"¿Por qué te gustaba tanto el mar? ¿Será que desapareciste en él?
Como los poemas que tanto amabas, tu presencia se quedó impregnada en mi ser... o tal vez sólo eres un recuerdo al que me aferro para no perder la cordura que me queda."
Ayumi Durand...
Ni siquiera sabía cómo Mitsuri dejaría que su Tsuguko fuera a la selección final. No podía ni hacer una postura y sería mandada a una montaña infestada de demonios.
Salió de la finca amor, debía dirigirse a la finca mariposa. Antes de entrar a la selección final, pasó a despedirse de la única persona con la que hablaba: Ame, una chica de piel morena y cabello rojo que trabajaba en la finca mariposa.
–Yumi, por favor vuelve con vida. Si mueres yo ya no podré jugar con tu cabello, eres mi mejor amiga ¡mantente con vida!
Ayumi se aseguró de tranquilizar a su amiga, ella recordaba a su hermano cada que la veía. Los dos tan dependientes de ella y eso la aterraba, porque sabía que el día que ella faltara, algo le pasaría a Ame.
–Volveré con vida. Te juro que no descansaré hasta que me asegure que tú tendrás una buena vida.
Le dio una sonrisa segura, para después estrecharla entre sus brazos y partir. Era una gran montaña con flores de glicina en la entrada. Unos momentos después abrieron las puertas de la zona de demonios; sería una larga semana.
Los primeros días fueron los más calmados, hasta que vio una demonio de apariencia grotesca. Tenía una especie de tentáculos que creían en un radio de 10 metros. Empezó a tratar de vencerla sin las posturas que Mitsuri le enseñó, pero era inútil, la demonio sólo seguía jugando con su comida.
–Mírate. No puedes hacer una sola postura. – Soltó una risa burlona– serás una presa fácil.
Ayumi observó sus movimientos y rápidamente lanzó un ataque, sólo que esta vez, usó una respiración diferente a la que había entrenado, una antigua que ya nadie usaba.
–Respiración de la luna: segunda postura: flores de perlas iluminadas por la luna.
Vio como su oponente se desvanecía por varias partes de su cuerpo, muriendo al instante.
–Sólo he visto dibujos y pinturas, pero sé que las medusas son hermosas. Las adoro.
– ¿Sabes algo Yuki? Las medusas y la luna iluminan, por eso estudio esa respiración.
Después de pasar los siete días salió a el exterior, a donde era seguro, aún con las inconveniencias pudo salir. Tenía algunos rasguños y estaba exhausta después de haber usado la respiración de la luna, pero salió con vida y aún más motivada.
– ¡no es un demonio!, ¡él es como nosotros!
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