Capítulo 1: El puente.

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El día había estado horrible, no había parado de llover y el viento no hacía más que empeorarlo todo.

Las sillas salían volando, las macetas se tambaleaban desde los balcones y los coches circulaban más despacio de lo normal por la carretera.

Había tenido cuidado que ponerme bastante abrigo pero aún así seguía helada hasta los huesos.

-Oye mamá no te preocupes, es la tercera vez que me llamas hoy

Las madres y esa preocupación innecesaria, sé que es un instinto natural de madre preocuparse por sus hijas e hijos pero la mía a veces se pasaba de sobreprotectora. A veces me seguía sorprendiendo como había podido convencerla de dejarme venir a Corea a estudiar.

-¿Has cogido el abrigo que te regale por navidades? el que es acorchado y tiene capucha, y no te olvides de ponerte una camisa térmica

-Sí mamá, ya me has dicho eso cuatro veces. -suspiro levemente, no queremos que se entere- te tengo que dejar mamá, voy a salir de camino a casa y no quiero que se me moje el móvil. Cuando llegue te aviso.

-Está bien hija, que no se te ocurra de llegar y no decirme nada, que ya nos conocemos.

-Hecho, te quiero -lanzo besos y sonrío mientras cuelgo el teléfono para guardarlo bien en mi compartimento secreto de mi maletín.

Arrojándome con valentía y subiendo mi bufanda hasta casi tapar mis ojos, salí a la aventura y en no más de veinte segundos ya estaba calada de agua hasta los huesos.

Me imagino que te estarás preguntando porque no llevo paraguas, la verdad estaría genial llevarlo si este viento me lo permitiera.

Tenía unos diez minutos que andar a casa pero si corría serían unos siete, así que empiezo a correr como si no notara el peso de toda la ropa que llevo encima.

Mientras corro intento no pensar en nada , solo en mi respiración y en que comeré cuando llegue a casa o si siquiera tendré algo que comer al llegar a casa. Otra vez había olvidado ir a comprar, ser así me va a matar de hambre.

Pasaba por el puente y no lo habría visto si no hubiese estado a escasos metros de mi.

Una figura se asomaba por la barandilla mirando fijamente el vacío que se extendía enfrente de sus ojos. El agua estaba bastante revuelta debido a tanta lluvia y tanto viento.

El chico miraba fijamente y no se movía a pesar de estar claramente empapado de la cabeza a los pies y me pregunté cuanto tiempo habría estado ahí.

Lo miré en silencio por lo que me parecieron horas pero que en realidad no fueron más que minutos. No le podía ver bien la cara pero su postura hacía que se me erizara los bellos de la nuca,

quería hablarle pero como cortar ese silencio cuando parecía tan necesario.

Tampoco entiendo el porqué sigo aquí parada mirándole fijamente y respirando despacio, tratando que ni mi respiración haga algún tipo de ruido. Ruido que jamás se escucharía de todas formas, el único que oía era la lluvia y las palpitaciones de mi corazón resonando en mis oídos.

El chico avanzó unos pasos y eso hizo que mi respiración se agitara de igual forma, no se si lo que moja mi cara es la lluvia o mis lagrimas, posiblemente ambas.

No sé en que momento el chico empezó a subir la barandilla, para ser justos tampoco sé en que momento me acerqué lo suficiente como para agarrar fuertemente su brazo derecho pero aquí estoy.

-Oye...

Silencio, silencio, silencio, silencio...

- ¿Tienes hambre? -no sé si estoy chillando, tampoco me importa mucho en este momento- yo mucha, aún no comí nada...

No me dejes caer.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora