Capítulo 1

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Las personas no nacen siendo malas o buenas simplemente

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Las personas no nacen siendo malas o buenas simplemente... nacen.

El cómo serás en un futuro dependerá de cuál sea tu presente y cómo la gente a tu alrededor influye en este.

Ese pensamiento nunca había estado tan presente en la mente del Duque de Edimburgo. Él amaba a su hijo no lo demostraba porque no era algo propio de él o de la familia, pero era su sangre siempre velaría por su bienestar y se sentía impotente al saber como gracias al consejo de un hombre —uno que al parecer había estado ocupando su lugar siendo este su mentor y mas allegado—, su hijo se había estado descarrilando de sus deberes por placer. Era su trabajo criar a un buen hombre que algún día sería Rey y no podía concebir la idea de que estuviera fallando.

Al bajar a desayunar nunca creyó que la primera charla del día sería su hijo y sus múltiples amantes, mucho menos que su esposa la Reina hablara de ello con total naturalidad, como si estuviera descartando puntos en una lista de deberes ya finalizados.

Pero la verdad es que no debería sorprenderle, Isabel era una Reina admirable, fuerte y perfectamente capaz, en lo que se refería a su reinado era una mujer decidida.

Si no lo creen debieron estar presentes en la conversación que tuvo con Felipe sobre la mujer líder de la oposición y cómo la defendió de sus reproches. En cambio, en lo que a su familia respecta no podría decirse lo mismo, al menos no con su hijo mayor. Si no tenía nada que ver con su participación en la corona Felipe era el encargado.

Carlos siempre había sido consciente de que llegado el momento, tendría que reemplazar a su madre en el cargo de monarca. El título de "Rebelde" en la familia real siempre había sido para el segundo hermano, pues tenía menos responsabilidades y menos protocolos que seguir a comparación del heredero al trono.

Sin embargo Carlos fue la excepción, desde su parecer —y por supuesto influenciado por cierto oficial de la marina y tambien dicho sea de paso su mentor— "debía sembrar avena silvestre antes de comprometerse"

Ese "consejo" lo llevó a decidir darse un paseo por la mente y corazón de varias señoritas casaderas, unas de noble cuna y otras... no mucho. Nunca se le reprochaban ni nada por el estilo, a veces su hermana lo fastidiaba preguntándole sobre las chicas con las que era visto y preguntaba cuál sería la siguiente desafortunada, tanteando si aquella chica sería por fin la definitiva y rezando porque no fuera una simple plebeya.

Hasta que llegó un momento en el que Carlos se propuso un reto mas grande, fue así como conoció a Camila Parker Bowles. Sorprendentemente Dickie se mostró renuente a que se adentrará en una relación con aquella mujer, pero la caja de Pandora había sido abierta y nadie ni siquiera el matrimonio de la chica evitó que su interés por la mujer disminuyera.

Él sabía perfectamente que no iba a ser fácil pero tampoco era imposible y es que Carlos se sentía tan bien con ella, Camila lo entendía, siempre lo apoyaba y siempre le daba la razón ¿cómo no enamorarse si eran prácticamente iguales?

Lamentablemente aunque Carlos quisiera quedarse con Camila, siendo el príncipe de Gales atraía mucha atención, atención que Camila no necesitaba si quería seguir viviendo bajo el techo de su esposo. Fue de esa forma que Carlos decidió que tenía que ser visto con otras mujeres manteniendo las llamadas con Camila de forma esporádica y clandestinas, eligiendo así a su fachada Sarah Spencer.

Era perfecta para distraer al público y a su familia, ella era bonita, divertida, inteligente, un par de años por debajo de su edad y lo mas importante no estaba casada.

Justo se dirigía a su hogar con el propósito de pasar el día junto a ella, cuál fue su sorpresa al encontrarse a cierta señorita de peculiar vestuario escabullirse frente a él por el salón.

Aquello fue el momento mas divertido en el que había estado desde hace un tiempo, inevitablemente se puso a pensar que desde hace unos años, su vida había consistido en mujeres y deber reales, sin ser completamente consciente aquella chica había sido un soplo de aire fresco para él y su monótona vida.

Hablar con ella sobre la obra Sueño de una noche de verano, sus personajes le saco una sonrisa real, no una por compromiso o deber una que realmente le nació.

Mientras trataba de observarla a través de los arreglos florales se encontró con unos hermosos ojos detrás de la máscara de su disfraz, unos ojos que no creyó haber visto nunca, ni siquiera en su hermana.

Aquella chica se fue y él príncipe simplemente no pudo dejar de seguirla con la mirada hasta que vio las pequeñas zapatilla verdes desaparecer entre los pasillos de la planta alta y pensar en lo curiosa que le pareció la chica, se quedó intrigado por supuesto no de esa forma, simplemente le pareció única la forma en la que se comportó y se desenvolvió en la pequeña conversación que tuvieron.

Y efectivamente aquella chica siempre se mantuvo en un pequeño rincón de su cabeza con el paso de los años. 

 

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He aquí el primer capítulo, se que es corto pero esto es mas como una contextualización pues recordemos que Diana solo tenía 16 cuando se conocieron, pero pronto regresare con mas.

Las sugerencias son bien aceptadas pero eviten los comentarios ofensivos, si no les agrada los invito cordialmente a retirarse, aun asi les pido me den el beneficio de la duda.

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Tal vez en otra vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora