I. EL SUEÑO

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- Ya he tenido suficiente...

Derrotado, Akechi dejó caer su pistola y se sostuvo apoyando su rodilla contra el piso para evitar derrumbarse por completo.

- Tenéis mucha suerte, ¿sabéis?

La mirada del joven oculto bajo el traje negro se desvió hacia el suelo, evitando mirar al grupo de ladrones que había resultado vencedor del combate y que ahora se limitaba a observarle en silencio.

- Sois afortunados por tener unos compañeros que os acepten... Cuando Shido confiese sus crímenes, os convertiréis en héroes.

Hizo una pequeña pausa para emitir una risa sarcástica antes de continuar.

- Yo, en cambio, no he logrado ser especial...

A la vez que pronunció estas palabras, cerró el puño con fuerza para contener su frustración.

- Mi fama y la confianza que me tenían desaparecerá en cuanto todos sepan que mis deducciones y los casos que resolví en el pasado no eran más que una farsa.

La conversación que comenzó tras estas revelaciones fue interrumpida cuando una nueva forma cognitiva hizo su aparición en el escenario. La sombra, que tenía el mismo rostro que Akechi, se burló de él y declaró las intenciones de Shido de deshacerse del joven detective tan pronto como hubieran pasado las elecciones.

Amenazándole con la pistola, la sombra ofreció a Akechi una alternativa a una muerte inmediata.

- Venga, te daré una última oportunidad. Mátalos y haz algo útil por nuestro capitán.

- He sido un estúpido...

Akechi se puso en pie con arma en mano y apuntó en dirección a los Phantom Thieves. La sombra rió, aparentemente complacida por la forma en que estaban desarrollándose los eventos.

- ¡Eso es! Este es el Akechi que nuestro capitán quería ver.

- No me malinterpretes... ¡El único que va a morir aquí eres tú!

Según decía esto, se giró para disparar a la sombra que estaba detrás de él y, acto seguido, usó una segunda bala para pulsar el botón que forzaba el cierre de las compuertas de emergencia.

Los Phantom Thieves no reaccionaron a tiempo. Antes de que pudieran procesar lo que ocurría, la puerta ya se había cerrado delante de sus narices.

- ¡Akechi!

- ¡Vamos, largaos de una vez!

- ¿Acaso eres idiota? – la voz de Yusuke, normalmente calmada, tenía ahora un tinte de preocupación que reflejaba lo crítica que era la situación – ¡Vas a conseguir que te maten!

- Los únicos idiotas aquí sois vosotros... Debisteis abandonarme aquí hace ya bastante tiempo... Enfrentaros a todos estas sombras cargando con alguien en mi estado sólo os habría metido en problemas.

Se pudo escuchar al detective tosiendo al otro lado de la puerta, un claro indicador del débil estado en que se encontraba.

- ¡Akechi!

- Ren... Hagamos un trato, ¿vale? No me dirás que no, ¿verdad?

El líder de la banda se acercó a la barrera física que ahora los separaba, siguiendo la dirección de la cual venía la voz.

- Prométemelo... Prométeme que derrotarás a Shido y pondrás fin a sus crímenes... Acaba con él... en mi lugar.

Ren golpeó la puerta, sintiéndose impotente. Cuando,tras el sonido de más disparos al otro lado de la puerta, Futaba anunció que yano sentía la presencia del joven, el corazón le dio un vuelco. Akechi habíamuerto.

El niño malditoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora