CAPÍTULO 6

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Salí del baño terminando de acomodarme la ropa, en busca de mi hermana. Supuse que ya habría terminado la reunión. Había pasado un buen tiempo.

Frené de golpe al sentir una risa, una risa que no era conmigo.

Hice puños mis manos al divisar a mi hermana, sonriendo emocionadamente. Con un tipejo que permanecía sentado frente a ella, robándome la sonrisa que debía ser para mí.

Inhalé intentado calmarme, pero la cólera no podía evitar correr por mis venas.

Me acerqué rápidamente a ellos, relajando mis manos por el momento. Forcé una sonrisa al presentarme.

— ¿Ya no terminó la reunión? —. Pregunté irónicamente.

A mí hermana se le borra la sonrisa automáticamente después de escucharme. Se envolvió en silencio como si estuviese rezando por dentro.

— Oh ¡Hola! —. Se levanta el tipo extendiéndome la mano.

— A juzgar por su parecido ¡Debe de ser el hermano de Alejandra! ¿O me equivoco? —. Desgraciadamente, no se equivoca. Observo con repulsión su mano esperando la mía.

— Ajá...si, es mi hermano ¿Verdad que nos parecemos? —. Le oigo decir con algo de incomodidad en la voz.

Siento como me da una patada en el tobillo por debajo de la mesa.

— Saluda Alejandro —. Masculla.

Mordiéndome los labios con repudio termino estrechando mi mano con él.

— Soy Jonathan White, un gusto —. Sonreía irritádome.

— Alejandro Davies —. Apreté mi boca en intento de formar una sonrisa.

— ¡Vaya! ¡Hasta sus nombres son idénticos! —. Aquel hombre me trasmitía más furor del que tenía con todas sus imbecilidades.

— Te aseguro que jamás olvidaría tu nombre, mientras siga con esta belleza de hermana que tienes —. Le sonríe mirándola con cariño.

Mis sentidos se alarmaron y herméticamente cerré mis manos en puños. Empecé a inhalar y exhalar rebosante de cólera. Era evidente, se podía sentir la tensión que había entre los tres, aún siendo un espacio abierto.

ALEJANDRA:

Mi corazón latía raudo, estaba siendo capas de ver las azuladas venas en el cuello de Alejandro. Sabía que estaba a punto de perder la cordura, y a eso le temía.

Sus celos estaban sobrepasado los límites. En vez de mi simple hermano, seguía pensando en que parecía más mi esposo.

— Eh, disculpa Jonathan...creo que ya es hora de irnos —. Dije algo pesarosa.

— ¿De verdad? Pero si casi no pudimos hablar por la reunión. Además, no es tan tarde —. Dice afligido mirando su reloj.

— Ah, pero mañana debemos trabajar y amanecer bien descansados je je, además de que mi hermano tiene universidad —. Dije a modo de improvisada justificación.

— Ah, pues, está bien —. Se le oye resignado.

— Perdón, nos vemos mañana —. Sonreí apenada.

— Oye ¿Te vas así? ¿Ni un beso de despedida? —. Le oigo tentadoramente mientras se acerca a mi.

— ¡Ve a besar al carajo imbécil! ¿Qué te crees? —. Mi boca se abre de golpe sorpresivamente cuando oigo a Alejandro.

— ¡Alejandro! —. Alzo la voz.

Miro hacia todos lados con alta vergüenza, muchas personas nos observan con atención.

Agarré del brazo a Alejandro antes de que se abalanzara sobre Jonathan.

— ¡Por favor, discúlpale Jonathan! —. Digo mientras alejo prácticamente a rastras a Alejandro de allí.

Sentía que su brazo estaba hirviendo de ira, y sus venas aún permanecían alteradas, como si estuvieran a punto de reventarse.

(...)

— ¡Esto fue el colmo Alejandro, el colmo! —. Exclamo molesta por su comportamiento.

— ¿Por qué le hablaste así? —. Espeté abriendo la puerta del auto.

— ¿Qué? ¿Acaso te ibas a dejar besar por aquel tipejo que no es nada tuyo? —. Iba alzando la voz mientras sacaba sus dientes.

— ¡Es un compañero de trabajo con el que me llevo muy bien simplemente! —. Vocifero.

— ¡Eso no me importa! —. Me toma repentinamente de la mandíbula.

— ¡Tranquilízate Alejandro! —. Me suelto de su agarre.

Quería buscar las palabras para calmar las cosas antes de que se saliera más de control. Todo estaba pasando muy rápido.

— Él y yo...no somos nada —. Dije con cierta mentira.

— ¡Se que mientes! —. Vuelve alzar la voz más exasperado, dando fuertemente un golpe sobre la barra de dirección del auto.

Me quedo callada. Sentía como bufaba, como un depredador al que le pasaban su comida por delante y no se la daban.

Me hubiese sido imposible creerme aquella escena si me la hubiesen contado. No me hubiese creído que ciertos celos de Alejandro llegaran a tal punto, unos celos que cada día eran más enfermizos.

— Tranquilo, por favor —. Adopté un tono suave y calmado.

Llevé mis manos a sus mejillas, acariciándolas de arriba hacia abajo lentamente con las yemas de mis dedos.

Sentí como su cuerpo se fue destensando, las venas de su cuello se relajaron y sus ojos poco a poco se sosegaron por mi contacto en su piel.

— Ya...ahora, vámonos ¿Si? —. Sonreí mientras alejaba mis manos de su rostro.

Me miró con una mezcla de veneración y aún con una pizca de recelo.

Adopté el asiento del copiloto esta vez. Él se acomodó a mi lado rectamente, sin decir más nada.

Llevé mis manos al volante. No podía pensar con claridad. Mi mente era un vorágine en aquel momento, no sabía que pensar o hacer. Los celos de Alejandro, empeoraban cada vez más...

Ilícito (Demente I) [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora