IV. DAIRE Y KIARA

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Para el día 16 de marzo, Kiara cumplía dos semanas de encontrarse en la curiosa y sorprendente ciudad de Dublin. Su hermana mayor , estuvo con ella hasta ese día, pues tuvo que regresar a su trabajo, abandonando la bella ciudad y Kiara, por el contrario, decidió quedarse una semana más a disfrutar de las tradiciones del país y de un espectáculo que había anhelado ver desde hacía años: la fiesta del día de San Patricio, que, para su suerte, era el día siguiente.

Kiara era una caraqueña joven, vital, risueña y muy muy...divertida, aunque a veces podía ser un poco torpe, también. Tenía 25 años y había estudiado periodismo internacional,  a pesar de su corta edad, había sido enviada a muchos países como corresponsal de eventos importantes. Algunos de ellos han sido Italia, Francia, Honduras, Países bajos, Colombia, México, Noruega y Arabia Saudita...experiencia que recuerda con gran diversión, puesto que, un árabe enamoradizo le pidió matrimonio, vaya locura. Pero hoy se encontraba en Irlanda no por trabajo, sino por entretenimiento para disfrutar de la grata experiencia que se celebraría el día siguiente.

El 17 de marzo llegó y Kiara desde muy temprano vislumbró desde la ventana del hotel donde se quedaba lo colorido de la ciudad. El color verde adornaba bellamente las extravagantes calles y a las personas, personitas y hasta mascotas que caminaban disfrazadas y relucientes. Kiara no tardó en arreglarse, vistiéndose con su traje verde, ya que no quería ser pellizcada por algún irlandés según la tradición. También se colocó su barba roja y sus anteojos enormes y graciosos, sin olvidar su cámara por supuesto, con ella capturaba cada historia, esencia y escenario magnífico que conocía alrededor del mundo, pero lo que ella no sabía era que ese día capturaría al escenario más bonito de su vida...

Kiara caminaba por Dublín y bailaba extasiada al ritmo de la música a la vez que hacia amigos nuevos y fotografiaba la celebración en su máximo esplendor. Feliz, tomaba un vaso de cerveza negra para refrescarse un poco cuando se dejó llevar por el espectáculo de un joven que bailaba alocadamente debajo de un árbol de flores rosadas. Se acercó a fotografiarlo y entonces, la barba falsa que ella llevaba puesta se desanudo, cayendo al suelo y haciendo resbalar al muchacho prácticamente a sus pies. Por un momento, el bullicio de ese lado de la calle se detuvo y Kiara, rosada de la vergüenza, ayudo al muchacho a levantarse el cual lo único que hacía era reír, mientras se apoyaba de su mano para ponerse en pie. Afortunadamente el muchacho (cuyo nombre era Daire) no sufrió ningún golpe y aprovechó el momento para bailar con Kiara, pues le había caído muy bien y, además, le parecía extremadamente encantadora.

Después del día de San patricio, Kiara permaneció unos días más en Dublín y Daire no desaprovecho la oportunidad de salir con ella y entonces comprendió que no quería que Kiara se fuera, ella le había gustado; pero ella tenía que irse pues su vida estaba muy lejos de ahí. Daire, triste, se despidió de Kiara la mañana de un viernes y como ella también lo quería, le prometió que volvería en tres años, exactamente en las fiestas de San patricio y como prueba de esa promesa Kiara le dejó su cadena de oro en forma de corazón, la cual él no se quitó desde ese día.

Daire la extrañaba todos los días, no podía olvidarla y recordaba su rostro y su sonrisa de una forma tan nítida y clara que no parecía un recuerdo, sino más bien un encuentro sucedido en ese instante. Él contaba los días, las horas y los segundos para verla. Después de mucho, el tan anhelado día llegó y Daire se alistó para su cita más esperada, la cual era verla a ella el día de San Patricio, pero de muchos años después. Cuando Daire se dirigió exactamente a el sitio donde se habían encontrado por primera vez, bajo el árbol de flores rosadas, no la encontró. La espero todo el día y parte de la noche y Kiara no apareció; tampoco apareció en tres, ni en cinco, ni en diez años...

Él la espero durante toda su vida, todos los 17 de marzo de cada año. Agotado, triste y anciano, fue una última vez a esperarla, pasado más de 50 años de la primera vez que la vio. Daire ya no disfrutaba de la fiesta, ni de la alegría de ese día puesto que, esa fecha se había convertido en sinónimo de tristeza para él.

Entonces, cuando estaba a punto de marcharse, una ancianita de ojos café que vestía un trajecito verde y llevaba una barba falsa, se plantó a su lado mientras le sonreía y miraba su vieja cadena de oro. La mujer lo llamó por su nombre, confesándole que era Kiara y pidiéndole perdón por no regresar cuando lo había prometido, ya que, por circunstancias del destino, su vida dió muchos giros, impidiéndole volver. Ella le mostró las fotos que aún conservaba de él y a esas alturas, a Daire no le importaba nada más que tenerla a ella y, mientras se abrazaba a una frágil Kiara cubierta de llanto le juró no dejarla ir jamás y ella le hizo el mismo juramento.

Daire y Kiara vivieron juntos durante solamente cinco años. Daire rompió su juramento, pero no porque quiso...Dios lo había llamado y tuvo que dejar a Kiara en la tierra, esperando verlo de nuevo en otra vida.

Cuentan los habitantes de la ciudad que Kiara murió unos años después que Daire y que antes de hacerlo enterró la cadena de oro dejado debajo del árbol donde se conocieron. Y según una leyenda que surgió en base a su historia, la persona que desentierre esa cadena el día de San Patricio estará condenada a encontrar al amor de su vida ese día, luego a perderlo y a reencontrarlo, como sucedió con Daire y Kiara.

FIN

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