T R E S.

34 5 6
                                    

El recuerdo del primer encuentro.

De vuelta en casa, Grettel apenas escuchó a su madre preguntar cómo le había ido en la escuela. Estaba demasiado cansada para dar explicaciones, demasiado agotada por todo lo que había pasado ese día.

Se sentó sobre su cama, el dolor en el pecho era punzante. Tomó un suspiro mirando hacia la ventana; pronto, sus ojos se llenaron de lágrimas que comenzaron a deslizarse lentamente por sus mejillas.

—¿Estás bien?— Recordó la voz suave y preocupada de Melissa, quien al notar la respiración de Grettel la giró de un momento a otro, alejándola de la mirada del chico.

Grettel, atrapada en su propio torbellino de pensamientos, no había podido contestar en ese momento. Solo había asentido, esperando que eso fuera suficiente para calmar a Melissa.

Pero no lo era. No para ella.

—Regresemos al salón, ¿vale?— La firmeza de Melissa había sido un ancla en medio de su caos. La presión de su presencia era reconfortante, aunque la sombra de sus pensamientos persistía.

Melissa había permanecido a su lado, manteniéndola fuera del caos, sin hacer más preguntas. Sabía que su amiga no estaba lista para hablar. Grettel podía sentir la tensión en la mirada de Melissa, una mezcla de preocupación y paciencia, como si esperara a que Grettel diera el primer paso para abrirse.

—Grett... si necesitas...— Melissa había comenzado a decir, pero se detuvo al ver que Grettel no levantaba la mirada.

Aquella tarde, no hablaron más de lo ocurrido. Melissa la acompañó hasta la salida, sin soltarle el brazo, dándole un apoyo silencioso que, en ese momento, Grettel no sabía cómo agradecer.

Las lágrimas seguían cayendo, y la pregunta resonaba en su mente: ¿Estaba bien? No, no lo estaba, pero tampoco sabía cómo explicarlo.

Cerró los ojos, intentando bloquear el dolor. Necesitaba hablar, pero las palabras se atascaban en su garganta. ¿Qué le diría a Melissa? ¿Cómo podría explicarle que se sentía perdida, como si todo lo que alguna vez había creído se estuviera desmoronando?

***

Clases de geometría y trigonometría.

Lo mismo de siempre, aburrido y complicado.

—¿Necesitas ayuda?— Preguntó Ophelia, sentándose frente a ella con una sonrisa alentadora.

Grettel levantó la vista de su cuaderno, donde las fórmulas se mezclaban en un mar de confusión. —No sé... no entiendo nada.

Ophelia inclinó la cabeza, estudiando a su amiga. —A veces ayuda tener a alguien que te explique las cosas de otra manera. ¿Quieres que intentemos juntas?

Grettel suspiró, sintiendo que la frustración la abrumaba. —Sí, por favor. Me siento tan perdida con estas fórmulas.

Ophelia sonrió con confianza y abrió su libro. —Vamos a empezar con los conceptos básicos. ¿Qué te parece si revisamos los triángulos primero? Hay algo interesante sobre ellos que podría ayudarte a recordar.

Grettel asintió, observando cómo Ophelia dibujaba un triángulo en su cuaderno. —Mira, cada tipo de triángulo tiene propiedades diferentes. Si entiendes eso, será más fácil aplicar las fórmulas.

Cliché. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora