Capítulo V: La Tentadora de la noche.

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Sin advertencia y aparentemente sin propósito, otro que burlarse más de mí, la Tentadora saltó desde el acantilado y se hundió por debajo de la incertidumbre, dejando atrás sólo esos magníficos zapatos. Debí haber digerido lo que vi antes de saltar por la ventana. Debí haber bebido de la canilla que goteaba una vez más en caso de que fuera la única cantidad de agua que encontraría por algún tiempo. Debí haberme detenido y  dejar que mi mente pensara un plan apropiado para escapar de mi pesadilla, pero todo lo que podía pensar era en salvarla. Nunca me tomé siquiera un segundo para darme cuenta de que el reflejo en la ventana no era el mío. No era el de ninguna persona que hubiera visto antes. Diablos, no estoy seguro ni de si había un reflejo en lo absoluto.

Sobre mis pies y afuera de esa maldita casa al fin ¿Pero en qué sórdida arena me he metido? Para mi gran sorpresa, la Tentadora no se desplomó algunos miles de pies por debajo del oscuro lodo, pero estaba parada a mil yardas de mi alcance, posicionada distintiva y deliberadamente en el otro lado del acantilado donde yo había reconocido su figura sólo unos segundos antes.

Miro a través del abismo que me divide de ella, mi precio, y bebo en su belleza.

Me puse en el borde del gran cañón, una fisura se extendió sola por un crujiente puente de cuerdas. Un viento caliente me golpeó, un cambio bienvenido a la ayuda tapada que había estado inhalando en aquella casa deprimente. El viento estaba tan dulce, nauseabundo de hecho, estaba empapado con tan intoxicante olor. Mi cabeza se ahogó en su fragancia mientras yo ávidamente inhalaba cada vez más profundo. Escuché los gritos de mi corazón latiendo fuerte y reverberando en mis sienes mientras éstas gritaban pasados los gemidos de las ráfagas sensuales; el aroma casi literalmente me despertó. Oh, cómo este mismo viento parece bailar sobre la forma completamente madura de ella.

Dejo que el fuerte aroma del perfume montado sobre un viento caliente me sature. Entreno a  mis oídos el crujir del puente abarcando la brecha hacia ella.

Podría jurar que su atuendo era menos revelador anteriormente, o tal vez no tuve la oportunidad de observar apropiadamente su encanto. Su vestido era casi transparente, dejando un poco de sus curvas a la imaginación. Nunca he suspirado con tal furia lujuriosa de acostarme con una mujer antes. Ella era realmente fascinante y mi imaginación corría salvajemente con las interminables posibilidades del placer carnal.

Tiro precaución al viento de la pasión y continúo bajando por el camino, el camino a lo desconocido.

Empecé a cruzar por el puente, impulsando todas mis inhibiciones dentro de aquel pegajoso y sofocante viento. Corrí con una desesperación y una acrimonia que sólo puede nacer de un deseo animal de carne. Mientras mis pies ansiosamente negociaban lugares con otro, una por una cada tabla comenzó a desaparecer por debajo de mí. En un instante volví a la realidad y me di cuenta de lo que estaba pasando. ¿En mi prisa por unirme a la Tentadora seguramente examiné la estabilidad del puente, verdad? Antes de poder siquiera finalizar aquel pensamiento, estaba cayendo. Miré hacia abajo en el abismo oscuro en el cual me hundí y escuché la violencia de las olas debajo. Oh, delicioso destino, no moriré en este mismo momento. Tomo este último poderoso trago de aire precioso y me hundo en el mar, dejando mi adicción parada sola, kilómetros sobre la tierra.

A PLACE WHERE THE SUN IS SILENT  (ESPAÑOL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora