Me desperté por un ruido procedente de la cocina, antes de pararme me fijo si Diego sigue durmiendo. Efectivamente lo hacía, mire la hora eran las 10:00am. Seguramente se trataba de mi madre.
Trato de no hacer tanto ruido para no levantarlo, pero fue inútil.
— Buenos días, bello durmiente— Le digo con una sonrisa.
— Buenos días— Dice estirándose y con un bostezo al final— ¿Qué horas son?
— Las horas de tu corazón.
— No le veo ni una gracia Luisa.
— Son las diez, justo iba a ver si mi madre había llegado, escuché unos pasos en la cocina.
— Puede que sea un ladrón— Dice el con una sonrisa burlona.
Le tiró una almohada en la cara, detesta que le haga eso, pero pregúntenme si me importa.
— Regreso en un momento— Le digo colocándome de pie.
— Seguiré durmiendo.
— Como quieras— Se acomoda nuevamente para dormir.
Que tal y trabajara.
Cuando salgo de mi habitación, me dirijo a la cocina. Efectivamente estaba mi madre comiendo unos cereales, por la cara que tenía supuse como fue su turno, cuando capta mi mirada me da una sonrisa de boca cerrada.
— ¿Cómo durmieron anoche? —Me pregunta con un tono de voz cansado.
— Bien mami, fuimos a donde te comenté.
— ¿Playa?
— Si, me gustó mucho. Sentí mucha paz— Le digo.
Ella me mira de reojo, asiente con la cabeza. Sigue comiendo.
— ¿Se puede saber que tienes mamá? — Le pregunto confusa.
— Estoy cansada, ayer en el corrido fue movido. Pero en la noche más, solo deseaba regresar a casa. Estaba que salía corriendo.
— Duerme mami, del resto me encargaré— le aseguro.
— Primero me comeré esto, para darme un baño.
— Está bien.
— ¿Diego sigue durmiendo? — Me pregunta.
— Se había despertado, pero tú sabes cómo es el.
Ella se ríe, coge su plato, pero antes deposita un beso en mi frente, para poder dirigirse a su habitación. Me quedo sola en la cocina.
— Con que hablando mal de mí— Me dice Diego adormilado.
— Idiota, ¿Qué quieres para desayunar? — Le pregunto.
— Lo que tú quieras hacer está bien— Me asegura pasándose una mano en la cara.
— Me parece perfecto.
— Mientras no sea arepas con huevo.
— Muy bien que te comiste cuatro— Le digo indignada.
— Lo hice para qué no te sintieras mal.
Mis ganas de tirarle un sartén en la cabeza eran muy grandes.
— ¿No has hablado con Ashley? — Me pregunta mirando el celular.
Pensándolo bien, no me volvió a llamar. No es muy usual en ella.
— No, ayer cuando estábamos en la playa me hizo una llamada. Pero no le contesté.
— Tu cumpleaños es dentro de dos días, por eso te llamaba— Me dice mirando su celular.
ESTÁS LEYENDO
El poder del amor propio©
Teen Fiction"El poder del amor propio" una historia de superación personal. Vivimos acostumbrados a leer muchos libros, que sus temas principales son el romance, pero casi nunca donde la protagonista aprende a encontrarse así misma, donde aprenda amarse y no es...