenzaba a gotear dentro de mis pantalones, debía apurarme, mi celo también había llegado y era bastante malo.

Hice un desastre en todo el baño, tiré todo lo que estaba a mi alcance hasta que pude encontrar las benditas pastillas.

Corrí nuevamente hacia Nayeon y le coloqué una pastilla en su boca, afortunadamente no había tirado el vaso de agua que traía hace un rato, lo tomé y se lo acerqué a Nayeon, esta tomó el agua con rapidez y abrió los ojos con dificultad, estaban más brillosos que antes.

—Ya pasará Nay... descansa por favor. —Dije tratando de contenerme aún más, las feromonas de Nayeon me estaban picando la nariz y hacían que mi lobo enloqueciera.

—M-Mimi... quédate conmigo... quédate con Nay Nay— dijo mi menor acercándose mucho a mí.

—N-no puedo Nay... es peligroso, por favor d-descansa, lo más seguro es que tus madres no tarden en llegar... yo estaré afuera, no te preocupes.

Nayeon se separó de mí y se cubrió con sus mantas dejando únicamente su rostro a la vista, me asintió con un puchero en la boca.

Le sonreí antes de tomar mi mochila y mi chaqueta.

Estaba a punto de abandonar la habitación cuando la entre cortada voz de Nayeon me habló.

—Por... favor déjame tu chaqueta Mimi... y-yo la necesito... necesito tu aroma.

Yo simplemente tragué saliva, esta chica me volvería loca.

Tome mi chaqueta y se la deje, Nayeon inmediatamente se aferró a ella y la olió soltando pequeños jadeos.

Mierda.

En otras condiciones ya la estaría haciendo mía, pero aún no, tenía que hacerlo adecuadamente.

Salí casi corriendo de la habitación y tomé una fuerte respiración, fui a la habitación de las madres de Nayeon en busca de supresores de alfa. Estaba seguro de que Seulgi tenía.

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