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VERÓNIKA
— TRANQUILA RONNIE, TU PUEDES HACERLO, solo tienes que decirle que ya no quieres seguir con esto —. Me hablaba a mi misma mientras acomodaba mi cabello rizado, cuando me sentí lista para lo que pasaría a continuación.
En cuanto escuché el timbre de la casa, bajé ya lista, en la entrada me topé con Pablo que lucía un pantalón de mezclilla, una camisa azul marino, y unos mocasines negros, se veía realmente guapo, pero no podía desviarme.
— Hey, que bien que viniste —. Dije, mientras él se inclino con intención de besarme, pero yo giré la cara, entre menos contactó hubiera, más rápido y sencillo sería todo.
— Si, pues dijiste que tenías que hablar conmigo —. Habló nervioso, se notaba por la forma en que arreglaba su camisa —. Hola Cristina —. Saludo a mi mamá.
— Hola Pablo, pasen a la mesa, ya Julia llevo todo —. Dijo ella, caminamos a el comedor.
Después de la incomoda cena, Verónika llevo al joven a su cuarto, dónde se encerraron, el momento había llegado.
—¿Que tienes Ronnie? —. Me preguntó tomándome por la cintura.
— Tenemos que hablar Pablo —.
—Dime conejita.
—Esto no está funcionando, a mí ya no me gusta esconderme, y sé que no quieres lastimar a Isabella, pero me estás lastimando a mi. Y ya quiero terminar con esto —. Solte sin poder controlar las lágrimas.
— Mi amor, no a ver, Ronnie, no me puedes hacer esto, ya teníamos planes, te acuerdas, cuando nos graduamos nos vamos a ir de aquí.
— A ver Pablo, entiéndeme, ya estoy hasta la madre de que tengamos que escondernos, ya no quiero tener secretos, ojalá nadie tuviera secretos, así todos podríamos ser libres.
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