Mis manos se hundieron en su melena añil, las suyas se agarraron con fervor a mi pelvis. De nuevo, ambos nos fundimos en un beso desesperado, sólo separándonos eventualmente para calmar nuestros jadeos.
—¿Te pasa algo? No pasa nada si no te apetece seguir, a mi tampoco me hace mucha gracia que nos vuelvan a pillar como ayer.
Soltó una alegre carcajada, pero se detuvo de inmediato al fijarse en mi mirada perdida. Estábamos frente a frente, apenas unos centímetros separaban nuestros labios, pero al mirarla, veía través de ella, como si fuera transparente. Eso era...¿indiferencia? Antes de siquiera darle nombre a lo que sentía, ella se separó de mí. Fui consciente de mi error, y rodeando sus caderas, la acerqué de nuevo a mi torso.
—No es nada, de verdad. Sigamos. —hice amago de besarla, pero ella me detuvo, dedicándome el escrutinio de sus ojos verdes. Otra vez ese vacío. Esa nada tan profunda en mi pecho. El reflejo de mis iris debió reflejarlo.
—Odio que me mientas Fred. Piensa todo esto mejor, y cuando lo hayas hecho ya me avisas. —su voz no era fría, aún cargaba ciertas trazas de anhelo, pero destilaba firmeza. Se bajó de mi regazo y abandonó el cubículo, dejándome sentado sobre el retrete como un idiota.
"¿Pensar en qué?" fue lo primero que me vino a la cabeza. ¿Acaso había hecho algo mal? Ni siquiera había barajado esa opción: Usagi no era mi novia, y desde el primer día dejamos claro que nos prometíamos nulo compromiso, así que era imposible que fueran celos. Y entonces me vino a la mente: la nada absoluta que sentía. Yo sabía que lo que sentía por ella no era amor, pero hasta entonces me había sentido cautivado por su cuerpo fibroso, su optimismo, esa intensidad tan característica suya...Pero en ese momento, todo aquello no me evocaba nada.
La campana del fin de clases me extrajo de la confusión que empecé a sentir. Salí hacia los ya abarrotados pasillos intentando encontrar algún rostro familiar. Solo distinguí unos ojos rasgados en la distancia. Seguí caminando. No era el momento. Ni rastro de Freddy, Joy o Foxy. Hasta se me vino a la mente esa chica...¿cómo se llamaba? Dafne, sí. No la reconocí entre el tumulto. Aunque, pensándolo mejor, ni siquiera querría dirigirme la palabra. Me reí al recordar su rostro sonrojado en el aula de castigo, tan indefensa...
Recurrí a ir solo hasta la estación. Mi teléfono vibró: Mensaje de Freddy. "¡He quedado con Cami! No me esperes para comer."
"Tranquilo, disfruta ;)" contesté yo.
•••
La casa estaba vacía, como de costumbre. Nuestra madre era enfermera, y no le quedaba otra que adaptarse a unos horarios bastante irregulares para salir adelante. Aún así, nos había dejado la ensalada de pasta preparada sobre la mesa, así que me dispuse a almorzar en la penumbra, disfrutando del silencio sonámbulo que se percibe a altas horas del mediodía. Al terminar, me encerré en mi cuarto, dispuesto a jugar alguna partida del último RPG de fantasía que había descargado. La música sonaba alta en mis auriculares, mientras me enfrentaba a un jefe del sexto nivel. No estaba nervioso; había jugado lo suficiente como para predecir los movimientos de mi adversario. Un mensaje apareció en pantalla tras asestar el último golpe. ¡Bien jugado! Guardé los cambios y hojeé la app de mensajería: era un mensaje de Usagi. Decidí no leerlo.
Me había dicho que lo pensara, que pensara en nosotros, supuse. Aunque no tuviéramos nada formal, ella quería respuestas. ¿Qué quería yo? Esa era la cuestión. Me interesaba, pero cuando estaba con ella sentía...inseguridad. Sentía celos. Celos que se habían tornado en esa nada abrumadora. Al meditarlo, pensé que no era justo retenerla en ese sucio juego de tira y afloja. Me abalancé sobre el teléfono, dispuesto a hablarlo. Muy tarde, ella ya se había adelantado.
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RENAISSANCE • fred • fnafhs
RomanceEl museo local ha seleccionado El Renacimiento como tema a exponer por unos meses. Dafne se resguarda en su lienzo, con una paleta de colores grises, oscuros, prácticos, y retoza bajo el sol apagado, que fluye en el óleo. Lo que ella no sabe es que...