𝑷𝒓𝒐𝒍𝒐𝒈𝒐

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—¿Vamos a pasar a Lyue antes?

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—¿Vamos a pasar a Lyue antes?

Preguntó Paimon, volando alrededor de Lumine quien compraba algunas cosas para llevar de regalos ya que volvería a Mondstadt un tiempo y planeaba llevarles cosas de Sumeru a sus amigos en el camino de vuelta.

—De hecho, me hubiese gustado ir a Inazuma también, encontré unas cosas que me gustaría llevarle a Ayaka.— comentó Lumine pagando por un pequeño peluche de un Yak de carga, lo miro bien, era lindo.—¿Puede darme otros seis por favor?

La mujer que vendía asintió y se agachó para sacar de una bolsa otros peluches de Yaks de carga, todos tenían diferentes colores en las cosas que llevaban en su espalda, Lumine eligió algunos y pagó de nuevo, le mostró uno de los peluches a Paimon.

—¿Quieres uno?— preguntó a la niña, quien negó diciendo "no gracias", educadamente, agradecieron a la vendedora y se retiraron del lugar.

—¿Para quién son los peluches?— cuestionó curiosa Paimon, Lumine se sentó en una banca cercana y comenzó a sacar los peluches para enumerarlos.

—Uno de estos rojos es para Klee, este otro es para Xianglin, este verde es para Sayu, este azul es para Bárbara, uno de estos celestes para Diona y el otro para Qiqi. Este rosado quiero dárselo a Dori ¿Pasamos a verla antes de irnos? Quizá tenga algo interesante que comprarle.

Paimon aplaudió satisfecha y Lumine guardo las cosas de vuelta. Comenzaron a caminar al puesto de la pequeña niña electro, antes de llegar la vieron hablando con un hombre que no tenía buena pinta.

—Vamos, déjamelo al precio que te dije.— pidió el hombre acercándose a Dori.

—Ya he dicho que no, es el precio final ¡Ya he hecho muchos descuentos! Estás desaprovechando un excelente producto a un buen precio.— renegó Dori cruzándose de brazos.

—Voy a enojarme si no bajas más el precio de esta basura, y si me enojo voy a golpearte No vas a querer arruinar tu bonita cara solo por unas moras ¿Verdad?— cuestionó el hombre acercándose aún más a la niña, pero una sensación de algo frío en su cuello lo detuvo de seguir avanzando.

—¿Haz escuchado lo que dijo Dori, Paimon?— preguntó Lumine, quien tenía su espada desenvainada, con la punta de esta en el cuello de aquel hombre.

—¡Fuerte y claro! Dori ha dicho que no bajará más el precio.

—¡Exacto! Ella ya hace muy buenos descuentos, solo un tonto pobreton pediria más rebajas.

Paimon asintió, el hombre frunció los labios, tragando en seco y tratando de alejar la espada de la rubia de su cuello.

—Entonces...¿Así está bien?— preguntó el hombre entregando una bolsa de mora a Dori, quien contó rápidamente el dinero.

—Así está perfecto señor, un gusto hacer negocios con usted.

—E-el gusto es mío.— tartamudeo viendo como la rubia alejaba su espada pero seguía amenazando con la mirada, tomó el objeto que había comprado y se alejó del lugar, rezándole algo a los arcontes entre murmullos.

Lumine se volvió a ver a Dori, quien contaba de nuevo la mora, con una sonrisa en el rostro.

—Dori, venimos a traerte un regalo.— sonrió Lumine sacando el peluche y entregándolo a la niña.

—Gracias viajera, también gracias por lo de antes, a veces la gente es muy molesta.

—Paimon sabe, la gente puede ser muy fastidiosa a veces.

Dori se fue detrás de la cabaña cerca de la que vendía sus cosas y guardó el peluche en una pequeña cajita, rebuscó un poco en el mismo lugar y le extendió a Lumine una especie de tetera.

—¿Una tetera?— preguntaron Lumine y Paimon al mismo tiempo.

Dori frunció el ceño, arreglándose los lentes suspirando frustrada.

—Lámpara, es una lámpara.— aclaró la niña quitándole el objeto de las manos a la rubia, quien había cerrado un ojo para ver con el otro por el orificio de la boquilla de la lámpara.

Dori la puso sobre su mano y luego hizo un gesto con su mano, como si lo frotara pero sin tocar la lámpara.

—Es una lámpara mágica, si la frotas, te concederá un deseo. La encontré hace unos días, me dijeron que solo le queda un deseo, pero ciertamente no creo en esas cosas, sea verdad o no, no pierdes nada intentando.

Explicó la pelirosa devolviéndole la lámpara a Lumine, quien asintió comprendiendo, pero frunció el ceño al instante dándose cuenta de algo.

—¿Me lo estás regalando?—preguntó, y Dori se llevó un dedo a la barbilla, como pensando.

—Veámoslo como un intercambio de regalos si, tu me has dado este lindo peluche, y yo te doy esa linda lampara.

Lumine sonrió.

—Gracias, Dori. Nos veremos luego.— sacudió la mano mientras se alejaba y veía como la niña hacía lo mismo.

Miró la lámpara con un poco más de detalle y luego la guardó en su bolsa pensando acerca de esas historias sobre los genios y los deseos. Dori tenía razón, no perdía nada con intentar, seguramente trataría luego.

Era hora de emprender su viaje para regresar a Mondstadt

Era hora de emprender su viaje para regresar a Mondstadt

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No sé escribir perdón.

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