II. REFLEXIÓN

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Ren abrió los ojos de golpe, levantándose con el corazón acelerado. Al ver las familiares paredes del ático y sentir el calor de la sábana a sus pies, se percató de que todo había sido un sueño. En la oscuridad pudo distinguir la figura de Morgana durmiendo sobre sus piernas, aparentemente impasible ante su repentino despertar. El regular sonido de la respiración del gato le transmitió tranquilidad, así que volvió a recostarse sobre la almohada.

Volviendo a rememorar lo ocurrido en el sueño, se preguntó si había algún significado oculto en lo que acababa de ver. Por lo pronto, si algo de ese sueño era real era el hecho de que un enfrentamiento con el joven detective era inevitable. Eran enemigos que jugaban en bandos diferentes, con lo cual, mientras ambos siguiesen vivos, estaba en su destino luchar entre ellos para lograr sus objetivos.

En cuanto al resto del sueño, aunque no hubiese ocurrido de verdad, Ren no podía quitarse de la cabeza que había sido demasiado realista y detallado como para no significar nada. Su instinto le decía que era algo que no podía ignorar, y toda información que pudiese sacar de lo que había visto esa noche podría ayudarle en las batallas que estaban por venir.


Akechi había hecho referencia en el pasado a su complicada situación familiar, a un padre que le abandonó y cómo tuvo que ir de una familia adoptiva en otra hasta que pudo independizarse. En la vida real nunca le mencionó que ese padre era Shido, pero sí que lo dijo en ese sueño donde los Phantom Thieves se enfrentaron a él.

Si eso fuera cierto, entonces los dos jóvenes tenían mucho más en común de lo que Ren había pensado en un principio. Para empezar, tenían un enemigo en común: Shido Masayoshi. De una forma u de otra, ese hombre había arruinado la vida de ambos. La diferencia es que, en su caso, el hecho de que lo pusieran en libertad condicional culminó en un inesperado golpe de suerte que dio un nuevo sentido a su existencia.


Hasta ese momento, Ren había tenido una vida más bien vacía, sin propósito alguno. Tenía unos padres adictos al trabajo que apenas le dedicaban tiempo, con lo que pasaba la mayor parte del tiempo solo. Lo único que le habían inculcado era la necesidad de obtener siempre las mejores notas para lograr un buen trabajo en el futuro, con lo que dedicó sus años de estudiante a cumplir las expectativas de su familia. Su vida social era inexistente, ya que sus días consistían en asistir a clase, regresar a casa para estudiar y así sucesivamente.

El día de su encontronazo con Shido todo cambió. Cuando vio a aquella mujer siendo atacada, no pudo quedarse de brazos cruzados. Normalmente habría hecho ojos ciegos para no meterse en problemas, pero no podía seguir mintiéndose a sí mismo. Se movió por instinto en un intento de protegerla, y entonces tuvo lugar el desagradable incidente que concluyó con él estando en libertad condicional.

Cuando sus padres fueron informados de la denuncia de Shido, expresaron abiertamente su decepción y apenas le dirigían la palabra. Renegaron de tener un hijo y decidieron enviarle lejos una temporada, avergonzados de que su retoño se hubiese convertido en un criminal a pesar de "la buena educación que tanto nos hemos esforzado en darle".

Esos días fueron muy duros para él y le hicieron cuestionarse su forma de actuar en aquel momento. Si no se hubiera involucrado en aquel incidente, la relación con sus padres no se habría torcido de una forma tan brusca.

Durante mucho tiempo su objetivo no había sido otro que el cumplir las expectativas de sus parientes, si bien nunca parecieron reconocer sus esfuerzos incluso siendo el hijo perfecto. Ahora, lejos de superar sus expectativas para que le reconocieran, lo que había logrado era ganarse su desprecio. El expediente criminal que se había abierto aquel día (si bien injustamente, porque no hizo nada merecedor de un castigo de tal magnitud) era un ataque al prestigio de la familia, hasta ahora siempre percibida desde fuera como una familia modelo.

Finalmente llegó el día en que inició el periodo de libertad condicional y poco después fue enviado a Yongen-Jaya, el distrito donde residía un conocido de la familia, Sojiro Sakura. El día en que partió, sus padres no acudieron si quiera a despedirse.

Aunque inicialmente se mostraba reacio a la idea de dirigirse a terreno desconocido, el coger el tren aquel día le supuso un alivio. Dadas las circunstancias, sea quien fuere ese tal Sojiro, su estancia con él no podía ser peor que convivir con sus padres tal y como estaban las cosas. Aún sin conocerlo, le estaba agradecido por aceptar darle cobijo durante una temporada.

Para él en ese momento, Shido (cuyo nombre aún desconocía) era el hombre que le había arruinado la vida. El frágil vínculo que le unía a su familia se había roto por completo, y con él todo lo que había logrado hasta ahora había perdido su sentido.

Cuando cogió el tren aquel día jamás imaginó todo lo que le esperaba al mudarse a Yongen-Jaya. Nunca se le pasó por la cabeza que acabaría conviertiéndose en un Phantom Thief que salvaría a miles de personas en el país, ni tampoco que conocería a personas con las que establecería algo mucho más similar a una familia que lo que jamás había tenido hasta ese momento.


Reflexionando sobre su pasado se dio cuenta de que, si no hubiese tenido la suerte de terminar con Sojiro y conocer a quienes hoy día eran sus mejores amigos, quizás él habría sucumbido a la misma oscuridad que había consumido a Akechi. Si las cosas hubiesen sido distintas, podría ser él quien, dominado por el odio, actuase movido únicamente por sus ansías de venganza a aquel quien destruyó todo lo que tenía.

A diferencia de él, Akechi no tuvo la suerte de dar con las personas adecuadas en el momento adecuado. No sabía exactamente cómo había sido su vida hasta entonces, pero sus palabras en el sueño dieron a entender que el detective de ojos castaños no halló nunca a nadie que lo aceptara. Se vio solo hasta el último momento...

Se preguntó entonces si podía haber hecho algo para cambiar las cosas. Si lo hubiera conocido antes, ¿habrían sido diferentes las cosas? Si lo hubiera conocido antes, ¿habría podido detener sus crímenes antes de que empezaran? Si lo hubiera conocido antes, ¿habrían podido ser aliados luchando por una justicia común?

Después de dar tantas vueltas al tema, sus párpadoscomenzaron a pesarle, obligándolo a cerrar los ojos. Poco a poco se desvanecíasu capacidad para pensar, su cuerpo reclamando un merecido descanso después devarios días acudiendo al Palacio a investigar. Decidió que no tenía sentido seguirdándole vueltas a posibles escenarios de qué habría pasado si las cosashubieran sido de otra forma, y se dejó llevar por los deseos de su cuerpo,sumiéndose nuevamente en un sueño profundo.

El niño malditoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora