🔷️PROLOGO🔷️

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—Doctor, ¿cómo se encuentran? —pregunta el señor Gun.

—Tranquilo, el parto salió muy bien —responde el médico—. La señora Namphueng quedó débil y necesita reposo. Ya le administre un tranquilizante, y ahora está dormida. Tuvo un varoncito muy lindo, está limpio, y pueden pasar a verlo. Les entregaré una lista de medicamentos necesarios para la recuperación de la madre, ya que la falta de vitaminas en su cuerpo impide la generación de leche materna.

—Oh, muchas gracias. Estaremos al tanto de la salud de ambos. Aquí están sus honorarios y le agradezco mucho —dice el señor Gun mientras acompaña al médico a la puerta.

Una vez solos, tanto la señora Ann como el señor Gun se adentran a la habitación de Namphueng y se acercan rápidamente al pequeño. Al observarlo, ambos se derriten de ternura y se animan a cargarlo.

—Oh, Gun, mira lo lindo que es este pequeñito. Es muy hermoso y tan tranquilo. Vamos, cielo, cárgalo.

—Vaya que lo es, parece un angelito —dice Gun mientras sostiene al bebé entre sus brazos.

Unos pasitos se oyen correr hacia la habitación desde donde se encontraban.

—¡Mamá! ¡Papá! ¿Ya nació? ¿Ya nació mi pequeño ángel?

—Shh, Vegas, no despiertes al bebé. Y sí, ya nació. Acércate, hijo —el señor Gun se agacha para que su pequeño hijo observe al bebé que tiene en brazos.

—¿Y qué te parece, hijo? —pregunta la señora Ann.

—Es muy lindo —dice Vegas, observando con mucho cariño al bebé. Se acerca y le da un pequeño beso en la frente—. Mamá, ¿cuánto tardará en despertar para que juegue conmigo? —añade haciendo un pequeño puchero.

—Oh, hijo, él es pequeño. Aún no puede hablar, mucho menos correr como tú, que eres un niño grandote. Tendrás que esperar un poco más. Ahora necesita muchos cuidados y mucho amor para crecer rápido y ser un niño muy saludable como tú, mi pequeño.

Vegas suelta un suspiro, sabiendo que tendrá que esperar para que su pequeño ángel juegue con él.

—Tranquilo, mi niño. Verás que los meses pasarán rápido, y pronto estarás muy feliz de tener compañía. Además, siempre deberás cuidarlo, ¿sí? Eres un niño muy valiente, y seguro este pequeño necesitará de alguien que lo proteja. Por las noches, hay que contarle cuentos para que duerma bien, ¿no crees, hijo? —dice el señor Gun.

—¡Sí! ¡Esa idea es maravillosa, papi! Yo seré su héroe y siempre lo protegeré de cualquier peligro —dice el pequeño Vegas.

Pasaron las horas, Vegas se fue a dormir después de escuchar el cuento que su padre le leyó. Los señores Ann y Gun estaban preocupados por la salud de Namphueng. Ella era una de sus empleadas de mayor confianza, enviudó hace unos meses y quedó sola con un pequeño en su vientre que hoy nació. Estaban dispuestos a ayudarla, pero Namphueng aún no se recuperaba mentalmente de la muerte de su esposo, lo cual les preocupaba. Al siguiente día que Namphueng despertó, mostró un gran rechazo hacia el niño, diciendo que no lo quería y que sería mejor que hubiese muerto. Esto desconcertó a Gun y Ann. Prepararon otra habitación para el pequeño, y la señora Ann cuidaba de él como si fuera suyo. Pasaron semanas, Namphueng seguía sin aceptar al niño hasta que un día, por la noche, escapó lejos de la mansión donde trabajó por muchos años, dejando abandonado a su pequeño hijo sin importarle un poco.

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